CRISTÓBALSalgo de prisa de la habitación, camino directo hacia la parte donde se encuentran los congeladores. Antes de salir le dije a mi madre que era algo de trabajo por lo que me llamaron, que la iría a dejar a su camarote y en cuanto tuviera noticias le avisaría.Tuve que mentirle un poco, ya que no la mire muy bien cuando llegó a la oficina. Al parecer la presión no la tenía muy bien y no quería asustarla, menos si solamente eran sospechas de los guardias.Es ilógico que ella esté adentro de un congelador, aparte ¿por qué estaría allí? Se supone que debía estar con mi madre, y no en la cocina.—¿En dónde? —pregunto cuando cruzo la puerta de la cocina. Ignoro las miradas de todos los empleados que están ahí.—Por allá, señor —me indica el guardia.Lo sigo, nunca había estado aquí, aceptó que no suelo visitar todos los sitios de los barcos, no tengo el tiempo y para eso tengo personal para cada puesto y tarea.Entramos a un pasillo más amplio que el anterior, pasamos varias puerta
CRISTÓBAL—¿En serio ella está bien?—Sí, ya te lo dije más de veinte veces —le repetí a mi madre. —Ahora descansa un poco, después de eso podrás ir a visitarla, aunque todavía no se sabe si despertara hoy, también debe de descansar.Le ayudo con la sábana para que entre debajo y se recueste. Me inclino y beso su frente, luego me alejo para irme, pero mi madre habla.—Hijo —me llama. Me giro y para verla. —Es ella.No estoy entendiendo nada.—¿Qué cosa? Madre.—Sophie, que es ella. —Continuo sin comprender sus palabras. Suspira. —Ella es la indicada para ti, hijo. Pídele que se case contigo.Abro la boca para responder, pero me quedo sin palabras. No esperaba que mi madre dijera eso, yo hasta di por hecho que ella ya había olvidado ese tema, pero ahora veo que no.Es posible que haya estado pensando todo este tiempo en eso, viendo a Sophie cómo una nuera, cómo mi futura esposa.—Madre, no es momento para pensar en esas cosas.Es lo único que le respondí antes de irme.Y aunque lo hubi
SOPHIEAbro los ojos, se sienten todavía pesados; sin embargo, en cuanto los abro, lo primero que veo es a la señora Minerva.—Oh, mi niña, has despertado —dice con una enorme sonrisa y entre lágrimas. —Me pegaste un gran susto, estuvimos muy preocupados por ti.Cuando dice “preocupados” me percato de que no está sola, su hijo está detrás de ella, un poco alejado pero está viéndome.Si antes sentía frío, ahora mi cuerpo está entrando en calor. No puedo sostenerle la mirada, así que la aparto y la fijo en mi amiga.—Perdón, mi intención nunca fue preocuparte —digo. —Siento no haber ido a tiempo a buscarte, es que alguien me dijo que…Niega.—Lo sé, ya sabemos todo —dice ella.—¿Saber qué? —levanto las cejas, sorprendida.—Sobre la chica esa que te pidió que fueras a los congeladores, sé que ella es la culpable. Te llevó a allí y te encerró.Mis cejas se levantan más. No quería decir eso, ahora que lo recuerdo, Penny solo fue avisarme que Elena necesitaba de mi ayuda, y yo fui para que
SOPHIEHuir por un matrimonio arreglado que mi abuelo me condiciono, y ahora le estoy dado vueltas en mi cabeza lo que me dijo Minerva.Casarme con su hijo…Si acepto, ¿qué pasaría? Estoy considerándolo y todavía ni siquiera sé si él está de acuerdo con eso. No creo que apruebe una proposición descabellada como esa. ¿Y si, si lo hace, y si dice que si quiere casarse conmigo?No tiene sentido para mí, escapar muy lejos por algo así y al final acabar contrayendo matrimonio con otro hombre.Miro el océano, en este momento no se puede distinguir bien su tonalidad y su movimiento, porque la oscuridad no lo permite, pero al menos se puede escuchar el sonido.Me alejé para pensar bien las cosas. Ya me siento un poco mejor, pero todavía estoy lista para retomar mi empleo. No sé si podré ver a la cara a Minerva o incluso a su hijo.Todo esto me pone muy nerviosa, no sé cómo comportarme delante de él, y ahora con esto del matrimonio, menos lo lograré.—Oh, mamá, si estuvieras en este instante c
