SOPHIEHuir por un matrimonio arreglado que mi abuelo me condiciono, y ahora le estoy dado vueltas en mi cabeza lo que me dijo Minerva.Casarme con su hijo…Si acepto, ¿qué pasaría? Estoy considerándolo y todavía ni siquiera sé si él está de acuerdo con eso. No creo que apruebe una proposición descabellada como esa. ¿Y si, si lo hace, y si dice que si quiere casarse conmigo?No tiene sentido para mí, escapar muy lejos por algo así y al final acabar contrayendo matrimonio con otro hombre.Miro el océano, en este momento no se puede distinguir bien su tonalidad y su movimiento, porque la oscuridad no lo permite, pero al menos se puede escuchar el sonido.Me alejé para pensar bien las cosas. Ya me siento un poco mejor, pero todavía estoy lista para retomar mi empleo. No sé si podré ver a la cara a Minerva o incluso a su hijo.Todo esto me pone muy nerviosa, no sé cómo comportarme delante de él, y ahora con esto del matrimonio, menos lo lograré.—Oh, mamá, si estuvieras en este instante c
CRISTÓBALMe encontraba en mi oficina, le pedí a Héctor y a Beatrice que se hicieran cargo del trabajo de hoy. Mi amigo se encargará de cerrar la negociación con los vendedores y Beatrice revisará los movimientos bancarios para que el dinero llegue a sus bolsillos.Héctor me ignora cuando le doy la última información, su mirada está puesta y concentrada en el portátil que tiene frente a él. Quiero hablar con él a solas, comentarle la locura que estoy a poco tiempo de realizar, necesito pedirle que sé uno de los testigos, pero con Beatrice aquí no lo haré, mejor regreso más tarde y hablo con él.Le aviso que estaré devuelta más tarde, luego de eso salgo de la oficina.Conocía a Héctor desde hace mucho, es un tipo serio y de pocas palabras; sin embargo, nos acoplamos bien en el trabajo y después nos hicimos amigos. En ese entonces, cuando lo conocí, yo estaba empezando con mi embarcación, no tenía mucho a mi favor y como Héctor es abogado y sabía del mundo empresarial, se ofreció ayudar
SOPHIEHago la pregunta en mi cabeza, pero no en voz alta, ¿adónde vamos? La respuesta llega cuando el auto se detiene en sitio. Una vez que bajamos me doy cuenta de que es un restaurante al que llegamos.Cristóbal nos trajo a un pequeño restaurante que queda algo cerca del muelle. Apenas caigo en cuenta que estamos en una ciudad y no en el barco. Pero con tantas cosas que han pasado, no he tenido cabeza para pensar en nada más.Una persona bien vestida, saluda a Cristóbal con cortesía, le indica algo y después nos pide que lo sigamos. Nos lleva hacia un área apartada de todos los comensales, un sitio más privado.Cuando llegamos a la mesa seleccionada, Cristóbal nos ofrece a Minerva y a mí, las sillas para que tomemos asiento. En cuanto nos instalamos en nuestros lugares, el hombre que viste formal nos pregunta que deseamos beber. Antes de que pedida un vaso con agua, Cristóbal se adelanta y ordena una botella de vino. Nunca he bebido alcohol, así que trataré de no beber casi nada.E
SOPHIELa mujer avanza y después se detiene enfrente de nosotros, nos mira a ambos y luego se queda viendo fijamente a Cristóbal.Confundida y sin saber qué hacer, me atrevo hacer la pregunta:—¿Qué está pasando?Sin embargo, no tengo una respuesta, Cristóbal me ignora, está más atento a la mujer que tiene enfrente.—¿Qué haces aquí? —se dirige a ella con un tono molesto.—¿Qué no es claro? Vine a impedir esta boda, o más bien debo decir locura —responde.Las cejas de Cristóbal se fruncen más, en eso él me suelta y da dos pasos hacia adelante, toma el brazo de la mujer y sin volver ni nada la lleva consigo fuera de aquí.Mis manos aprietan el pequeño ramo de flores blancas que tengo entre ellas. De nuevo siento que el aire me falta, necesito salir de aquí, necesito correr como aquella vez.Esto fue una mala idea, debí suponerlo, más, sin embargo, acepté esta locura como dijo esa mujer. ¿Y si en la vida de Cristóbal ya hay alguien y yo solo soy la otra?Por Dios, en donde me vine a met
