Imán de miradas

En el momento en que Lorraine señaló el traje que quería usar, la empleada se dirigió a ella con demasiada emoción.

—¡Vaya! No pensé que viniera directamente aquí. Definitivamente tiene buen gusto, es usted la primera persona que siente interés en él.

—¿Ah sí? —cuestionó intrigada la joven.

—Sí, apenas hoy fue expuesto en el aparador y nadie ha llegado hasta aquí, lo cual es una señal de que el vestido la estaba esperando a usted.

El comentario de la vendedora causó gracia en Lorraine, ya que le parecía bastante incongruente que la tienda colocara un vestido tan bonito al final del pasillo, aunque su cuestionamiento fue resp

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