SOPHIELa habitación está bañada por el suave resplandor del amanecer; me doy cuenta al momento que abro un poco los ojos. Me froto los ojos y me estiro en la cama, me siento renovada, con más vida. Después de una agradable noche que pase con Cristóbal, la calma llego a mí.Me giro hacia la ventana para ver el hermoso día que hay hoy. Los rayos del sol se filtran por las cortinas claras que son un poco transparentes; la luz dorada ilumina el dormitorio.De repente, siento unas caricias en mi espalda, después en mi hombro y sonrío por eso, también porque percibo ese aroma que se ha vuelto familiar para mí. Me vuelvo hacia mi esposo, que me ve con una mirada tierna. En su mano tiene una rosa blanca; la verdad me ha sorprendido. Mi sonrisa se expande cuando me la ofrece, la tomo con delicadeza y rozo mis dedos con su mano.—Buenos días, hermosa —pronuncia con su voz profunda. —¿Dormiste bien? —. Hay una pequeña sonrisa en sus labios.—Si —digo, apenada. Sé que a estas alturas no debo ave
Al abrir los ojos me doy cuenta de que está oscuro y estoy sola en una habitación. No sé dónde estoy, trato de levantarme, pero me mareo de inmediato y me siento regresando al lugar anterior. Mi mente comienza analizar todo, recuerdo que estaba caminando por una calle, había bajado del barco e iba a buscar a Cristóbal, me había enterado de que estaba en la comisaría.—Cristóbal —exclamo, al ponerme de pie de nuevo.Busco con la mirada alguna salida, pero no logro visualizar nada. Imposible ver en esta oscuridad lúgubre una puerta o una ventana, si es que existe una en este sitio.De repente percibo un ruido, como una puerta abriéndose. Pese a estar confundida, no tardo en captar la presencia de alguien, demasiado cerca diría yo. La luz es encendida y me cubro con el brazo porque la iluminación me ciega por unos segundos.Al oír los pasos que se acercan más, retiro el brazo de mi cara para así ver a esa persona. No tengo dudas, me imagino quien es.―Abuelo ―digo, sin un tono de sorpres
CRISTÓBALMe siento aturdido y desesperado. Cuando llegue al camarote, ya por la noche y no vi rastro de Sophie por ningún lado, me puse a buscarla fuera de allí, con mi madre, en el restaurante y en otros lugares del barco.Pero nada, no hubo respuestas y señales de ella. El barco zarpó en el trascurso del día, yo estaba en la oficina cuando ocurrió, y si ella había bajado, entonces era posible que estuviera en la ciudad.Después de que no la hallé por ningún sitio, incluso en ningún rincón del barco, le exigí al capitán que volviéramos a la ciudad, necesitaba buscarla allí urgentemente, antes de que algo malo pasé.El barco demora varias horas en regresar a la tierra, pero en cuanto llegamos bajo de inmediato. No tengo ninguna pista o algún testigo de que la haya visto ese día anterior, ni siquiera logré dormir, pues estuve muy ocupado buscándola y pensando en donde podía estar.A mi madre no le pregunté nada, si ella supiera algo ya me hubiese dicho, decidí no contarle para no preo
SOPHIE A medida que pasan los días, cada vez me siento más desesperada. Había intentado de todo para escapar de este lugar; sin embargo, los esfuerzos habían sido en vano. Me siento sin fuerzas y cada vez me resigno a este cruel destino.Regrese a mi habitación antigua, solo estuve una noche en aquel calabozo sombrío, pero el abuelo me amenazó con regresarme si hacia alguna tontería. Así que ya no intenté buscar una salida, de todas maneras no existe ninguna, ya que la vigilancia la incremento.Cámaras, sensores de alarmas y más hombres de seguridad vigilan cada parte de esta mansión, estoy segura de que no dejaron ningún rincón vacío.Después de aquel día, del dicho compromiso, me permitió volver al que era mi dormitorio, solo que dejó una persona a cargo para que siguiera las veinticuatro horas del día y más si salía de la habitación, incluso se había convertido en mi sombra. No quiero ni recordar ese día, tuve que aparentar ser una feliz prometida, todo para satisfacer a ese homb
