SOPHIEHago la pregunta en mi cabeza, pero no en voz alta, ¿adónde vamos? La respuesta llega cuando el auto se detiene en sitio. Una vez que bajamos me doy cuenta de que es un restaurante al que llegamos.Cristóbal nos trajo a un pequeño restaurante que queda algo cerca del muelle. Apenas caigo en cuenta que estamos en una ciudad y no en el barco. Pero con tantas cosas que han pasado, no he tenido cabeza para pensar en nada más.Una persona bien vestida, saluda a Cristóbal con cortesía, le indica algo y después nos pide que lo sigamos. Nos lleva hacia un área apartada de todos los comensales, un sitio más privado.Cuando llegamos a la mesa seleccionada, Cristóbal nos ofrece a Minerva y a mí, las sillas para que tomemos asiento. En cuanto nos instalamos en nuestros lugares, el hombre que viste formal nos pregunta que deseamos beber. Antes de que pedida un vaso con agua, Cristóbal se adelanta y ordena una botella de vino. Nunca he bebido alcohol, así que trataré de no beber casi nada.E
SOPHIELa mujer avanza y después se detiene enfrente de nosotros, nos mira a ambos y luego se queda viendo fijamente a Cristóbal.Confundida y sin saber qué hacer, me atrevo hacer la pregunta:—¿Qué está pasando?Sin embargo, no tengo una respuesta, Cristóbal me ignora, está más atento a la mujer que tiene enfrente.—¿Qué haces aquí? —se dirige a ella con un tono molesto.—¿Qué no es claro? Vine a impedir esta boda, o más bien debo decir locura —responde.Las cejas de Cristóbal se fruncen más, en eso él me suelta y da dos pasos hacia adelante, toma el brazo de la mujer y sin volver ni nada la lleva consigo fuera de aquí.Mis manos aprietan el pequeño ramo de flores blancas que tengo entre ellas. De nuevo siento que el aire me falta, necesito salir de aquí, necesito correr como aquella vez.Esto fue una mala idea, debí suponerlo, más, sin embargo, acepté esta locura como dijo esa mujer. ¿Y si en la vida de Cristóbal ya hay alguien y yo solo soy la otra?Por Dios, en donde me vine a met
SOPHIEAquellas palabras se repetían en mi cabeza, cada segundo, “está buscando a su nieta.” Una tras otra vez, repetida y repetida.Mi mundo dio un giro de repente y la felicidad que había sentido en algún momento, se esfumó. Ahora el miedo se instala y no se va.Ese hombre que mi abuelo envío para buscarme, le dijo a Cristóbal que regresaría mañana temprano para mostrarle una foto de la joven extraviada, ósea de mí.—¿Ahora qué haré, qué haré? —repetí en un murmuro.Después de que Cristóbal volvió al restaurante, le dimos final al pequeño festejo. Estaba tan distraída y nerviosa que no me fije en el lugar que me encontraba.Es el camarote de Cristóbal, alguien arreglo la habitación para que el entono tuviera un destello de romanticismo. Pétalos formando un camino, un aroma dulce, cómo a fresas, la luz tune y una cama muy bien ordenada con sábanas blancas.Cristóbal camina hacia un pedestal que tiene un checo arriba, de ahí saca una botella de vino y después toma unas copas que están
SOPHIECristóbal se marcha después de vestirse, me dijo que no tardaría en volver, pero yo no sé si pueda quedarme a esperarlo.En cuanto él sale, yo me levanto y voy en busca de mi ropa. Me visto de inmediato y cuando termino salgo de su camarote son mucho cuidado de que nadie me vea.Bajo hasta la cocina y paso para llegar a los camarotes de los empleados. Mis cosas todavía están allí, eso quiero creer. Sin embargo, cuando llego el lugar ya está ocupado por alguien más.—Perdón, pensé que estaba vacío —me disculpo antes de cerrar la puerta.Me apoyo en la puerta y me pongo a reflexionar, en donde pueden estar mis cosas. No son muchas, en realidad no es casi nada, lo único que me interesa son los ahorros que tenía guardados entre mi ropa.Camino devuelta y paso por la cocina, en ese trayecto me encuentro con Elena. Me mira con una expresión de duda y se acerca.—¿Qué estás haciendo aquí? —su tono no tan duro como la mayoría de las veces que me habló en el pasado.—Solo vine a buscar
