Margret Tenía miedo, mucho, mucho, mucho miedo. No sólo de Lucifer, no, creo que él era mi menor problema por el momento. Tenía miedo de mi mismo y de Nicklass. No había sabido nada de él por un rato y sabía que él podía comunicarse conmigo sin que nadie más lo supiera, pero él por alguna razón que no me daba buena espina, no lo había hecho. También tenía miedo de mi misma, porque estaba experimentando un cóctel de emociones que no me gustaban. Estuvimos caminando aproximadamente treinta minutos —el castillo de Lucifer no tenía fin—, hasta que por fin nos de frente a una puerta color caoba, de unos aproximados tres metros. Sentí que mi cuerpo temblaba por la incertidumbre de no saber lo que se escondía detrás de la puerta, pero hice todo lo posible por calmarme antes de siquiera darle una señal de debilidad al Diablo. Llevaba aún las ataduras en mis muñecas y tobillos, pero esta vez amarradas entre sí, como uno de esos criminales peligrosos que aparecían en los programas de A&E
MargretEl llanto se atasco en mi pecho y sentí más dolor que antes, pero, también sentí más desprecio.¿Qué había estado evitando? No lo sabía. En ese momento solo sabía una cosa.Lo odiaba.Él sonrió como si pudiera leer mi mente y caminó hasta quedar frente a mi, solo a unos centímetros. Sus alas se extendieron un poco en su espalda y mientras yo me embelesada por la vista el hurgaba en el bolsillo trasero de sus pantalones, sacando consigo un puñal negrEl aliento escapó de mis pulmones mientras pensaba en la posiblidad que me matará. Yo no era completamente inmortal, así que podía morir sin problemas. Pero antes de eso, quería saber algunas cosas. Me tragué las ganas de preguntar si me mataría he intente con algo má—¿Por qué le quitaste las alas a Nicklass? —Dije, intentado reunir tiempo. No sabía para que, pero algo me decía que necesitaba tiempLucifer enarcó una ceja y me miró con dud—Entre tantas cosas que puedes saber, ¿por qué precisamente preguntas es—Porque no quiero s
Margret El viento se agitó por todo el lugar, haciendo que las llamas se mecieran salvajemente.Mi cuerpo volvió a arder y de la nada el frío empezó a golpearme como una tonelada de hielo.—¡Ah! —El grito que salió de mi garganta no fue planeado. Podía hablar y... grite en dirección de Nicklass—: ¡No hagas nada estúpido!El sonrió, pero su sonrisa se borró en el momento que su mirada se clavó en la mía. Pero él no me veía los ojos, él estaba viendo la llama azul que salía de mi pecho.Vi como la desesperación se acentuaba en su mirada, pero tan rápido como se hizo presente se fue. La tranquilidad volvio a sus ojos negros ahora y sabia que algo pasaba en su mente. Me hubiera gustado poder entrar en su mente para saberlo, pero él aun no me enseñó a hacerlo.Le rogué con la mirada y él solo asintió.Giré la mirada cuando me di cuenta que las llamas se estaban apagando gracias al viento que soplaba sin piedad.—¿Qué está pasando? —Grito Lucifer, con un tinte de nervios en su voz.—Estas
EpílogoNicklassAlgún tiempo después de lo sucedido en las afueras de Seattle...—Hola, Angeline. —Termino de cerrar las puertas de la casa. Dentro de una hora se hará de noche y hoy no podemos permitirnos cometer el mismo error que ayer.—Señor, ¿cómo se encuentra hoy? ¿Sus quemaduras están sanando como deberían? —Sonrio un poco ante su preocupación.—Estoy bien, Angeline. Más importante, ¿cómo están tus hijos? —Su expresión cambia inmediatamente. Es una entre la ira y la vergüenza—. ¿Qué pasa Angeline, todo está bien?Comienza a negar, bajando la cabeza con vergüenza.—Hablame. No calles nada. Se supone que estamos aquí para ayudarnos, para poder detener todo esto. —Levanto la cabeza suavemente, sus mejillas estaban húmedas por las lágrimas, pero de sus ojos no salía nada.—Señor —aunque había estado llorando, su voz era firme—. Estoy sumamente apenada con usted por lo sucedido con mis hijos ayer, ellos pensaron que podían ayudar con el problema de Mar...—No la menciones, por favo
[PREFACIO]En algún lugar del mundo...Los demonios son reales, ¿sabías?Son tal y como lo cuentan algunas fábulas: toscos, feos y engañosos. Pero, ¿cómo presentarse al mundo con esa horrible apariencia? ¿A qué te agrada más la idea de un italiano bien parecido que te invite a comer y pase por ti en un Lamborghini Aventador SVJ negro? Sí, esa versión te gusta más.Pweo no tw confies, ellos son tan reales como el viento; están entre nosotros pero no somos capaces de verlos.Debes tenerles miedo; sin duda deberías temblar de miedo.Pero, ¿quién soy yo para darte consejos? Solo sigue tu instinto, pequeño saltamontes, y cruza los dedos para que los demonios no te atrapen mientras duermes.
