18

Leo conducía a duras penas y de reojo buscaba la presencia de la chica. A sus pensamientos llegó el recuerdo de la cara de la joven. Ella estaba muy asustada, estaba muy aterrada.

¿Acaso no era suficiente tener que pasar por esta nueva prueba? ¿No era suficiente con el maldito secuestro?

Su corazón palpitó hasta querer desbocarse de su pecho cuando escuchó los gritos de ella, prácticamente ella lo trajo del otro lado. Su voz lo llamó para no morir.

¿Qué era lo que le estaba pasando con respeto a esa joven extraña? ¿Acaso se le olvidó cuál era su obligación con ese trabajo?

Después de conducir por un largo tiempo en silencio y muy preocupado por lo que él sentía por aquella joven, detuvo el vehículo a un lado del camino y la miró con expresión de extrañeza.

Tenía que saber lo que ella

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