¿Por qué a mí? Son las palabras que repito en mi cabeza después de que el abuelo me abofeteó y me insulto. No quiero esta vida, no la merezco, pero ¿qué otra cosa puedo hacer para escapar? Las pocas opciones se han agotado y estoy cansada de huir todo el tiempo. Creo que lo mejor será dejarme morir, al final no hay otra vida distinta para mí, solo esta, y ya me cansé. Cada mañana ha pesado abrir los ojos, levantarme y hacer como si todo estuviera bien, para solo complacer al villano de mi abuelo. Si tan solo tuviera una pequeña esperanza, algo que me dé la fuerza que necesito para seguir de pie. Pero por supuesto que no la hay y no la habrá, menos en este horrible lugar. El frío de la habitación entumece mi cuerpo, estamos a temperaturas bajas, y no se han molestado en encender la calefacción, o al menos no en mi dormitorio. No sé por cuanto tiempo más estaré aquí encerrada, pero tal vez esto es más preferible que casarme con ese hombre. Debería estar ya acostumbrada es clase d
—Esto que estás viviendo ahora no es nada, puedo hacer que Grecia este a mis pies, incluso Sotiriou —revela, —como te decía, si logras escapar de nuevo, haré que ellos respondan por ti. Analizo sus palabras amenazantes, por supuesto que no voy a permitir eso. ¿Puede existir más infierno que este? —Sí, prometo que no haré nada para escapar de nuevo. Creo que mis palabras no las creía de todo porque tuvo que repetirme sus amenazas. —Te voy a creer, por esta vez —dice. —Pero si haces algo, ya sabes. Si creí que el abuelo es el peor ser humano que conocía, me equivoqué; este hombre es un demonio en carne y hueso. Sonríe satisfecho por mi respuesta. Se pone de pie y se acomoda su saco. —Ahora a darle marcha a lo que sigue —anuncia. Me imagino que se refiere a la boda, así que no le pregunto y la verdad tampoco quiero saber los detalles. Me indica para que me ponga de pie y lo sigo hasta la puerta, se detiene antes de salir. —No le digas a Charlie de que hablamos, invéntate algo.
Comienzo a sentirme fatal, a punto de sentir mi cuerpo adolorido, tengo un fuerte dolor de cabeza y un escalofrío constante que no logra desaparecer. En ese momento escucho varias voces, no logro distinguirlas. Abro los ojos pesadamente, sigo en la oscuridad, me imagino que todavía en el calabozo. No sé cuanto tiempo llevo aquí, no sé si son horas, días o incluso más tiempo.Mi cuerpo está entumecido, no responde. Trato de levantarme de donde estoy tirada en el suelo frío y húmedo, pero no lo consigo, ni un poco. Quiero hablar, pedirle un vaso con agua a la mujer que veo, pero mi garganta se siente seca y no sale ninguna palabra, solo unos quejidos de dolor.—Ahí está, —habla la voz de la mujer. —Le dije que no se miraba bien, creo que empeoro. Trato hablar otra vez, pero mi lengua está como entumecida. Apenas visualizo al abuelo cuando entra en el pequeño cuarto, detrás de él viene un hombre con bata blanca.El abuelo le indica algo y ese hombre se acerca, se inclina en donde estoy
CRISTÓBAL—No te hagas esto a ti, y tampoco se lo hagas a ella —son las palabras de Héctor.Niego con la cabeza resignada y con completo cansancio.Llevo horas en este hospital, cuidado de mi madre y tratando de pasar el mayor tiempo con ella. No he regresado al trabajo, mi amigo, incluso Beatrice, son los que me están ayudando desde la oficina y me avisan de cualquier asunto.Y sobre el investigador, todavía no he tenido respuesta, él tiene mi número.—Trato de mantenerme fuerte, por mamá —le digo. —Es difícil, no quiero que muera.—Entiendo —me da un apretón en el hombro. —Pero tú ya sabías lo que iba a pasar.Asiento, con la cabeza baja.—Pero no estoy listo.—Creo que nadie puede estarlo, nadie se atreve a dejar ir a un ser amado. Tienes que aprender a vivir con ello una vez se marche para siempre de tu vida.Soy incapaz de ver una vida sin ella a mi lado, recordándome cosas, guiándome, regañándome a pesar de mi edad. Todas esas cosas me harán falta, mi madre me hará mucha falta.