Aunque la forma de su jefe tratar con él, la deja saber qué es alguien, no sólo respetado, sino de cierta posición, de lo contrario no lo trataría con tanta amabilidad y elogios cómo lo hace.Todo marchaba bien hasta que abre su boca y de forma muy despectiva se refiere a ella o al menos así lo toma.—Pensé que esto es trabajo para hombres, espero que no se le haga muy pesado —la ve de arriba a abajo.Haciendo que se crispe de los nervios y le haga frente ante su insinuación.—Y se sorprendería lo bien que se nos da, a diferencia de los hombres cuando intentan ocupar nuestro lugar, pero usted no está listo para habla
AdrianoMientras toma otro trago para aclimatarse, Adriano la vé divertirse con las chicas. Suben hombres vestidos de policías, médicos y bombero al lugar donde están, a bailarles en especial a la hermana de ella, que le colocan un velo en la cabeza, lo que le hace pensar qué se encuentran en la despedida de solteras de la chica, por lo que tiene una idea de lo que será las próximas horas.Sentado en la barra, sin despegar la mirada de ella, ve como poco a poco se van pasando de tragos, tan solo espera con paciencia el momento oportuno para intervenir.Mauro ve hacia la chica y luego hacia su jefe, negando lentamente por las locuras de él y de lo que será esta noche. En ocasiones se le olvida que tan solo es un m
AdrianoEn un arrebato la toma de los brazos y la sienta sobre él deseando experimentar por primera vez, el deseo de un modo que ni él mismo puede explicar.Atrapa sus labios deborandolos lentamente, ella responde colocando una de sus manos en la nuca de él, mientras con la otra la desliza en su pecho hasta llegar a la enorme erección. Adriano coloca las manos en el trasero de ella acercandola más a él, queriéndo mucho más.Se separa de ella al darse cuenta de lo que hace, la deja caer en la silla junto a él, recupera la respiración. Se siente aturdido, su corazón bombeando como hace mucho no lo hacía. Sacude la cabeza, alejando esos recuerdos que lo hacen débil.Ella se a
Eliza escucha su teléfono sonar una y otra vez, siente cómo su cabeza empieza a doler por lo que trata de buscar a su alrededor el teléfono para apagarlo, no lo consigue por lo que no le queda de otra que medio abrir los ojos, siente que el dolor aumenta, como puede revisa donde suele dejarlo.Abre los ojos de golpe al darse cuenta que no está en su habitación sino en la de su hermana. Se siente en la orilla de la cama tratando de recordar qué pasó la noche anterior. Por más que trata de buscar en su memoria, la cabeza está en blanco.Vuelve a sonar el teléfono, lo busca por el lugar encontrando la cartera a un lado de la puerta, saca su teléfono y contesta la llamada.—¿Buenos dí
—Buenos días Eliza, ¿qué tienes para mí? —se cruza de brazos esperando una respuesta de su parte.—Buenos días jefe, logré conseguir conversar con dos detectives que llevaron este mismo caso años atrás en diferentes épocas, dándome pistas claves en cuanto a ello. Pedro Gutierrez, me confirmó que el cartel si existe y cada cierto tiempo cambia su modus operandi precisamente para no ser encontrados, cómo también me informó que cuando se enteran de una posible amenaza se suelen esconder, haciéndolos indetectable y difícil de rastrear, por lo que me aconsejó que mantuviera este caso bajo perfil —le informa.—¿Él otro que te dijo? —la interrumpe para que no se vaya con tan
Después de esa salida a la cafetería, empezó a ser costumbre enviarse mensajes durante el día, algunas veces tan solo era un saludo, otras para saber como les había ido en el transcurso de la jornada. También se encontraban de forma casual en la calle, los primeros días a Eliza le extrañó bastante, hasta que llegó un punto en el que se empezó a sentir a gusto con su compañía y en vez de dejarlo casual, comenzaron a planificar sus encuentros.Por las mañanas, iban a la cafetería de De Marcos en las mercedes, donde ella solía pedir un mocaccino y dos empanadas de pollo, y Adriano se acostumbró a los sandwich de jamón de pavo acompañado de un marrón fuerte. El desayuno juntos pasó a convertirse en rutina.Después de salir del trabajo era habitual que se encontraran en algún lugar y conversarán sobre cómo había sido su día.Eliza se sentía cada vez más agusto hablar de sus problemas con él, sobre cómo le frustraba que en su trabajo la tomaran a chiste por el simple hecho de ser mujer. Ad
Horas antes Eliza llega a su casa sintiéndose contrariada, hacía mucho que no conectaba con ningún hombre de la forma en que lo estaba haciendo con Adriano y para ser sincera consigo misma, le agradaba, le gustaba que una persona como él se fijara en ella, pero al mismo tiempo se preguntaba qué hacía alguien como él buscando a una persona como ella. Por la experiencia anterior, no había forma que no se preguntará si de algún modo él estaba con ella por otras intenciones, haciéndola sentir confundida y mareada con tanta incertidumbre y especulaciones, que le impedía disfrutar el momento, pero lo que quería evitar era volver a salir herida. Oriana llega a la casa y ve a su amiga con la mirada perdida, ni cuenta se dio de que alguien ha llegado a casa. Se sienta al lado d
Al llegar a la cafetería donde ya es costumbre encontrarse con Adriano, lo ve sentado con el pedido listo en la mesa, se sienta frente a él, le pasa su taza y los pastelitos de espinaca con queso crema que tanto le gustan a ella. —Buenos días, gracias por pedir por mi —le da un sorbo al café y prueba sus pastelitos, comprobando que ha elegido bien. Eliza trata de actuar normal como siempre, pero los nervios la delatan haciendo que por poco derrame su café. —¿Está todo bien? Te noto un poco ansiosa —le pregunta viéndola preocupado. Llega a pensar que algo ha descubierto. —Si, todo está bien, es solo que estoy en mis últimas horas para llevarl