Doce años atrás.Hay días que están marcados por la simpleza, días en lo que te quedas pegados a las sábanas, leyendo, tomando un café, viendo una serie, o contando las grietas de la pared. Simple, sin acción, o control. Y hoy era uno de esos días. Estaba acostado en la cama, con Liliana pegada en mi pecho, descansando de la primera semana de universidad. Los últimos siete días hemos estado recorriendo cada milímetro del campo universitario, y visitando infinitas tiendas para amueblar nuestro departamento. Porque sí, nos habíamos mudado juntos, con logan de añadido, en el mismo piso. -Tengo hambre, voy a la cocina por algo para picar. – dice levantándose y dejando un hueco en el colchón. Y cuando se levanta no puedo evitar posar mi mirada en todo su cuerpo, en especial cuando solo lleva bragas y una diminuta camisa. - ¡Deja de mirarme de ese modo! Alison se viste, y para mi mal gusto se pone un chándal de color azul. - ¿De qué modo? – pregunto juguetón. -Como un idiota. – se incl
En tres días será la cita con el juez, y ahí se decidirá la fecha en la que comenzará el proceso judicial. Y espero que eso deje a Santiago con más tranquilidad, y me pueda soltar un poco la cuerda con Simón. Emma también tiene guardaespaldas, pero a ella no le molesta tanto como a mí. Emma y yo, estábamos en la casa de Lina, ordenando su armario. Y es que ordenar ese armario era como ser Alicia cayendo al país de las maravillas, era más fácil decir que no había de lo que había. Y, por otra parte, se siente bien ver como Lina vuelve a ser Lina, y superando su agresión poco a poco, aunque aún no recordaba a su agresor. No me imaginaba la cantidad de problemas que cargaba Lina detrás de ella, como el desapego con su madre, y desconciertos con su hermano, y yo simplemente no entendía como esas tres personas tan diferente podían ser familia. Lina parecía más hermano de Santiago, e hija de Laura y Gabriel, que de su verdadera familia. -Estoy escribiendo una novela. – dijo Lina cuando
Salgo y cierro con llave la puerta de la habitación donde tengo encerrada a Fernanda Detrás de la puerta escucho sus sollozos, y sin pensar una sonrisa se instala en mi rostro. Me gusta jugar con Santiago, con su desesperación y su amor perdido, el hecho de que él se vuelva loco buscándola, es como una inyección de adrenalina que me activa a seguir. Ya es hora de que él pague por lo que me arrancó de mi lado, no es justo que dos los perdiéramos a Liliana por su obsesión. Santiago sentiría lo mismo que yo sentí cuando la perdí, solo que esta vez él sabría que ella está viva y fuera de su alcance. Olvido los planes de mi venganza y me concentro en Pablo, el hombre que cuida la puerta de Fernanda. - ¿Por qué me llamas? – pregunté bajando las escaleras al primer piso con Pablo tras mis pies. -Han telefoneado diciendo que incautaron la casa de Oregón, se llevaron toda la mercancía. ¡Mierda! La policía no dejaba de perseguirme, y con Santiago presionando por tener secuestrada a F
Ocho años atrás. No debo estar parada aquí, al menos no frente a la puerta de Mario. Retrocedo uno pasos de camino a la escalera, tengo que regresar al autor y salir de prisa. No puedo hacer esto, no pudo romperle el corazón a Mario. Mi relación con Santiago depende de un hilo, un fino hilo que no deja de tambalearse, y yo... Ya no sé a dónde voy ni lo que quiero. Cuando estoy por bajar al primer escalón escucho que una puerta se abre a mis espaldas, y una voz que me congela por completo. Es Mario. - Liliana – dice en una entonación alegre, tan distante de mi ánimo. Suspiro, y pienso en que si Mario me encontró cuando huía, era señal de lo que debía hacer. Que él y yo terminemos con nuestra extraña relación, que nunca nos volviéramos a ver, era lo mejor que podía ocurrir entre nosotros, ya habíamos dañado mucho a Santiago. Giro sobre mis pies, y aún me sigo preguntando qué hago aquí. - ¿Qué haces aquí? – evito mirarlo a los ojos. – Espera, te estabas yendo sin tocar. –
