La batalla estaba lejos de haber llegado a su fin, y el destino de todos los involucrados pendía en el equilibrio de la lucha.De la nada, más carpas rojas se reunieron en el campo de batalla, rodeando a los lobos de Sheridan, a las órdenes de Merik. La situación se volvía aún más crítica, con Latte y sus hombres, así como Casius y los suyos, atrapados en un cerco de enemigos.— ¡Protejan a Anabella y a los heridos! —gritó Casius con una voz llena de autoridad y determinación. Sus hombres, al igual que los que estaban bajo el mando del alpha Latte, acataron las órdenes con valentía y se dispusieron a rodear y proteger a los heridos, creando un escudo protector para su manada.La batalla alcanzaba un nivel de intensidad que ponía en juego la supervivencia de todos. La esperanza descansaba en los hombros del alpha Casius, quien se erguía como un líder valiente y decidido. El destino de todos los involucrados estaba en la balanza, y la batalla se convertía en un desafío épico donde la va
El sonido de la carne desgarrándose llenó el aire, y Merik emitió un grito de dolor mientras sentía el arma improvisada perforar su pecho.El demonio, aturdido y herido, comprendió que algo estaba terriblemente mal. La punzada en su corazón advirtió que su vida pendía de un hilo. La valentía y la determinación de Anabella habían resultado en un golpe mortal que podría cambiar el rumbo de la batalla. La lucha alcanzaba un punto crítico, y el destino de todos estaba en juego.Merik, el demonio despiadado, cayó al suelo con un gemido de agonía mientras sentía que una sustancia venenosa recorría su cuerpo. La sensación era como si un veneno letal se extendiera por sus venas, llenándolo de un tormento insoportable.La respiración de Merik se volvió cada vez más dificultosa, como si el veneno lo ahogara desde adentro. Sus ojos brillaban con un miedo impotente mientras luchaba por obtener aire, pero la sustancia venenosa parecía consumirlo desde dentro.Su piel se tornó pálida y seca, y come
Mientras terminaban el emotivo homenaje a sus compañeros caídos, todos se dirigieron hacia el fuerte de la manada Hunters, ajenos al ataque de los demonios a unas millas de distancia. La sombría realidad de que otra manada había sido asaltada por el enemigo en su camino hacia ellos permanecía oculta.Zuke seguía retenida y vigilada, cumpliendo las órdenes de Arcelia. La inquietud de que Karios pudiera lanzar un ataque pesaba como una losa sobre su ánimo, y cada hora que pasaba allí la torturaba aún más.Después de horas de camino, Casius y sus hombres finalmente divisaron el fuerte. Aunque era un alivio para los más heridos llegar al lugar, para Casius y Anabella, la preocupación se hacía más intensa al darse cuenta de la pérdida de tantos valientes guerreros en el camino. La incertidumbre sobre el estado del fuerte y sus habitantes añadía un nivel adicional de ansiedad a la situación.Las trompetas de los vigías en la torre del fuerte resuenan, advirtiendo de movimientos en las cerca
—claro... Por favor Anton tu esa parte. Tú Claris puedes empezar... Por allí — dijo Arcelia. Mientras que sanaba las heridas del lobo que ella estaba atendiendo. A pesar de ser tres que estaban cooperando curar las heridas de los heridos, no daban abasto.En medio de la tarea de curar las heridas de los heridos, Arcelia se encontraba dirigiendo la operación. Anton se preparaba para encargarse de una parte específica, mientras Claris se disponía a comenzar su labor. El ambiente estaba tenso, ya que a pesar de que eran tres personas trabajando juntas para sanar las heridas del lobo herido, la demanda era abrumadora y no tenían suficiente tiempo para atender a todos adecuadamente.—Nosotras podemos ayudar... — dijo Alannis al entrar en la habitación acompañada de Sai. Los hombres heridos fijaron sus ojos en las dos jóvenes. El nerviosismo de Sai era palpable, y lentamente se escondió detrás de Alannis.Alannis y Sai hicieron su entrada decidida en la habitación, ofreciendo su ayuda sin t
