"Enamorado, enamorado, enamorado"
Esa sencilla palabra no dejaba de retumbar en la mente de Kayla, mientras esperaban la orden de hamburguesas y ella de papas fritas, sus ojos recorrían el perfil de Mickey, después de aquella declaración, había quedado en completo estado vegetativo, Jade tuvo que intervenir evitando que pasara por un momento vergonzoso. Al ver su rostro ensimismado y lleno de incredulidad, lo único que ocurrió fue que ambos comenzaron a reírse, argumentando que era cierto. Y ahora estaba frente al par de chicos que actuaban de manera extraña como si no existiera.
—¡Te lo digo en serio, esa zorra se te resbala como calzón aguado de bebé! —ríe Jade lanzándole una mirada llena de coquetería inocente a Mickey.
—Tiene unas tetas de diez, pero... —Mickey ancló sus ojos avellana sobre ella y ladeó una sonrisa pícara—. A mí me gusta otra chica.
Kayla casi se atraganta con su propia saliva al escucharlo decir eso, y antes de que sus mejillas delataran su pena, se puso de pie de forma sorpresiva.
—Voy al baño —se excusó sin darles tiempo de decir algo más, giró sobre sus talones y se dirigió al área de los sanitarios.
Al entrar, se pudo percatar que estaba vacío, se lavó las manos y casi jugando, se aventó agua fría en el rostro.
«Vamos, estás exagerando»
Pensó para sus adentros, se dispuso a echarse un vistazo rápido en el espejo, cuando su celular comenzó a vibrar. Lo sacó con destreza de uno de los bolsillos de su pantalón y el nombre de Darren apareció en la pantalla, provocando que un sudor frío recorriera su espina dorsal. Un sentimiento de angustia la invadió, y con manos casi temblorosas abrió el mensaje de texto que le había enviado.
Darren: ¿En dónde estás?
Enseguida le llegó otro... y varios más.
Darren: ¿Te estás acostando con él?
Darren: ¡Si no me contestas en este preciso instante, juro que lo lamentarás!
Al leer el último mensaje sintió que el celular se le resbalaba de las manos, y estuvo a punto de apagarlo cuando una nueva notificación con su nombre como remitente, le llegó.
Darren: Mi amor, lo siento, solo quiero saber en dónde estás.
Kayla tomó una bocanada de aire y tras pensarlo unos segundos más, por impulso, dejándose vencer por los celos, el dolor y su corazón roto, comenzó a teclear un mensaje y después de leerlo dos veces, lo envió.
Kayla: Te vi con la rubia, esto se terminó.
Apagó su celular y salió del baño, no sin antes tener la torpeza ingenua de chocar contra alguien.
—Lo siento —se disculpó incluso antes de poder alzar la mirada y poder darse cuenta de que se trataba de Mickey—. ¿Qué haces aquí?
La mirada de Mickey era penetrante, oscura, parecía enfadado por algo y casi por inercia sintió la necesidad de protegerse.
—Tardaste demasiado —respondió él con un tono de voz gélido—. Pensé que estarías en problemas.
—¿Problemas?
—Sí.
—¿Y por qué lo estaría? —Cuestionó Kayla, dejándose llevar por las motas oscuras de sus ojos avellana—. Solo estaba en los baños.
—No lo entiendes... —Mickey dio un paso adelante acortando la distancia que los separaba a los dos.
Su corazón comenzó a bombear a toda velocidad, y la sonrisa de Mickey se convirtió en una mueca de silencio.
—Tenemos que irnos —espetó con firmeza él, mostrando una mirada agridulce al tiempo que hacía prisionero su brazo con un agarre sin ser demasiado brusco u hostil—. Watson está aquí.
Enseguida su garganta se cerró, sus labios se sellaron y sin pensar comenzó a sentir que se asfixiaba en aquel lugar.
—¿Cómo sabe qué estoy aquí? —preguntó perpleja.
—Creo que no lo sabe, hace cinco minutos que llegó en compañía de su equipo, está rodeado de porristas y gente idiota —le explicó Mickey rápidamente, estudiando su rostro, su reacción y movimientos—. Jade está convenciendo a uno de los empleados del lugar para que nos permita salir por la puerta trasera, ya que Watson está en una de las mesas cerca de la entrada principal.
¡Mierda!
