Saravi.
Mi cuerpo se congela al instante. Un dolor intenso se cala en mi pecho ante las palabras de un hombre que ahora mismo desconozco. Yo hubiese querido apelar a su pensamiento, hubiese querido explicar mi punto de vista acerca de las intenciones de Kalil y de su amor a su país, hubiese querido otra escapatoria, otra salida.
Pero ahora mismo todas mis intenciones han muerto en mi boca, sin siquiera haber sido sonadas en este espacio diminuto, en el que ahora se me hace imposible respirar. Uno a uno los pedazos van cayendo en el suelo de lo que antiguamente sentía mi corazón por este hombre, ese noble que conocí, en el que, madrugadas en vela, relataba sus sueños por ver una nación prospera al lado del amor de su vida, que en ese entonces era yo, y que ahora solo podía ver una muy oscura sombra de lo que quedaba de él.
Ya tenía bastante claro, ya no tenía
Saravi.Unos rayos de sol, aquellos que despiden el día y acarician la piel, entran delicados por el carruaje mientras que el silencio gobierna el camino.Fais parece tener un mundo en su cabeza como yo tengo un universo dentro de la mía. Aun así, su silencio me preocupa hasta el punto de inquietarme, ya que justo de terminar mi conversación con Ainara dimos un paseo y no se le vio al vizconde, hasta horas más tarde.La mezcla de sentimientos me tiene tan confundida que por algunos instantes creo conveniente confesar todo a Fais para obtener una ayuda de su parte; otra voz me dice que ante cualquier error que cometa no solo yo pagaré con mi vida, sino la vida de mi familia, la de Nadia y de quien me rodee también pagará por mis faltas.La garganta se me aprieta tanto que me es imposible retener las lágrimas, y que, a la vez, me es imposible sostener
Kalil.Un movimiento suave, impregnado de ese olor a dulce que me alerta de inmediato me hace abrir los ojos sin aviso.Aprieto los ojos con mis dedos y me muevo solo un poco para denotar el cuerpo desnudo de Saravi rozando el mío, alertando de nuevo mi deseo por ella. Trato en lo posible por respirar profundo, sabiendo que en estos momentos no es bueno acercarme, podría hacerle daño a su piel lastimada y sería muy rápido ante su falta de experiencia.Y la verdadera razón, no quiero que repudie el acto por nada, al contrario, quiero que desee sentirse tan cómoda como la pude sentir hace unas horas, en como su cuerpo me pedía que la hiciera mía, quiero que lo desee tanto como yo en todo momento.Fue muy difícil conciliar el sueño después de nuestro encuentro, y aunque parecía que dormía, solo cavilaba una y otra vez, en lo que hab&
Saravi.Mi mirada va inmediatamente a los ojos de Hanna, quien ante la mención de dicha mujer se ha quedado completamente anonadada, su rostro se tiñe al instante. Mis manos comienzan a sudar mientras que un sentimiento completamente invasivo se arremolina en mi estómago creando una zozobra tan insoportable, que la tristeza que sentía hace unos segundos, se ha transformado en furia.—El rey está reunido con los generales, deberá esperar a que salga —señala Hanna al lacayo y este hombre solo asiente en respuesta.—¿Esperar a que salga? ¡Puedo atenderla yo… mientras…! —expulso sin medir.—Saravi…—¡Iré!, no podemos dejarla sola esperando, ¿o no Hanna?Su mirada está cargada de impresión, mientras Fais en silencio observa todo lo que ocurre. Inmediatamente pido p
Saravi.El paso que llevo es tan rápido que siento que mis pies no tocan el piso. La ira me va consumiendo cada que pasa un segundo. Es imposible no pensar lo peor en esta situación, por más que trato de salva guardar mis pensamientos y no dejar que mi corazón me traicione, no puedo dejar de condenar a Kalil por esa mujer que ahora mismo se encuentra reunida con él.Llego hasta las inmediaciones de mi habitación y logro sacar a Nadia de sus ocupaciones para que vaya conmigo hacia uno de los jardines, porque para mí, es necesaria su compañía.—¡Majestad…! ¿Qué ocurre? —pregunta alterada. Y no es para menos, yo llegué como un torbellino sin educación casi tirándole las cosas de sus manos, para que viniera conmigo al jardín.—¡No que hacer, Nadia! ¡No sé a quién pedir ayuda