╬ Olvidar ╬Margret—¡BUENOS DÍAS, ALUMNOS! —tapo mis oídos. Estamos en el salón de arte que mide aproximadamente ocho metros cuadrados. Es el aula más pequeña de toda la Universidad Nacional de Seattle, pero sin importar lo pequeña que sea el profesor Weber tiene que gritar cada vez que entra y eso solo hace que mi humor empeore—. Tenemos malas caras hoy, ¿qué tal sus vacaciones de invierno?—Increíbles. —algún idiota responde desde atrás, en las últimas filas.—Me alegro por eso, es bueno llegar a su clase de arte con buenas vibras eso los ayudará con su inspiración y tam...Dejo de oírlo. Tengo dos años y medio en clases de arte, amo la pintura y no me arrepiento, pero solo deseo que el profesor Weber sea más educativo menos motivacional.—¿Estás escuchando, Margret? —la voz del profesor me hace salir de mi viaje espiritual.—¿Disculpe?—Tan distraída como siempre. —Se acerca a mi lugar y sonríe con nostalgia—. Este semestre, seremos más intensos. Tendremos competencias de arte con
╬ La invitación ╬Margret—Gracias por venir por mí, nena —murmuré. Estaba temblando y no por el frío.—Puedo venir por ti siempre que quieras, Mar —su tono de voz sonó más preocupado del que esperaba—. ¿Puedes decirme por qué estabas tirada en medio de ese sucio callejón?—N-no... —lamí mis labios, los tenía muy resecos—, no lo sé, Daisy.—¿Cómo qué no sabes, Margret? —Estacionó bruscamente el auto en la entrada de nuestra residencia—. Estabas en el suelo, sollozando, con la mirada perdida y súper traumada, ¿y me dices que no sabes el por qué?Negué. No quería hablar de eso, solo quería dormir y olvidar… ¿olvidar qué?—Vamos adentro, te daré un té de manzanilla que según mi madre es buenísimo para relajar a las personas…Dejé que Daisy continuara hablando de su madre mientras bajábamos del auto y caminábamos directo a nuestro pequeño hogar.Sentía un dolor intenso en mi cabeza. Unas imágenes fugaces me invadieron, pero, las sacudí. ¿Me habían drogado y no lo sabía?♡♡♡Al día siguien
╬ Querer ╬Margret¡No. Puede. Ser!Mi corazón latía muy rápido y mis manos sudaban sobremanera.¿Estaba teniendo uno de mis sueños con Nicklass, o realmente estaba sucediendo?—¿Entonces? —Insistió después de un rato—. ¿Qué dirás?—Bue... bueno —aclaré mi mente—. ¿Por qué me invitas a salir?Por alguna razón, fue lo primero que se me vino a la mente, ¿por qué?—Me pareces una mujer muy interesante. —Fue su respuesta.Fruncí el ceño y lo mire, está vez, a los ojos. Por un momento sentí como el gris de sus ojos iba tornándose más y más oscuro, pero decidí no prestar mucha atención.—¿Interesante? —Estaba un poco ofendida—. ¡Ni siquiera me conoces, Nicklass!—Y es la idea de la cena, Margret —dijo, sin un ápice de remordimiento.—Te lo diré ahora mismo —aproveche el poco valor que había aparecido en mí y dije todo lo que pensaba—. Si eres unos de esos de la escuela de ciencias que cree que puede jugar con las nerds de literatura, estás equivocado, no voy a caer en tus mentiras y engaños