SOPHIEAquellas palabras se repetían en mi cabeza, cada segundo, “está buscando a su nieta.” Una tras otra vez, repetida y repetida.Mi mundo dio un giro de repente y la felicidad que había sentido en algún momento, se esfumó. Ahora el miedo se instala y no se va.Ese hombre que mi abuelo envío para buscarme, le dijo a Cristóbal que regresaría mañana temprano para mostrarle una foto de la joven extraviada, ósea de mí.—¿Ahora qué haré, qué haré? —repetí en un murmuro.Después de que Cristóbal volvió al restaurante, le dimos final al pequeño festejo. Estaba tan distraída y nerviosa que no me fije en el lugar que me encontraba.Es el camarote de Cristóbal, alguien arreglo la habitación para que el entono tuviera un destello de romanticismo. Pétalos formando un camino, un aroma dulce, cómo a fresas, la luz tune y una cama muy bien ordenada con sábanas blancas.Cristóbal camina hacia un pedestal que tiene un checo arriba, de ahí saca una botella de vino y después toma unas copas que están
SOPHIECristóbal se marcha después de vestirse, me dijo que no tardaría en volver, pero yo no sé si pueda quedarme a esperarlo.En cuanto él sale, yo me levanto y voy en busca de mi ropa. Me visto de inmediato y cuando termino salgo de su camarote son mucho cuidado de que nadie me vea.Bajo hasta la cocina y paso para llegar a los camarotes de los empleados. Mis cosas todavía están allí, eso quiero creer. Sin embargo, cuando llego el lugar ya está ocupado por alguien más.—Perdón, pensé que estaba vacío —me disculpo antes de cerrar la puerta.Me apoyo en la puerta y me pongo a reflexionar, en donde pueden estar mis cosas. No son muchas, en realidad no es casi nada, lo único que me interesa son los ahorros que tenía guardados entre mi ropa.Camino devuelta y paso por la cocina, en ese trayecto me encuentro con Elena. Me mira con una expresión de duda y se acerca.—¿Qué estás haciendo aquí? —su tono no tan duro como la mayoría de las veces que me habló en el pasado.—Solo vine a buscar
SOPHIEDe repente, una mano me agarra con fuerza y me comienza a llevar a la superficie. Toso y escupo el agua, mientras trato de recuperar el aliento. Abro los ojos y veo a mi salvador…—¿Sophie, estás bien? —pregunta con total preocupación Cristóbal.Le dirijo la mirada y con unas lágrimas en los ojos le respondo.—Sí, lo estoy, gracias a ti.—Me alegro saber eso —articula con una sonrisa amable, después de eso me abraza.¿Cómo es que me atreví hacerle eso? Él preocupado por mí y yo huyendo por miedo a que me atrapen.No me di cuenta de que estaba temblando, hasta que se alejó un poco para ayudarme a ponerme de pie.—Estás temblando, debes tener mucho frío —dice y de repente se quita su saco y me lo coloca sobre los hombros, lo abotona con mucho cuidado. —Debo llevarte a la enfermería.Niego.—Estoy bien, solo tragué un poco de agua, pero todo está bien —intento tranquilizarlo.—No me quedaré tranquilo hasta que el médico te revise y me diga si estás realmente bien.Suspiro, no me q
CRISTÓBALTomo asiento en mi silla giratoria en la oficina mientras termino unos enviar correos electrónicos y revisar documentos importantes. Mis dedos se mueven rápido sobre el teclado de mi portátil, mis ojos escanean los números y las gráficas en la pantalla. Algo no cuadraba bien. Más tarde hablaré eso con Beatrice.Después de unos minutos de trabajo suspiró y me inclino hacia atrás en mi silla. Frotó el puente de mi nariz mientras cierro los ojos y dejo escapar otro suspiro, está vez algo cansado.La verdad no he descansado mucho estos días, con el trabajo, con lo de mi madre y ahora con lo del accidente de Sophie, no he tenido tiempo para dormir bien. Ahora el cansancio me está cobrando factura.En ese momento, escucho el tono de mi celular sonando sobre el escritorio. Lo tomo y miro la pantalla, al ver que es Héctor contesto de inmediato.—¿Qué hay? —contesto al iniciar la llamada.—Conseguimos que el caso de la empleada se fuera a juicio, es un delito muy grave y pueden darle