Habían pasado dos meses desde la muerte de mi padre. El dolor de su ausencia aún pesaba en mi corazón, pero el mundo no se detenía por mi sufrimiento. A los quince días de su fallecimiento, se leyó su testamento. En él, mi padre había incluido una cláusula inesperada que ahora me encontraba discutiendo en la junta de accionistas.En la imponente sala de la junta directiva, me sentía acorralada por las miradas inquisitivas de los miembros de la junta. El ambiente estaba cargado de tensión. Mi primo, James, esbozo una sonrisa maliciosa antes de pronunciar las palabras que cambiarían el curso de mi vida.- De acuerdo con el testamento de nuestro tío, para asumir el control del bufete, es imperativo que estés casada, anunció con frialdad, disfrutando de la sorpresa que se reflejaba en mi rostro. ¿Cómo es que él sabía sobre la cláusula?Los murmullos se extendieron por la sala mientras me esforzaba por mantener la compostura. Mi mente trabajaba a toda velocidad, buscando una solución a est
Un frío viento nos envolvió al inicio del otoño. Vi a Sarah estremecerse, así que me quité el saco y se lo puse sobre los hombros.- Cariño, abrígate. No quiero que te me enfermes, le dije con una sonrisa.Ella medio sonrió y susurró: ¿Qué haces?- Cuidando a mi esposa, respondí, acercándome más a ella. Vi que con mi cercanía ella empezaba a sonrojarse un poco, lo cual me hizo sentir una extraña calidez. Besé su mejilla y, cerca de su oído, susurré: Cuida tus facciones, hay gente mirándonos.Ella volteó, sorprendida, y vio a su primo observándonos fijamente. Automáticamente respondió: Gracias amor. Nos vamos a casa.De camino en la ciudad, ambos permanecimos en silencio. La tensión en el aire era palpable, cada uno perdido en sus pensamientos. Al llegar a mi edificio, la invite a subir al último piso. Cuando entramos, vi la sorpresa en su rostro.- Esto no es un apartamento, esto es un penthouse, dijo con una mezcla de asombro y admiración.Reí ante sus muecas de incredulidad.- Para
La vi sonrojarse mientras pronunciaba esas palabras, y la despedí con una mezcla de determinación y preocupación. Observé cómo cerraba las puertas del ascensor, sintiendo la gravedad de mis acciones.Cerré la puerta tras ella, con el eco de nuestras conversaciones resonando en mi mente. Acepté el desafío que representaba ser su esposo ficticio, pero ¿cómo hace esta mujer para obtener un certificado de matrimonio? Las preguntas se amontonaban en mi cabeza mientras el ascensor descendía, llevándose consigo la figura de Sarah.Después de un momento de reflexión, en el que el peso de las decisiones recientes aún se aferraba a mi mente, mi teléfono vibró con un mensaje de mi hermano. Me levanté de mi asiento y me fui alistar. Sentí el aire frío de la noche golpear mi rostro mientras salía a la calle. La brisa nocturna parecía llevar consigo un manto de tranquilidad, pero mi mente seguía inquieta, absorto en los giros inesperados que había tomado mi vida. Ahora, de repente, me encontraba co
El frío viento del otoño me recibió al llegar al frontis de mi casa, recordándome la decisión que tomé de no regresar a mi apartamento, sino de volver aquí para ser un apoyo para mi madre en estos momentos difíciles. Mientras tomaba un respiro antes de entrar, sabía que era hora de tener una conversación crucial con ella.Al abrir la puerta, encontré a mi madre frente a la pintura de mi padre. Se veía frágil y perdida en sus recuerdos. Me acerqué en silencio y la abracé con ternura. "Está en un lugar mejor, mamá", le susurré, sintiendo el peso de la ausencia de mi padre en nuestras vidas. Luego, reuní la fuerza para compartirle la verdad sobre mi situación.Con una mezcla de determinación y preocupación, le expliqué sobre mi matrimonio por conveniencia y nuestra decisión de vivir juntos. Hablé sobre nuestros planes para investigar las irregularidades en el bufete, especialmente mi sospecha sobre mi propio primo. Mi madre me escuchó atentamente, sus ojos reflejaban una combinación de s
