Saravi.
Ha sido una semana intensa y con mucho movimiento en el palacio, también he estado llena de conocimientos y descubrimientos por parte de cosas y personas con las que he llegado a relacionarme. Si alguien me hubiese dicho que estaría para arriba y para abajo, nunca lo hubiese creído. Pero esta forma me gusta, estar presta para ayudar y sobre todo para dar mi opinión acerca de casi todo, realmente me gusta.
Mis lazos con Hanna son únicos, ella se ha convertido como una hermana para mí. Sus suaves consejos, su manera de hablar y expresar su cariño, me han hecho sentir más que en casa; también la sutileza que emplea para hablarme de su hermano sin ser parcial, la forma en que busca enamorarme de este palacio y de nuestro pueblo. Ella realmente es única.
Por otro lado, Fais ha sido como otro padre, y aunque la preferencia de él sea estar al lado rey, lo veo bastante cómodo cuando nota mi presencia o me enseña alg
Saravi.Encontrarme con Mishaal después de tanto tiempo me genera un sin fin de nervios, pero, todo lo que he visto doblega la ansiedad por saber qué es lo que pasa, quiero que él me explique, ¿por qué hace todo esto?, y ruego a Dios que no salga más decepcionada de lo que estoy ahora.Justo al atardecer me dirijo a un saloncillo donde quedé con Hanna para tomar el té, y para cuando llegué, ella ya estaba allí esperándome como una porcelana.—Bienvenida…—Hola, Hanna, ¿tienes mucho tiempo aquí?—Apenas estoy llegando —responde con una sonrisa ofreciéndome la tasa de té ya servida.—Gracias, huele delicioso.El aroma entra a mis fosas nasales, tranquilizando todo mi cuerpo aspirando un momento de paz.—Entonces irás al pueblo mañana con e
Saravi.El sonido del carruaje y el choque de las ruedas mientras impactan el suelo, es lo único que alerta mis sentidos en este momento, solo dicho sonido trata de distraerme a los recuerdos del día de ayer.Una noche larga sin duda, junto con la opresión que comencé a sentir en mi pecho una vez Kalil salió de la habitación. Pensé, pensé mucho, traté de acomodar el desorden de mis ideas y mis convicciones, y por supuesto, en la charla esperada que tendría con Mishaal.Esa era una de las cosas que tenía mis nervios de punta.Una parte de mí ansiaba verlo con añoranza, otra muy por el contrario lo único que deseaba era obtener una buena explicación concreta del por qué el movimiento Ayatolá se convirtió en una oscura enfermedad para Angkor; esa parte de mí es la que está más ac
Saravi.Mi cuerpo se congela al instante. Un dolor intenso se cala en mi pecho ante las palabras de un hombre que ahora mismo desconozco. Yo hubiese querido apelar a su pensamiento, hubiese querido explicar mi punto de vista acerca de las intenciones de Kalil y de su amor a su país, hubiese querido otra escapatoria, otra salida.Pero ahora mismo todas mis intenciones han muerto en mi boca, sin siquiera haber sido sonadas en este espacio diminuto, en el que ahora se me hace imposible respirar. Uno a uno los pedazos van cayendo en el suelo de lo que antiguamente sentía mi corazón por este hombre, ese noble que conocí, en el que, madrugadas en vela, relataba sus sueños por ver una nación prospera al lado del amor de su vida, que en ese entonces era yo, y que ahora solo podía ver una muy oscura sombra de lo que quedaba de él.Ya tenía bastante claro, ya no tenía
