Margret —¡Levanta el culo! —Abrí mis ojos rápidamente—. Es hora de salir de aquí.No sabía cuánto tiempo había pasado, pero sentía que había sido mucho desde la última vez que alguien vino a la mazmorra.Había pasado de la inconsciencia a la histeria en muy poco tiempo y había caído en un sueño profundo después de tener un ataque de ansiedad.Sé que mentalmente no estoy bien. Pero, ¿quién sería? Nadie. La verdad es que no es fácil, para nadie, procesar el hecho de que tú mejor amiga y quién llamaste padre por cuatrocientos años, te engañaron. Súmale a eso que tú mejor amiga es una nefilim y papá tú el Diablo.Intento aclarar mi visión y descubrir la figura postrada a mi derecha.Es una silueta alta y bien fornida, pero me es imposible distinguir facciones desde mi punto.Intento levantarme, pero las cadenas me recuerdan que estoy atada al suelo frío y húmedo.—¿Quién eres? —La voz me sale rasposa por el rato sin usarla.—¡Nenita! —Los pasos empiezan a inundar toda la habitación—. Me
Margret ¿Qué tan difícil es perdonar? Desde mi punto de vista, muy dificil. Quizás mis experiencias vividas me han enseñado que siendo ingenioso y sumisa solo tiene el derecho de sufrir, por esa razón creo que estoy donde estoy. Han pasado un montón de horas —o quizás solo segundos, no lo sé—, desde la última vez que alguien vino. No quería ver a nadie, eso estaba claro, pero, también tenía miedo de lo que fuera a suceder conmigo a continuación. Sabía que no sería algo rápido, quizás ni siquiera me mataría, pero en el fondo de mi corazón quería eso. Queria morir. Estaba hecha un ovillo en el suelo. Sentía como el hambre invadía todo mi cuerpo y si cerraba los ojos, al abrirlos todo me daba vueltas. Sabía que estaba muy débil, no había comido nada en varios días. Las ganas de llorar volvieron a mi cuando recordé a Daisy. Sentía dolor por Daisy y por todo lo que tuvo que pasar siendo una persona inocente. El lavado de cerebro y la manipulación llevadas a cabo por el hombre que dec
Margret—Soy consciente de todo lo que sucede —la voz de mi padre hablaba desde sus aposentos—, pero no puedo arrepentirme. No quiero hacerlo. Nuestro plan es lo mejor que se ha creado y no lo arruinaremos ahora. No lo arruinaras ahora.El silencio invadió el lugar. Mi respiración era irregular. Busque a tientas en la oscuridad algo para apartar las telas de araña de mi cara, pero no veía nada así que me era imposible encontrarlo. Me rendí y volví a prestar atención cuando alguien carraspeo en la habitación de mi padre.—Solo voy a recordarte, —el aire se atascó en mi garganta y sentí como se me descomponía el cuerpo—, que yo no estuve aquí y que nunca hablamos.Di un traspié y choque con algo que hizo mucho ruido. Me lleve la mano a la boca, intentando ahogar un grito, pero era muy tarde, ya me habían oído.—Sabemos que estás ahí, niña —dijo la voz de Cristóbal—. Sal. —No sabía qué hacer, por lo que me quede ahí, intentando no moverme—. ¡Ahora mismo!Las puertas de la habitación dond
Margret"El amor de Dios te salvará, eso no lo dudes nunca.Eres hija de Dios, y Dios no olvida a sus hijos.Dios todo lo amo.Recuerda que un demonio no puede purificar un demonio.Cree en Dios y todo estará bien".♡♡♡El escalofrío que me recorrió el cuerpo me hizo abrir los ojos de par en par.Un delicioso olor a mazapán invadió mis fosas nasales; una exquisita mezcla de almendras y mermelada de fresas.El recuerdo de la vez que estuve en Roma en un convento se hizo presente en mi mente cuando el olor se hizo más denso.Aclare mi vista que intente sentarme, pero algo me lo impidió. Lleve mis ojos hasta mis muñecas y entre la bruma del sueño pude notar unos brazaletes alrededor de ellas.Sin embargo, eso no era lo que me ataba completamente a la cama, no. Era un gran cinturón de cuero que rodeaba mi abdomen, también llevaba una gargantilla del mismo material que me picó un poco cuando intenté levantarme.Estaba completamente condenada a una habitación que ni siquiera podía distingui
