Al escuchar esas palabras, una oleada de recuerdos invadió mi mente. Mi padre solía decirme que no estaba sola, que siempre tendría a alguien en quien apoyarme. Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas y traté de controlarme. Vi a David alejarse hacia la alacena y sacar una botella de vino. Colocó dos copas en la mesa y comenzó a servir.- ¿Te apetece un poco de vino para relajarnos? dijo con una sonrisa tranquilizadora.Asentí, agradecida por la distracción. Nos sentamos en el sofá, cada uno con una copa en la mano. El vino era suave y afrutado, el complemento perfecto para una conversación que prometía ser ligera y amena.- ¿Recuerdas la última vez que tomaste vino así? preguntó David, mirándome con interés.- Sí, fue en una cena con mis padres, respondí, la nostalgia pintando mis palabras. Siempre me decían que el vino tenía la capacidad de traer a la superficie las mejores conversaciones.David sonrió, levantando su copa en un brindis. Por las buenas conversaciones, entonces.Ch
DAVIDVi a Sarah subir las escaleras asustada y en eso volteé a donde mi hermano, la frustración evidente en mi rostro.- ¿No sabes respetar la privacidad de alguien?, le solté.Él levantó las manos en señal de disculpa, una sonrisa traviesa curvando sus labios.- Lo siento, ¿cómo iba a saberlo? Nunca te he visto con una pareja. No te enojes y ven, vamos a tu despacho a hablar.Entramos al despacho y él se sentó en una de las sillas, todavía con esa expresión curiosa en su rostro.- Por cierto, ¿quién es la chica? Es hermosa. ¿Me la presentas?Tomé una respiración profunda, tratando de mantener la calma.- Claro, con gusto te voy a presentar a tu cuñada. Pero antes, necesito hablar sobre lo que te comenté por mensaje, te entrego los documentos que necesitarás para hacerte cargo del bufete en el tiempo que estaré afuera.Le pasé una carpeta llena de papeles importantes. Mi hermano los tomó y comenzó a revisarlos con una concentración inusual en él.- Necesito que hables con mi asistent
Al día siguiente, me levanté temprano, consciente de que el día estaría lleno de ajetreo. Me dirigí al baño y me di una ducha rápida, dejando que el agua caliente despejara las últimas trazas de sueño. Luego, me puse mi traje favorito: un elegante conjunto azul marino de tres piezas, con una camisa blanca impecable y una corbata a rayas azul y plateada que completaba el look profesional. Ajusté los gemelos de plata y me miré en el espejo, asegurándome de que cada detalle estuviera en su lugar. Hoy no podía permitirme ningún error.Mientras bajaba las escaleras, el aroma de un desayuno delicioso invadió mis sentidos. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al pensar que, aunque nuestro matrimonio fuera ficticio, había ciertas ventajas. Así es como se siente tener una esposa que te prepara el desayuno, pensé.Al entrar en la cocina, vi a Sarah de espaldas con un delantal sobre su ropa deportiva, moviéndose con gracia mientras terminaba de preparar el desayuno. La imagen era encantadora y un
SARAHEl tiempo pasó volando mientras le explicaba a David sobre el manejo del bufete. Me sorprendió lo rápido que se adaptó y lo atento que estaba a cada detalle. Repasamos los procedimientos internos, desde la gestión de casos hasta la administración de personal, y discutimos nuestras estrategias para abordar los desafíos que enfrentábamos.- Como puedes ver, tenemos un equipo competente, pero necesitamos ser más eficientes, le dije, señalando una pila de informes en mi escritorio. El bufete ha ganado algunos clientes importantes recientemente, y sospecho que hay algo más detrás de esto.David asintió, su expresión seria mientras revisaba los documentos que le había entregado.- Voy a analizar estos informes con más detalle. Quiero asegurarme de que no estamos pasando por alto nada. Me respondió él.De repente, nuestros celulares sonaron al mismo tiempo. Era un mensaje de nuestros amigos, recordándonos la charla del bautismo.Nos levantamos asustados, mirando la hora.- Vamos a lleg