SOPHIEDe repente, una mano me agarra con fuerza y me comienza a llevar a la superficie. Toso y escupo el agua, mientras trato de recuperar el aliento. Abro los ojos y veo a mi salvador…—¿Sophie, estás bien? —pregunta con total preocupación Cristóbal.Le dirijo la mirada y con unas lágrimas en los ojos le respondo.—Sí, lo estoy, gracias a ti.—Me alegro saber eso —articula con una sonrisa amable, después de eso me abraza.¿Cómo es que me atreví hacerle eso? Él preocupado por mí y yo huyendo por miedo a que me atrapen.No me di cuenta de que estaba temblando, hasta que se alejó un poco para ayudarme a ponerme de pie.—Estás temblando, debes tener mucho frío —dice y de repente se quita su saco y me lo coloca sobre los hombros, lo abotona con mucho cuidado. —Debo llevarte a la enfermería.Niego.—Estoy bien, solo tragué un poco de agua, pero todo está bien —intento tranquilizarlo.—No me quedaré tranquilo hasta que el médico te revise y me diga si estás realmente bien.Suspiro, no me q
CRISTÓBALTomo asiento en mi silla giratoria en la oficina mientras termino unos enviar correos electrónicos y revisar documentos importantes. Mis dedos se mueven rápido sobre el teclado de mi portátil, mis ojos escanean los números y las gráficas en la pantalla. Algo no cuadraba bien. Más tarde hablaré eso con Beatrice.Después de unos minutos de trabajo suspiró y me inclino hacia atrás en mi silla. Frotó el puente de mi nariz mientras cierro los ojos y dejo escapar otro suspiro, está vez algo cansado.La verdad no he descansado mucho estos días, con el trabajo, con lo de mi madre y ahora con lo del accidente de Sophie, no he tenido tiempo para dormir bien. Ahora el cansancio me está cobrando factura.En ese momento, escucho el tono de mi celular sonando sobre el escritorio. Lo tomo y miro la pantalla, al ver que es Héctor contesto de inmediato.—¿Qué hay? —contesto al iniciar la llamada.—Conseguimos que el caso de la empleada se fuera a juicio, es un delito muy grave y pueden darle
CRISTÓBAL—No me interesa, y no llames de nuevo —refuto molesto.—Espera… Tienes que saberlo —insiste, antes de que corte la llamada.—Adiós, Samanta, —es todo lo que digo antes de finalizar y soltar el teléfono.¿Qué tiene en la cabeza esa mujer? Tuvo el descaro de pararse en mi boda y luego hace esta llamada para plantearme dudas, la conozco y sé que sus intenciones no son nada buenas.No dejaré que se interponga entre Sophie y yo, no dejaré que dañe este matrimonio cómo lo hizo con nuestra relación. El pasado lo dejé atrás y así continuará.Termino de hacer los últimos pendientes y salgo de la oficina. En el camino me cruzo con Beatrice.—Te estuve esperando toda la tarde para resolver los últimos arreglos con los vendedores. —Le digo. —No me ha llegado la factura, ¿si hiciste el pago?—Oh, sí, disculpa, Cristóbal —dice de un modo inusual, la noto algo distraída. —Para mañana quedan los últimos ajustes de acuerdo, ya solo faltan las firmas de los vendedores y la tuya —informa, —tam
SOPHIEEstoy dando vueltas por todo el dormitorio, llevo un buen rato así, ni siquiera oí cuando llamaron a la puerta.Me detengo en cuanto la puerta se abre, Minerva asoma la cabeza, parece que va a decir algo, y simplemente aprieta los labios cuando se percata de mi presencia en la habitación.—¿Todo bien? —Hago la pregunta yo. —¿Pasa algo?La noto extraña, cómo si algo le preocupara. Su silencio hace que yo me impaciente un poco más.Finalmente, ella me da una respuesta, solamente sacudiendo la cabeza, luego suspira y expresa un gesto notorio.No, algo pasa, y sé que está pensando si decírmelo o no.—Minerva, me preocupas, ¿te sientes bien? —cuestiono de nuevo.—Estoy bien, todo anda bien —por fin dice.¿Pero y entonces?¿Soy yo o algo está pasando?Tengo los nervios al tope, desde ayer cuando me enteré de que volveríamos a la ciudad que estuvimos antes, no he podido ni siquiera dormir. La angustia no me ha dejado ni un minuto, menos cuando supe que habíamos llegado y que Cristóbal