Saravi.Unos rayos de sol, aquellos que despiden el día y acarician la piel, entran delicados por el carruaje mientras que el silencio gobierna el camino.Fais parece tener un mundo en su cabeza como yo tengo un universo dentro de la mía. Aun así, su silencio me preocupa hasta el punto de inquietarme, ya que justo de terminar mi conversación con Ainara dimos un paseo y no se le vio al vizconde, hasta horas más tarde.La mezcla de sentimientos me tiene tan confundida que por algunos instantes creo conveniente confesar todo a Fais para obtener una ayuda de su parte; otra voz me dice que ante cualquier error que cometa no solo yo pagaré con mi vida, sino la vida de mi familia, la de Nadia y de quien me rodee también pagará por mis faltas.La garganta se me aprieta tanto que me es imposible retener las lágrimas, y que, a la vez, me es imposible sostener
Kalil.Un movimiento suave, impregnado de ese olor a dulce que me alerta de inmediato me hace abrir los ojos sin aviso.Aprieto los ojos con mis dedos y me muevo solo un poco para denotar el cuerpo desnudo de Saravi rozando el mío, alertando de nuevo mi deseo por ella. Trato en lo posible por respirar profundo, sabiendo que en estos momentos no es bueno acercarme, podría hacerle daño a su piel lastimada y sería muy rápido ante su falta de experiencia.Y la verdadera razón, no quiero que repudie el acto por nada, al contrario, quiero que desee sentirse tan cómoda como la pude sentir hace unas horas, en como su cuerpo me pedía que la hiciera mía, quiero que lo desee tanto como yo en todo momento.Fue muy difícil conciliar el sueño después de nuestro encuentro, y aunque parecía que dormía, solo cavilaba una y otra vez, en lo que hab&
Saravi.Mi mirada va inmediatamente a los ojos de Hanna, quien ante la mención de dicha mujer se ha quedado completamente anonadada, su rostro se tiñe al instante. Mis manos comienzan a sudar mientras que un sentimiento completamente invasivo se arremolina en mi estómago creando una zozobra tan insoportable, que la tristeza que sentía hace unos segundos, se ha transformado en furia.—El rey está reunido con los generales, deberá esperar a que salga —señala Hanna al lacayo y este hombre solo asiente en respuesta.—¿Esperar a que salga? ¡Puedo atenderla yo… mientras…! —expulso sin medir.—Saravi…—¡Iré!, no podemos dejarla sola esperando, ¿o no Hanna?Su mirada está cargada de impresión, mientras Fais en silencio observa todo lo que ocurre. Inmediatamente pido p
Saravi.El paso que llevo es tan rápido que siento que mis pies no tocan el piso. La ira me va consumiendo cada que pasa un segundo. Es imposible no pensar lo peor en esta situación, por más que trato de salva guardar mis pensamientos y no dejar que mi corazón me traicione, no puedo dejar de condenar a Kalil por esa mujer que ahora mismo se encuentra reunida con él.Llego hasta las inmediaciones de mi habitación y logro sacar a Nadia de sus ocupaciones para que vaya conmigo hacia uno de los jardines, porque para mí, es necesaria su compañía.—¡Majestad…! ¿Qué ocurre? —pregunta alterada. Y no es para menos, yo llegué como un torbellino sin educación casi tirándole las cosas de sus manos, para que viniera conmigo al jardín.—¡No que hacer, Nadia! ¡No sé a quién pedir ayuda
Saravi.—No preste atención a Umar… —el vizconde me saca de mis pensamientos, colocando su mano en mi hombro, diciéndome que no tome importancia a nada de lo que ese hombre trata de hacer conmigo.—No entiendo nada, Fais —expreso resoplando y conteniéndome con esfuerzo—. Si yo no era de su agrado ¿Por qué me eligió para su hijo? ¡Es evidente que me odia!Fais no dice una palabra, solo aprieta su mandíbula demostrando que de cierta forma sabe muchas cosas que yo ignoro completamente. El vizconde me toma suave por el codo para llevarme hacia la dirección donde se encuentra Hanna tan lejana en sus pensamientos, como lo estaba yo hace unos momentos.—Venimos a llamarte aquí a la tierra, Hanna —reclama el vizconde mientras que ella se exalta nerviosa, colocando su mano en el pecho.—&iexc