JAMESLa noticia del matrimonio de Sarah me golpeó como un puñetazo en el estómago. La ira se apoderó de mí al instante, nublando mi juicio y desatando una tormenta interna que no pude controlar. Mis planes cuidadosamente trazados se desmoronaban ante mis ojos, y la frustración me hizo perder los estribos.- ¿Cómo pudo haberse casado? me gruñí a mí mismo, mientras las paredes de mi oficina parecían cerrarse a mi alrededor.Con cada pensamiento, mi enfado crecía, y no pude evitar desfogarme con mi propia prima. Le hablé mal, tratándola con una dureza que nunca debería haber empleado. Ver su expresión confundida sólo hizo que mi furia aumentara, pero también me dio un atisbo de mi propio error.- ¡Eres un idiota! me dije mentalmente, sintiendo la vergüenza mezclarse con mi cólera. Mi falta de autocontrol me había puesto en evidencia, mostrando una debilidad que no podía permitirme.Respiré hondo, tratando de recuperar la compostura, pero las palabras hirientes ya habían salido, y no hab
SARAHEl sonido del agua me despertó al día siguiente. Parpadeé varias veces, tratando de despejar la neblina del sueño. Me levanté lentamente, me envolví en una bata de seda y bajé las escaleras, intrigada por el origen del ruido. A medida que me acercaba a la ventana que daba a la piscina, el sonido del chapoteo se hacía más claro.Cuando llegué a la ventana, lo vi. David estaba nadando con una gracia y una fuerza que me dejó hipnotizada. El agua resbalaba sobre su piel, brillando a la luz del amanecer. Sus músculos se movían con precisión, y cada brazada destacaba la definición de su espalda y sus brazos. Observé cómo sus hombros se flexionaban y relajaban con cada movimiento, cómo sus piernas se extendían con una perfección casi artística.No pude evitar quedarme allí, mirando. Sentí una extraña y súbita excitación, una que no podía ignorar. Mi corazón comenzó a latir más rápido, y una oleada de calor recorrió mi cuerpo. Intenté apartar la mirada, pero mis ojos se negaron a obedec
En ese momento, una llamada interrumpió mis pensamientos. Para mi sorpresa, era el doctor que había visto a mi papá en Suiza.- Hola, doctora Johnson, dijo el doctor con voz apremiante. Necesito hablar contigo urgentemente. Estoy en la ciudad, ¿podemos vernos en un lugar seguro?- Sí, claro, respondí, sintiendo una inquietud creciente. Te pasaré la dirección de mi casa. Nos vemos en una hora.Colgué el teléfono y mi preocupación aumentó. Justo en ese momento, David entró en mi oficina.- ¿Todo está bien? preguntó, notando mi expresión.Negué con la cabeza y le conté sobre la llamada del doctor.- Entiendo, dijo David, su rostro reflejando preocupación. Vamos a casa.Nos dirigimos a mi casa en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Al llegar, nos instalamos en la sala de estar, esperando al doctor. Después de un tiempo que se sintió eterno, el timbre sonó. David fue a abrir la puerta y, momentos después, el doctor entró.- Gracias por verme tan rápido, dijo el doctor, e
Finalmente, llegó el fin de semana del bautizo. A pesar de todo lo que estaba sucediendo en mi vida, me encontraba desanimada y agotada, pero sabía que este momento era único y que Emily confiaba en mí para este rol tan importante. Tenía que sobreponerme a mis emociones y cumplir con mi deber.Me levanté temprano, decidida a preparar todo con esmero. Sabía que la ocasión lo merecía y que Emily y su pequeña Gwyneth se merecían lo mejor de mí.Después de tomar una ducha refrescante, me dirigí al armario para elegir mi vestimenta. Opté por un vestido elegante de color azul marino, ceñido a la cintura y con una falda que caía en suaves pliegues hasta justo por encima de las rodillas. La tela era suave y fluida, lo que permitía un movimiento cómodo pero sofisticado. El escote en V y las mangas cortas le daban un toque clásico y elegante.Completé mi atuendo con unos zapatos de tacón bajo de color negro, cómodos pero adecuados para la ocasión. Elegí unos pendientes de perlas y un collar a j