CRISTÓBALMe encontraba en mi oficina, le pedí a Héctor y a Beatrice que se hicieran cargo del trabajo de hoy. Mi amigo se encargará de cerrar la negociación con los vendedores y Beatrice revisará los movimientos bancarios para que el dinero llegue a sus bolsillos.Héctor me ignora cuando le doy la última información, su mirada está puesta y concentrada en el portátil que tiene frente a él. Quiero hablar con él a solas, comentarle la locura que estoy a poco tiempo de realizar, necesito pedirle que sé uno de los testigos, pero con Beatrice aquí no lo haré, mejor regreso más tarde y hablo con él.Le aviso que estaré devuelta más tarde, luego de eso salgo de la oficina.Conocía a Héctor desde hace mucho, es un tipo serio y de pocas palabras; sin embargo, nos acoplamos bien en el trabajo y después nos hicimos amigos. En ese entonces, cuando lo conocí, yo estaba empezando con mi embarcación, no tenía mucho a mi favor y como Héctor es abogado y sabía del mundo empresarial, se ofreció ayudar
SOPHIEHago la pregunta en mi cabeza, pero no en voz alta, ¿adónde vamos? La respuesta llega cuando el auto se detiene en sitio. Una vez que bajamos me doy cuenta de que es un restaurante al que llegamos.Cristóbal nos trajo a un pequeño restaurante que queda algo cerca del muelle. Apenas caigo en cuenta que estamos en una ciudad y no en el barco. Pero con tantas cosas que han pasado, no he tenido cabeza para pensar en nada más.Una persona bien vestida, saluda a Cristóbal con cortesía, le indica algo y después nos pide que lo sigamos. Nos lleva hacia un área apartada de todos los comensales, un sitio más privado.Cuando llegamos a la mesa seleccionada, Cristóbal nos ofrece a Minerva y a mí, las sillas para que tomemos asiento. En cuanto nos instalamos en nuestros lugares, el hombre que viste formal nos pregunta que deseamos beber. Antes de que pedida un vaso con agua, Cristóbal se adelanta y ordena una botella de vino. Nunca he bebido alcohol, así que trataré de no beber casi nada.E
SOPHIELa mujer avanza y después se detiene enfrente de nosotros, nos mira a ambos y luego se queda viendo fijamente a Cristóbal.Confundida y sin saber qué hacer, me atrevo hacer la pregunta:—¿Qué está pasando?Sin embargo, no tengo una respuesta, Cristóbal me ignora, está más atento a la mujer que tiene enfrente.—¿Qué haces aquí? —se dirige a ella con un tono molesto.—¿Qué no es claro? Vine a impedir esta boda, o más bien debo decir locura —responde.Las cejas de Cristóbal se fruncen más, en eso él me suelta y da dos pasos hacia adelante, toma el brazo de la mujer y sin volver ni nada la lleva consigo fuera de aquí.Mis manos aprietan el pequeño ramo de flores blancas que tengo entre ellas. De nuevo siento que el aire me falta, necesito salir de aquí, necesito correr como aquella vez.Esto fue una mala idea, debí suponerlo, más, sin embargo, acepté esta locura como dijo esa mujer. ¿Y si en la vida de Cristóbal ya hay alguien y yo solo soy la otra?Por Dios, en donde me vine a met
SOPHIEAquellas palabras se repetían en mi cabeza, cada segundo, “está buscando a su nieta.” Una tras otra vez, repetida y repetida.Mi mundo dio un giro de repente y la felicidad que había sentido en algún momento, se esfumó. Ahora el miedo se instala y no se va.Ese hombre que mi abuelo envío para buscarme, le dijo a Cristóbal que regresaría mañana temprano para mostrarle una foto de la joven extraviada, ósea de mí.—¿Ahora qué haré, qué haré? —repetí en un murmuro.Después de que Cristóbal volvió al restaurante, le dimos final al pequeño festejo. Estaba tan distraída y nerviosa que no me fije en el lugar que me encontraba.Es el camarote de Cristóbal, alguien arreglo la habitación para que el entono tuviera un destello de romanticismo. Pétalos formando un camino, un aroma dulce, cómo a fresas, la luz tune y una cama muy bien ordenada con sábanas blancas.Cristóbal camina hacia un pedestal que tiene un checo arriba, de ahí saca una botella de vino y después toma unas copas que están