¿Por qué a mí? Son las palabras que repito en mi cabeza después de que el abuelo me abofeteó y me insulto. No quiero esta vida, no la merezco, pero ¿qué otra cosa puedo hacer para escapar? Las pocas opciones se han agotado y estoy cansada de huir todo el tiempo. Creo que lo mejor será dejarme morir, al final no hay otra vida distinta para mí, solo esta, y ya me cansé. Cada mañana ha pesado abrir los ojos, levantarme y hacer como si todo estuviera bien, para solo complacer al villano de mi abuelo. Si tan solo tuviera una pequeña esperanza, algo que me dé la fuerza que necesito para seguir de pie. Pero por supuesto que no la hay y no la habrá, menos en este horrible lugar. El frío de la habitación entumece mi cuerpo, estamos a temperaturas bajas, y no se han molestado en encender la calefacción, o al menos no en mi dormitorio. No sé por cuanto tiempo más estaré aquí encerrada, pero tal vez esto es más preferible que casarme con ese hombre. Debería estar ya acostumbrada es clase d
—Esto que estás viviendo ahora no es nada, puedo hacer que Grecia este a mis pies, incluso Sotiriou —revela, —como te decía, si logras escapar de nuevo, haré que ellos respondan por ti. Analizo sus palabras amenazantes, por supuesto que no voy a permitir eso. ¿Puede existir más infierno que este? —Sí, prometo que no haré nada para escapar de nuevo. Creo que mis palabras no las creía de todo porque tuvo que repetirme sus amenazas. —Te voy a creer, por esta vez —dice. —Pero si haces algo, ya sabes. Si creí que el abuelo es el peor ser humano que conocía, me equivoqué; este hombre es un demonio en carne y hueso. Sonríe satisfecho por mi respuesta. Se pone de pie y se acomoda su saco. —Ahora a darle marcha a lo que sigue —anuncia. Me imagino que se refiere a la boda, así que no le pregunto y la verdad tampoco quiero saber los detalles. Me indica para que me ponga de pie y lo sigo hasta la puerta, se detiene antes de salir. —No le digas a Charlie de que hablamos, invéntate algo.
Comienzo a sentirme fatal, a punto de sentir mi cuerpo adolorido, tengo un fuerte dolor de cabeza y un escalofrío constante que no logra desaparecer. En ese momento escucho varias voces, no logro distinguirlas. Abro los ojos pesadamente, sigo en la oscuridad, me imagino que todavía en el calabozo. No sé cuanto tiempo llevo aquí, no sé si son horas, días o incluso más tiempo.Mi cuerpo está entumecido, no responde. Trato de levantarme de donde estoy tirada en el suelo frío y húmedo, pero no lo consigo, ni un poco. Quiero hablar, pedirle un vaso con agua a la mujer que veo, pero mi garganta se siente seca y no sale ninguna palabra, solo unos quejidos de dolor.—Ahí está, —habla la voz de la mujer. —Le dije que no se miraba bien, creo que empeoro. Trato hablar otra vez, pero mi lengua está como entumecida. Apenas visualizo al abuelo cuando entra en el pequeño cuarto, detrás de él viene un hombre con bata blanca.El abuelo le indica algo y ese hombre se acerca, se inclina en donde estoy
CRISTÓBAL—No te hagas esto a ti, y tampoco se lo hagas a ella —son las palabras de Héctor.Niego con la cabeza resignada y con completo cansancio.Llevo horas en este hospital, cuidado de mi madre y tratando de pasar el mayor tiempo con ella. No he regresado al trabajo, mi amigo, incluso Beatrice, son los que me están ayudando desde la oficina y me avisan de cualquier asunto.Y sobre el investigador, todavía no he tenido respuesta, él tiene mi número.—Trato de mantenerme fuerte, por mamá —le digo. —Es difícil, no quiero que muera.—Entiendo —me da un apretón en el hombro. —Pero tú ya sabías lo que iba a pasar.Asiento, con la cabeza baja.—Pero no estoy listo.—Creo que nadie puede estarlo, nadie se atreve a dejar ir a un ser amado. Tienes que aprender a vivir con ello una vez se marche para siempre de tu vida.Soy incapaz de ver una vida sin ella a mi lado, recordándome cosas, guiándome, regañándome a pesar de mi edad. Todas esas cosas me harán falta, mi madre me hará mucha falta.
