Capítulo 1

"Enamorado, enamorado, enamorado"

Esa sencilla palabra no dejaba de retumbar en la mente de Kayla, mientras esperaban la orden de hamburguesas y ella de papas fritas, sus ojos recorrían el perfil de Mickey, después de aquella declaración, había quedado en completo estado vegetativo, Jade tuvo que intervenir evitando que pasara por un momento vergonzoso. Al ver su rostro ensimismado y lleno de incredulidad, lo único que ocurrió fue que ambos comenzaron a reírse, argumentando que era cierto. Y ahora estaba frente al par de chicos que actuaban de manera extraña como si no existiera.

—¡Te lo digo en serio, esa zorra se te resbala como calzón aguado de bebé! —ríe Jade lanzándole una mirada llena de coquetería inocente a Mickey.

—Tiene unas tetas de diez, pero... —Mickey ancló sus ojos avellana sobre ella y ladeó una sonrisa pícara—. A mí me gusta otra chica.

Kayla casi se atraganta con su propia saliva al escucharlo decir eso, y antes de que sus mejillas delataran su pena, se puso de pie de forma sorpresiva.

—Voy al baño —se excusó sin darles tiempo de decir algo más, giró sobre sus talones y se dirigió al área de los sanitarios.

Al entrar, se pudo percatar que estaba vacío, se lavó las manos y casi jugando, se aventó agua fría en el rostro.

«Vamos, estás exagerando»

Pensó para sus adentros, se dispuso a echarse un vistazo rápido en el espejo, cuando su celular comenzó a vibrar. Lo sacó con destreza de uno de los bolsillos de su pantalón y el nombre de Darren apareció en la pantalla, provocando que un sudor frío recorriera su espina dorsal. Un sentimiento de angustia la invadió, y con manos casi temblorosas abrió el mensaje de texto que le había enviado.

Darren: ¿En dónde estás?

Enseguida le llegó otro... y varios más.

Darren: ¿Te estás acostando con él?

Darren: ¡Si no me contestas en este preciso instante, juro que lo lamentarás!

Al leer el último mensaje sintió que el celular se le resbalaba de las manos, y estuvo a punto de apagarlo cuando una nueva notificación con su nombre como remitente, le llegó.

Darren: Mi amor, lo siento, solo quiero saber en dónde estás.

Kayla tomó una bocanada de aire y tras pensarlo unos segundos más, por impulso, dejándose vencer por los celos, el dolor y su corazón roto, comenzó a teclear un mensaje y después de leerlo dos veces, lo envió.

Kayla: Te vi con la rubia, esto se terminó.

Apagó su celular y salió del baño, no sin antes tener la torpeza ingenua de chocar contra alguien.

—Lo siento —se disculpó incluso antes de poder alzar la mirada y poder darse cuenta de que se trataba de Mickey—. ¿Qué haces aquí?

La mirada de Mickey era penetrante, oscura, parecía enfadado por algo y casi por inercia sintió la necesidad de protegerse.

—Tardaste demasiado —respondió él con un tono de voz gélido—. Pensé que estarías en problemas.

—¿Problemas?

—Sí.

—¿Y por qué lo estaría? —Cuestionó Kayla, dejándose llevar por las motas oscuras de sus ojos avellana—. Solo estaba en los baños.

—No lo entiendes... —Mickey dio un paso adelante acortando la distancia que los separaba a los dos.

Su corazón comenzó a bombear a toda velocidad, y la sonrisa de Mickey se convirtió en una mueca de silencio.

—Tenemos que irnos —espetó con firmeza él, mostrando una mirada agridulce al tiempo que hacía prisionero su brazo con un agarre sin ser demasiado brusco u hostil—. Watson está aquí.

Enseguida su garganta se cerró, sus labios se sellaron y sin pensar comenzó a sentir que se asfixiaba en aquel lugar.

—¿Cómo sabe qué estoy aquí? —preguntó perpleja.

—Creo que no lo sabe, hace cinco minutos que llegó en compañía de su equipo, está rodeado de porristas y gente idiota —le explicó Mickey rápidamente, estudiando su rostro, su reacción y movimientos—. Jade está convenciendo a uno de los empleados del lugar para que nos permita salir por la puerta trasera, ya que Watson está en una de las mesas cerca de la entrada principal.

¡Mierda!

Algo dentro de ella se contrajo como un nuevo espasmo, apretó los puños cansada de estar sintiendo temor, Darren había sido el chico de sus sueños, hasta que poco a poco se convirtió en un posesivo celoso. La idea de marcarle a su hermano mayor para que la recogiera se cruzó por su mente, pero al final decidió que no lo haría, odiaba meterlo en sus problemas, Darren y Owen jamás se llevaron bien, y siempre procuraban evitar encuentros.

—Oye, todo estará bien —Mickey intentó tranquilizarla, aunque el tono de su voz resumía impaciencia—. Sí intenta tocarte una vez más... yo no me detendré esta vez.

—¿Qué quieres decir? —Kayla alzó la mirada, su voz sonaba delgada y tensa, como un hilo a punto de romperse, entonces lo supo, Mickey los había visto.

Él sintió lástima por ella, en especial porque la amaba, y era real.

—No es tiempo para hablar de esto, ya habrá oportunidad, por el momento es mejor salir de este sitio antes de que...

—¡Joder, aquí están, tenemos que irnos! —La voz impaciente de Jade los sacó de su ensimismamiento—. Las rubias descerebradas se acercan a los baños.

—Andando —anunció Mickey con un movimiento liviano de cabeza.

Kayla comenzaba a hiperventilar, pero al ver a sus nuevos amigos tan decididos a ayudarla, reunió todo el valor posible y asintió con la cabeza. Los tres pasaron junto a las cinco rubias teñidas, quienes al estar tan embelesadas en su conversación llena de comentaros banales y sin sentido, no se dieron cuenta de lo que ocurría a su alrededor, Mickey tomó la mano de Kayla y entrelazó sus dedos con los de ella, un gesto que le dio aún más valentía.

Sus pasos resonaron en el enorme pasillo cubierto por lamparillas que emitían una luz amarilla chillante, Jade caminaba delante de ellos como si nada pasara, dándoles la espalda mientras ella se concentraba en esconder el miedo que sentía cada que escuchaba el nombre de su ahora ex novio; Darren. Al salir, el ruido de las conversaciones adyacentes de los clientes no tardaron en llegar hasta sus oídos, en especial una resaltaba de entre toda la gente.

—¡Te lo digo en serio, esa chica tiene un trasero que te vienes en cuanto lo ves! —exclamó lleno de euforia poco contenida, uno de los amigos de Darren y miembro del equipo.

—No te creo —la voz ronca de Darren casi la paralizó.

—Irá a esa estúpida fiesta de...

Kayla esquivaba con cuidado a los meseros que pasaban a su lado, con charolas llenas de comida o de lo que quedaba de ella, cuando uno de los chicos de ciencias; Teodoro Dikinson, la vio a punto de salir del local en compañía de Mickey y Jade, en algún irónico e inocente momento, se levantó de la silla para darle las gracias por ayudarlo la semana pasada con un experimento, alzó la mano y llenó de aire sus pulmones.

—¡Eh, Kayla! —gritó, llamando la atención de todos los presentes, en especial la de Darren, quien no tardó en localizarla.

"Se acabó"

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