Capítulo 287
Ana llevó una caja de pasteles a la Villa Real por la mañana después del desayuno.

Pensó que a Francisco le habían gustado, así que hizo que alguien fuera a comprárselas.

Ana llegó a la villa fingiendo amistad.

—Mamá, café, mi hermano bajará enseguida.

Ana era impaciente, esperó a Francisco un rato. Si hubiera sido antes, habría mostrado su impaciencia, pero ahora tenía que ocultar su enfado.

Sofía observaba a Ana y pensó que hoy estaba rara.

Ana dio un sorbo a su café y preguntó a Sofía: —¿Sabrina también vive aquí?

Sofía sabía que Sabrina no le cayó bien, —No, Sabrina no vive aquí.

Ana asintió satisfecha.

«Esa mujer no es fácil de tratar, tendré que pensar en otra manera.»

Ana terminó su taza de café antes de que bajara Francisco.

—Francisco, estás despierto. —Ana se levantó y sonrió.

Francisco se sentó directamente en el sofá, —¿Qué pasa?

Había pasado la noche en vela y sólo había dormido poco más de dos horas antes de que le despertaran, estaba ojeroso y de muy mal hum
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