Saravi.—No preste atención a Umar… —el vizconde me saca de mis pensamientos, colocando su mano en mi hombro, diciéndome que no tome importancia a nada de lo que ese hombre trata de hacer conmigo.—No entiendo nada, Fais —expreso resoplando y conteniéndome con esfuerzo—. Si yo no era de su agrado ¿Por qué me eligió para su hijo? ¡Es evidente que me odia!Fais no dice una palabra, solo aprieta su mandíbula demostrando que de cierta forma sabe muchas cosas que yo ignoro completamente. El vizconde me toma suave por el codo para llevarme hacia la dirección donde se encuentra Hanna tan lejana en sus pensamientos, como lo estaba yo hace unos momentos.—Venimos a llamarte aquí a la tierra, Hanna —reclama el vizconde mientras que ella se exalta nerviosa, colocando su mano en el pecho.—&iexc
Kalil. No quiero parecer intenso preguntándole cosas, ni tampoco dando rienda a las palabras que me ha dicho Alinna, no puedo anteponer sus dudas y sus supuestas sospechas antes que mi propia esposa, la reina de Angkor. Necesito confiar en ella. —Tienes ese derecho, no estás obligada a estar en mi presencia si así no lo quieres. Creo que he sido claro contigo, conmigo las cosas no se darán a la fuerza, Saravi. Su rostro me demuestra que está preocupada, de hecho, mis palabras la han puesto más nerviosa de lo que estaba. Quisiera saber si el motivo de su nerviosismo es a causa de Alinna, o de otra cosa por la cual deba preocuparme. No voy a quitar el hecho de que ella no debe sentirse cómoda con la presencia de Alinna en el palacio, y más aun sabiendo lo que Hanna me dijo sobre Saravi. Ella sabe que tuve una relación con Alinna en el pasado, aún sigue pensando que hay algo entre nosotros. Entiendo que eso no d
Saravi. Han pasado horas, creo acertar desde el momento en que comencé a relatar todo y cada uno de los detalles a mi padre. Sus ojos enrojecidos y su cara pálida dejan en evidencia lo preocupado que está. Y no es para menos. No logro imaginar siquiera que pueda depararnos, no sé si en el momento en que la corona sepa todos mis secretos, podrán tener al menos un momento de cordura para no controlar la rabia que puede producir lo que yo he hecho. Lo único en lo que estoy totalmente clara es que nunca mi motivo fue venganza o hacer daño por hacerlo. Yo pensé que estaba actuando de la manera correcta. —¡Por Dios, hija! ¡¿Pero en qué momento se te nubló la mente de esta manera?! —reclama levantándose, tomando su cabello en desespero y haciendo que mis labios tiemblen. —No lo sabía, ¡no sabía que estaba jugando al bando equivocado, papá! —Pero, ¡¿cómo no?! ¡Es
Kalil. Su cuerpo vibra en mis brazos como si no soportase resistir más a lo que está sintiendo, sus manos se esparcen por mis hombros y por mi espalda de forma apresurada, sacando la camisa totalmente agitada para que nuestros cuerpos puedan hacer contacto. Un gruñido ronco sale por mi garganta cuando su piel y sus pechos tocan el mío, mi piel se enchina al instante y Saravi se arquea estremeciéndose ante el roce. —Kalil…—pronuncia desesperada, su rostro está rojo ante la temperatura elevada, pero su mirada solo me dice que quiere lo mismo que yo. La unión de nuestros cuerpos. —¡Mírame, Saravi! —Indico tomando su rostro, a la vez que mi cuerpo presiona el de ella contra la pared—. Dime que quieres ser mía, ¡Di qué, lo quieres! —Yo soy tuya, Kalil, soy tuya y siempre lo he sido… Sus palabras crean un choque profundo en mis sentidos, uno que jamás viví con otra persona, el significado de sus pal