CRISTÓBALMe encuentro en la oficina, sentado detrás del escritorio. Hay un completo silencio, excepto por el sonido del reloj que cuelga en la pared. Es un sonido constante que hace eco en la habitación y también en mi mente. Han pasado dos semanas desde que mi madre falleció, y tres semanas de que Sophie desapareció.La preocupación y el dolor me siguen consumiendo, pero tengo que continuar, al menos trabajar, no puedo dejar que mi negocio de embarcación caiga, algo por lo que trabaje por años.He tratado concentrarme en el trabajo, esperar a que esto me distraiga un poco; sin embargo, mi mente está llena de pensamientos inquietantes. Todavía tengo a alguien y esa persona está allí afuera extraviada, quien sabe donde.El investigador llamó una semana después del fallecimiento de mi madre, dijo que se enteró de mi pedida y no quiso molestar, pero que de todas maneras no tenía noticias relevantes. Me dijo que me volvería a buscar en unos siete o diez días más.Sigo impaciente esperand
SOPHIEMi corazón late con fuerza mientras sigo viendo el papel en mi mano, unas letras mayúsculas que dicen “POSITIVO” me deja la sangre helada, no por el resultado, sino porque no sé qué haré ahora. Esta noticia llega en el momento más inoportuno.«Estoy embarazada, tendré un hijo de Cristóbal».Pero si el abuelo se entera me va a asesinar o me va a sacar a golpes el bebé. Esto para él será como sabotear sus planes.Tengo miedo.Me niego a que le haga daño a mi hijo, incluso si me obliga a abortar. No sé cómo le voy a hacer, sé que no puedo ocultar lo del embarazo por mucho tiempo, se notará y se dará cuenta. En algún momento mi cuerpo comenzará a revelar mi aparecía de embarazada.Tengo que buscar una salida antes de que se sepa. La única opción es volver a intentar escapar, y tener a mi bebé lejos de aquí, sin temor a las represalias del abuelo.Pasan los días y semanas, y sigo buscando una solución o una idea. No puedo confiar en nadie de las personas que están bajo este techo, I
Con el corazón latiendo con fuerza, a casi a punto de salirse de mi pecho, mi nueva compañera de viaje conduce como si estuviéramos en una persecución.Ya nos alejamos bastante del hospital, pero ella sigue conduciendo de la misma manera. Cuando dijo que les haría compañía creí que se refería a Vicente y a ella; sin embargo, la mujer se refería a una niña como de diez años que va en el asiento trasero, distraída en una tablet.—¿Es tu hija? —indago mientras veo de reojo hacia el asiento trasero, la niña continúa concentrada en lo suyo.—Sí. —La mira por el espejo mientras sonríe. —Está por cumplir once años, se llama Susy, y yo soy Nancy —gira su cabeza para verme brevemente.—Un gusto Nancy, yo soy Sophie…—Lo sé —me interrumpe. —Vicente me habló mucho de ti, incluso me contó unas cosas, espero no te molestes.—No, claro que no —niego con las manos. —Es solo que me cuesta confiar en las personas.—Lo entiendo —asiente sin quitar su atención del camino. —Yo viví por años con un hombre
Al día siguiente, decido no ir a buscar trabajo por mi cuenta, ya que Nancy me dice que si voy a solicitar con mi documentación puedo quedar en expuesta y así logren encontrarme.Así que estoy esperando a que ella me ayudé, quedó de hablar con la dueña de una pequeña tienda que es una conocida de su tía.Después de varios días, finalmente Nancy me tiene respuesta sobre el empleo en la tienda que me mencionó. Es una tienda de antigüedades. La dueña es una mujer mayor llamada Isabel, dijo que necesitaba una ayudante para las ventas e inmediatamente Nancy le habló de mí.Me puse muy contenta cuando me dijeron de mi nuevo trabajo. Le prometí que no le quedaría mal, que me esforzaré y me abriré aprender muchas cosas ahí, pues iba a hacer la primera vez que trabajaba en una tienda y en la parte de ventas.Llego mi primer día como vendedora de antigüedades. Conocí a Isabel, era una mujer muy sabia y apasionada por su negocio, me comenzó a contar historias y curiosidades sobre cada objeto en