Miré fijamente a David, buscando en sus ojos una calma que parecía esquiva en medio de la tormenta que acabábamos de enfrentar. Su preocupación era evidente cuando volvió a preguntarme si estaba bien.- ¿Estás bien, Sarah? dijo con voz suave.Asentí con la cabeza, intentando controlar el temblor en mis manos. Sí, estoy bien mentí, tratando de relajarme.Miré a mis compañeros de trabajo, quienes observaban la escena con mezcla de preocupación y curiosidad. Por favor, regresen a sus escritorios y no comenten nada de lo sucedido les pedí, mi voz firme a pesar de mi interior agitado.Mientras hablaba, noté que David recogía mis cosas con una eficiencia silenciosa. Una vez que terminó, me tomó de la mano y me guio fuera del edificio. La frescura del aire exterior era un contraste bienvenido al ambiente tenso que habíamos dejado atrás.Nos dirigimos a mi casa para recoger algunas cosas esenciales. En el camino, David se mostró protector, siempre atento a mi bienestar. Sus gestos, aunque peq
Al escuchar esas palabras, una oleada de recuerdos invadió mi mente. Mi padre solía decirme que no estaba sola, que siempre tendría a alguien en quien apoyarme. Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas y traté de controlarme. Vi a David alejarse hacia la alacena y sacar una botella de vino. Colocó dos copas en la mesa y comenzó a servir.- ¿Te apetece un poco de vino para relajarnos? dijo con una sonrisa tranquilizadora.Asentí, agradecida por la distracción. Nos sentamos en el sofá, cada uno con una copa en la mano. El vino era suave y afrutado, el complemento perfecto para una conversación que prometía ser ligera y amena.- ¿Recuerdas la última vez que tomaste vino así? preguntó David, mirándome con interés.- Sí, fue en una cena con mis padres, respondí, la nostalgia pintando mis palabras. Siempre me decían que el vino tenía la capacidad de traer a la superficie las mejores conversaciones.David sonrió, levantando su copa en un brindis. Por las buenas conversaciones, entonces.Ch
DAVIDVi a Sarah subir las escaleras asustada y en eso volteé a donde mi hermano, la frustración evidente en mi rostro.- ¿No sabes respetar la privacidad de alguien?, le solté.Él levantó las manos en señal de disculpa, una sonrisa traviesa curvando sus labios.- Lo siento, ¿cómo iba a saberlo? Nunca te he visto con una pareja. No te enojes y ven, vamos a tu despacho a hablar.Entramos al despacho y él se sentó en una de las sillas, todavía con esa expresión curiosa en su rostro.- Por cierto, ¿quién es la chica? Es hermosa. ¿Me la presentas?Tomé una respiración profunda, tratando de mantener la calma.- Claro, con gusto te voy a presentar a tu cuñada. Pero antes, necesito hablar sobre lo que te comenté por mensaje, te entrego los documentos que necesitarás para hacerte cargo del bufete en el tiempo que estaré afuera.Le pasé una carpeta llena de papeles importantes. Mi hermano los tomó y comenzó a revisarlos con una concentración inusual en él.- Necesito que hables con mi asistent
Al día siguiente, me levanté temprano, consciente de que el día estaría lleno de ajetreo. Me dirigí al baño y me di una ducha rápida, dejando que el agua caliente despejara las últimas trazas de sueño. Luego, me puse mi traje favorito: un elegante conjunto azul marino de tres piezas, con una camisa blanca impecable y una corbata a rayas azul y plateada que completaba el look profesional. Ajusté los gemelos de plata y me miré en el espejo, asegurándome de que cada detalle estuviera en su lugar. Hoy no podía permitirme ningún error.Mientras bajaba las escaleras, el aroma de un desayuno delicioso invadió mis sentidos. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al pensar que, aunque nuestro matrimonio fuera ficticio, había ciertas ventajas. Así es como se siente tener una esposa que te prepara el desayuno, pensé.Al entrar en la cocina, vi a Sarah de espaldas con un delantal sobre su ropa deportiva, moviéndose con gracia mientras terminaba de preparar el desayuno. La imagen era encantadora y un