Algo dentro de ella se contrajo como un nuevo espasmo, apretó los puños cansada de estar sintiendo temor, Darren había sido el chico de sus sueños, hasta que poco a poco se convirtió en un posesivo celoso. La idea de marcarle a su hermano mayor para que la recogiera se cruzó por su mente, pero al final decidió que no lo haría, odiaba meterlo en sus problemas, Darren y Owen jamás se llevaron bien, y siempre procuraban evitar encuentros.
—Oye, todo estará bien —Mickey intentó tranquilizarla, aunque el tono de su voz resumía impaciencia—. Sí intenta tocarte una vez más... yo no me detendré esta vez.
—¿Qué quieres decir? —Kayla alzó la mirada, su voz sonaba delgada y tensa, como un hilo a punto de romperse, entonces lo supo, Mickey los había visto.
Él sintió lástima por ella, en especial porque la amaba, y era real.
—No es tiempo para hablar de esto, ya habrá oportunidad, por el momento es mejor salir de este sitio antes de que...
—¡Joder, aquí están, tenemos que irnos! —La voz impaciente de Jade los sacó de su ensimismamiento—. Las rubias descerebradas se acercan a los baños.
—Andando —anunció Mickey con un movimiento liviano de cabeza.
Kayla comenzaba a hiperventilar, pero al ver a sus nuevos amigos tan decididos a ayudarla, reunió todo el valor posible y asintió con la cabeza. Los tres pasaron junto a las cinco rubias teñidas, quienes al estar tan embelesadas en su conversación llena de comentaros banales y sin sentido, no se dieron cuenta de lo que ocurría a su alrededor, Mickey tomó la mano de Kayla y entrelazó sus dedos con los de ella, un gesto que le dio aún más valentía.
Sus pasos resonaron en el enorme pasillo cubierto por lamparillas que emitían una luz amarilla chillante, Jade caminaba delante de ellos como si nada pasara, dándoles la espalda mientras ella se concentraba en esconder el miedo que sentía cada que escuchaba el nombre de su ahora ex novio; Darren. Al salir, el ruido de las conversaciones adyacentes de los clientes no tardaron en llegar hasta sus oídos, en especial una resaltaba de entre toda la gente.
—¡Te lo digo en serio, esa chica tiene un trasero que te vienes en cuanto lo ves! —exclamó lleno de euforia poco contenida, uno de los amigos de Darren y miembro del equipo.
—No te creo —la voz ronca de Darren casi la paralizó.
—Irá a esa estúpida fiesta de...
Kayla esquivaba con cuidado a los meseros que pasaban a su lado, con charolas llenas de comida o de lo que quedaba de ella, cuando uno de los chicos de ciencias; Teodoro Dikinson, la vio a punto de salir del local en compañía de Mickey y Jade, en algún irónico e inocente momento, se levantó de la silla para darle las gracias por ayudarlo la semana pasada con un experimento, alzó la mano y llenó de aire sus pulmones.
—¡Eh, Kayla! —gritó, llamando la atención de todos los presentes, en especial la de Darren, quien no tardó en localizarla.
"Se acabó"
Las manos comenzaron a sudarle, y en cuanto sus ojos se cruzaron con los ojos llenos de furia de Darren, carraspeó y soltó la mano de Mickey, casi por inercia.—¿Kayla? —cuestionó Darren comenzando a andar hacia ellos.Jade la jaló del brazo y salieron por la puerta trasera, no sin antes cruzar por la cocina. Su corazón se disparó inquieto, y mientras caminaban a toda prisa, sintiendo como Darren les pisaba los talones, en las distancias cortas, la loción que solía utilizar él, era más y más perceptible. El sonido de varias cosas estrellándose con el suelo, la puso en alerta.—¡Espera, Kay, no te muevas, necesitamos hablar! —Bramó Darren a sus espaldas—.