Karios había perdido uno de sus mejores guerreros de la carpa roja. Eihah, quien se encontraba en una celda especial por orden de su amo, sentía el mismo dolor que oprimía su alma, naba hasta el punto de dejarla sin aire.—Merik... ¿Acaso tú estás muerto? No, eso es imposible —dijo consternada al saber que su hermano estaba sin vida.—¡Guardias!... ¡Guardias! —gritó Eihah mientras esperaba que uno de los guerreros de su amo se apresurase en ir a verla.—Llama a Karios... dile que deseo verlo. ¿Qué esperas para hacer lo que te he pedido? —ordenó de manera autoritaria. Después de haber conspirado en que el joven uke se escapara del palacio, Karios decidió que sería castigada hasta que él decidiera levantar su penitencia.El silencio en la celda era ensordecedor, y Eihah podía sentir cómo la angustia se apoderaba de ella. Sabía que había cometido un grave error al ayudar a una humana a escapar de las garras de Karios, el poderoso demonio rojo que gobernaba con mano de hierro en aquel osc
A través del vínculo mental que compartían, Karios podía sentir la inquietud de Aemin. El dragón era protector y celoso de su amo, preocupado por la seguridad de Karios y la confiabilidad de Eihah en su nueva misión. Pero también comprendía que esta era una oportunidad para Eihah de redimirse y demostrar su lealtad.Karios, con su mirada fija en la distancia, se esforzaba por mantener la calma. La guerra con el fuerte Hunters se había vuelto cada vez más intensa, y la paz parecía inalcanzable. La decisión de enviar a Eihah como embajadora era un último intento de encontrar un camino hacia una resolución pacífica.—Eihah deberá ser cuidadosa, Aemin. El poder sobre Sheridan es nuestro objetivo, pero no debemos subestimar a los lobos del fuerte Hunters. Mantén vigilancia constante y asegúrate de que Zuke regrese a salvo —instruyó Karios a su fiel compañero.Aemin asintió con la cabeza, sus escamas carmesíes reluciendo bajo la tenue luz del palacio. A pesar de sus preocupaciones, estaba d
El momento estaba marcado por la tensión y la incertidumbre. Eihah, lista para abordar a Aemin y partir hacia el territorio del fuerte Hunters, fue sorprendida por la voz inconfundible de su hermano Kerpes, quien decidió unirse a la misión inesperadamente.—Espera... también me voy contigo. Es una orden del amo —declaró Kerpes, asegurándose de que la atención de Eihah se centrara en su presencia.Eihah, abrumada por la sorpresa de la decisión de su hermano, no pudo evitar preguntar—¿Por qué debe ir tú también? ¿Qué planeas hacer?— La preocupación y la confusión se reflejaban en su mirada mientras los dos hermanos se preparaban para abordar el lomo del imponente dragón.Aemin, el dragón del demonio rojo, observó la escena con un semblante impasible. A diferencia de Eihah, él conocía la lealtad inquebrantable que Kerpes sentía hacia Karios, el señor de la eterna oscuridad. Sabía que Kerpes estaba dispuesto a dar su vida por su amo, y eso lo hacía sentir más seguro de su presencia en la
Hans, por su parte, se encontraba en estado de alerta. Lentamente, comenzó a acercarse hacia Zuke, buscando la manera de calmarla o al menos captar su atención. Su tono fue suave, pero cargado de una preocupación genuina.—Zuke... calma. Mira, no te haré daño. Solo quiero que dejes de lastimar a mis amigos, ¿estás bien? —dijo, con la esperanza de apaciguar la furia que veía en los ojos de la joven. La respiración de Zuke era agitada, y sus ojos brillaban con una intensidad inusual. Parecía estar luchando contra algo que la consumía desde dentro.Mientras tanto, el resto de la compañía permanecía en la puerta, observando con inquietud. Nadie sabía qué hacer para ayudarla, y temían acercarse demasiado por miedo a que su poder los alcanzara. La tensión en la habitación se sentía densa, como si en cualquier momento todo pudiera desbordarse.Hans, decidido a no rendirse, continuaba hablándole, evocando recuerdos compartidos y experiencias que esperaba pudieran llegar a la parte de Zuke que