Faltaba poco, solo tres días, y Mario y yo nos veríamos en los tribunales. Esta vez mi primo estaría encerrado entre rejas, y nunca volvería a hacer daño a alguien más. Pienso en Fernanda como siempre, y su recuerdo es vivo y palpable. Ella es hermosa, leal, cálida, de las que te roban el alma con una sonrisa, y Fernanda no paraba de acumular cargos. Yo simplemente la quiero. Cavilo en los últimos ocho años, viviendo en lo que creía mi infierno personal, si saber que era lo que esperaba, hasta que Fernanda llegó. Supongo que así es la felicidad, momentos e instantes que uno no espera y te llenan de vida. Fueron años en los que estuve oculto, reprimiendo mis emociones, sintiendo una culpa que no me pertenece, creyendo que pude haber hecho algo diferente y ella aún seguiría aquí. Pero no. Quizás sí. Eso no puedo saberlo, y no me voy a comer la cabeza, ni negarme la felicidad, por algo que no fue mi decisión. Nunca olvidaré a Liliana, no obstante, eso no significaba que no siguiera
¨Todo irá bien, todo saldrá bien, no hay de qué preocuparse. ¨ - me repetía como un mantra. Claro, como si esas palabras fueran, pronto, la consolidación de un acto. Los nervios me estaban volviendo loco. Y no eran solo los nervios los que me volvían loco, sino que tenía un pequeño retorcijón en la tripa, que se expandía por mi pecho, como si algo me quitaran desde lo más profundo de mi ser. Dolía. Asfixiaba. Aún seguía en el despacho, esperando que sea hora de ir a los tribunales. No dejaba de releer los papeles del caso de Mario, buscando algún detalle, algo que pueda usar la defensa para hacernos añicos. Nada. Todo estaba impoluto. Me jodía tener este tipo de nervios y estrés, y sumándole el raro sentimiento de agitación que tenia en el pecho, era una combinación que me abrumaba. Y cuando sentía que todo se me escapaba de las manos, que no tenía nada bajo mi control, solo quería recordar lo que es volver a casa. Busqué el móvil y llamé a Fernanda. Al primer timbre no respo
Me despierto en una habitación a oscuras debajo de una cama blanda, con dolor de cabeza y desorientada.Caí por completo en un sueño, y ni siquiera sé por cuantas horas, y menos donde me encontraba. Mi último recuerdo es de Mario sedándome y a un hombre tomando mis manos, después de eso todo es oscuro. Sentía el cuerpo muy descansado, lo que significaba que he dormido por horas.Me levanto con cuidado y voy en busca del interruptor, haber si hay uno. A lo primero que doy es con una superficie de madera, quizás un mueble, sigo tocando por los costados y caminando a ciegas, cuando toco otra superficie de madera, solo que esta vez está en el lado de la pared. ¡Es la puerta! Rápidamente doy con la manija, pero es inútil, por más que forcejee esta no cede. Debe de estar cerrada con llave, por supuesto que lo está. ¿Quién secuestra a alguien y dej
Una semana. Una m*****a semana desde que fernanda desapareció. No tenía ningún rastro de ella, ni una pista, nada, absolutamente nada que me acerque a ella. Mi frustración por no encontrara a Mía no paraba de crecer, mi ira contra Mario se acumulaba mediante los minutos pasaban y, mi miedo, subía y bajaba, recorriendo cada célula de mi cuerpo. -Deja de moverte, me mareas. – dice Logan frustrado al ver que no dejaba de moverme de un lado a otro. No podía estarme quieto, iba de una esquina a otra, de pared a pared, jalándome los pelos, golpeando cualquier cosa que me ayude a liberar esta ira que me consumía. La espera se me estaba haciendo infinita, enloquecedora y revesada. Y me sentía inútil, porque, aunque la buscara debajo de cada piedra, Mario la escondería mil veces más, alejándola de mi lado. La policía estaba investigando, y a la única conclusión a la que llegaron, es que Mario, aún se estaba considerando si él la secuestró en realidad, pero a mí no me cabía duda de que