El sonido estruendoso de la alarma del despertador, provoca que Kayla frunza el ceño mientras hace un intento vano por cubrirse la cabeza con la almohada, no había podido pegar un ojo en toda la noche y cuando por fin logró conciliar el sueño, Darren apareció en sus sueños, persiguiéndola en medio del bosque. Se hizo un ovillo al recordar el beso que le había dado Mickey y no pudo evitar sentirse sucia, una parte de ella todavía le temía a Darren, lo cierto era que él le había hecho más daño del que creía.—¡Kay, se te hará tarde para desayunar! —la voz cantarina de su hermano hizo que en su rostro se dibujara una ligera y muy notoria sonrisa de oreja a oreja.La verdad, no tenía apetito, pero no se at
—¡Oh por Dios! —la voz cantarina de Jade hizo que su cuerpo tensado se relajara—. ¿Así recibes a tus visitas?—Hola Kayla —se acercó Mickey con una sonrisa en los labios—. Te sabes defender, eso me gusta.Kayla dibujó una sutil sonrisa en su rostro, y casi quiso soltar su risa más histérica al pensar que pudo haberse tratado de Darren.—Lo siento, creía que era...—Ese tipo sí que te jodió ¿no? —añadió Jade con mirada preocupante pero sin borrar la sonrisa de su rostro.Kayla guardó silencio, ¿qué si la había jodido? Pues sí, después de habe
Kayla no daba crédito a lo que veía, Jade y Mickey le habían comentado que en cuanto la llevaron a casa, fueron a la policía a entregar todas las pruebas pertinentes para arrestar a Darren, de hecho, mañana solicitaban su presencia para que diera declaración de los hechos, por esa razón había convencido a su hermano de que disfrutara de una noche con Ana, ya que por la mañana le contaría todo lo ocurrido.Pero ahora las cosas habían dado un giro que no le brindaba nada a su favor. Darren tenía los ojos desorbitados, inyectados en sangre, se veía cansado, como si no hubiera dormido en mucho, mucho tiempo.—¿Qué pasa princesa? —ironizó con mirada gélida—. ¿No piensas recibir a tu novio como se deb
Kayla hizo lo que le pidió y sin darle tiempo siquiera de ponerse el cinturón de seguridad, arrancó. Darren aceleró lo más que pudo, el pulso de Kayla se disparó y comenzaba a tener un ataque de pánico. Cerró los ojos un par de veces e incluso comenzó a tomar enormes bocanadas de aire y a soltarlas, pero nada funcionaba. Estar en un espacio tan reducido con el chico que llegó a amar más que a su propia vida, y mismo que con el paso de los meses se había convertido en todo un monstruo, hizo que las manos le sudaran y que pensara en abrir la puerta y aventarse...Cualquier cosa era mejor que lo que le esperaba. ¿Cuándo se volvió tan celoso y posesivo? No lo recordaba, y es que le costó trabajo poder abrir los ojos, quitarse la venda y ver la realidad, una que su hermano y todo el
TRES AÑOS DESPUÉS, CENTROPSIQUIATRICOBIRDYTHON.Entre habitaciones completamente blancas y el fastidioso olor a químicos para el aseo del que ya se había acostumbrado, Darren se encontraba sentado sobre una silla de metal frío, frente a un escritorio de madera esperando a que el psiquiatra llegara e iniciaran su sesión. Ya habían pasado tres largos años en los que decidió por cuenta propia encerrarse en uno de los mejores centros psiquiátricos del país.Después de haber casi matado a golpes a Kayla, y tras haber sido enterado su padre, moviendo todas las influencias que tenía, logró sobornar al gobierno y al juez, por lo que le dieron arresto mo
Kayla no le quitaba la mirada amenazante de encima a Dexter, quien a su vez no dejaba de sonreír. Estaba completamente anonada con lo varonil y guapo que era, tanto, que por un momento sintió como si el tiempo se hubiera detenido a su alrededor.—Y bien, ¿quieres dar una vuelta o algo por el estilo? —Le preguntó Dexter, alucinado por comprobar lo bella que era—. Juro que no soy un asesino en serie.—No, lo siento, no te conozco y mi hermano no me dejaría salir el primer día en el que nos mudamos, además estamos a punto de cenar —le dijo Kayla esbozando una sincera sonrisa.—¿Te has mudado solo con tu hermano? —Dexter pareció de pronto intrigado, pensó que quizá se hab&
Dexter se acercó hasta ella y le acomodó un mechón suelto de su cabello, detrás de su oreja, puso la palma de su mano sobre su mejilla izquierda y remojándose los labios, le susurró:—No puedes juzgar a todos por el error de una persona de tu pasado, confía...Kayla sintió que el corazón le estallaba. ¿Por qué?Kayla aceptó su mano y el contacto le causo cosquilleo en el estómago, Dexter la guío por un camino que llevaba a un enorme árbol grueso, rodeado de una escalera de madera que iba en forma de caracol rodeando todo el roble hasta llegar a la punta, en donde sobresalía una casa del árbol. Ambos subieron con cuidado sin soltarse de la mano, y cuando por fin l