Margret Tenía miedo, mucho, mucho, mucho miedo. No sólo de Lucifer, no, creo que él era mi menor problema por el momento. Tenía miedo de mi mismo y de Nicklass. No había sabido nada de él por un rato y sabía que él podía comunicarse conmigo sin que nadie más lo supiera, pero él por alguna razón que no me daba buena espina, no lo había hecho. También tenía miedo de mi misma, porque estaba experimentando un cóctel de emociones que no me gustaban. Estuvimos caminando aproximadamente treinta minutos —el castillo de Lucifer no tenía fin—, hasta que por fin nos de frente a una puerta color caoba, de unos aproximados tres metros. Sentí que mi cuerpo temblaba por la incertidumbre de no saber lo que se escondía detrás de la puerta, pero hice todo lo posible por calmarme antes de siquiera darle una señal de debilidad al Diablo. Llevaba aún las ataduras en mis muñecas y tobillos, pero esta vez amarradas entre sí, como uno de esos criminales peligrosos que aparecían en los programas de A&E
MargretEl llanto se atasco en mi pecho y sentí más dolor que antes, pero, también sentí más desprecio.¿Qué había estado evitando? No lo sabía. En ese momento solo sabía una cosa.Lo odiaba.Él sonrió como si pudiera leer mi mente y caminó hasta quedar frente a mi, solo a unos centímetros. Sus alas se extendieron un poco en su espalda y mientras yo me embelesada por la vista el hurgaba en el bolsillo trasero de sus pantalones, sacando consigo un puñal negrEl aliento escapó de mis pulmones mientras pensaba en la posiblidad que me matará. Yo no era completamente inmortal, así que podía morir sin problemas. Pero antes de eso, quería saber algunas cosas. Me tragué las ganas de preguntar si me mataría he intente con algo má—¿Por qué le quitaste las alas a Nicklass? —Dije, intentado reunir tiempo. No sabía para que, pero algo me decía que necesitaba tiempLucifer enarcó una ceja y me miró con dud—Entre tantas cosas que puedes saber, ¿por qué precisamente preguntas es—Porque no quiero s
Margret El viento se agitó por todo el lugar, haciendo que las llamas se mecieran salvajemente.Mi cuerpo volvió a arder y de la nada el frío empezó a golpearme como una tonelada de hielo.—¡Ah! —El grito que salió de mi garganta no fue planeado. Podía hablar y... grite en dirección de Nicklass—: ¡No hagas nada estúpido!El sonrió, pero su sonrisa se borró en el momento que su mirada se clavó en la mía. Pero él no me veía los ojos, él estaba viendo la llama azul que salía de mi pecho.Vi como la desesperación se acentuaba en su mirada, pero tan rápido como se hizo presente se fue. La tranquilidad volvio a sus ojos negros ahora y sabia que algo pasaba en su mente. Me hubiera gustado poder entrar en su mente para saberlo, pero él aun no me enseñó a hacerlo.Le rogué con la mirada y él solo asintió.Giré la mirada cuando me di cuenta que las llamas se estaban apagando gracias al viento que soplaba sin piedad.—¿Qué está pasando? —Grito Lucifer, con un tinte de nervios en su voz.—Estas
EpílogoNicklassAlgún tiempo después de lo sucedido en las afueras de Seattle...—Hola, Angeline. —Termino de cerrar las puertas de la casa. Dentro de una hora se hará de noche y hoy no podemos permitirnos cometer el mismo error que ayer.—Señor, ¿cómo se encuentra hoy? ¿Sus quemaduras están sanando como deberían? —Sonrio un poco ante su preocupación.—Estoy bien, Angeline. Más importante, ¿cómo están tus hijos? —Su expresión cambia inmediatamente. Es una entre la ira y la vergüenza—. ¿Qué pasa Angeline, todo está bien?Comienza a negar, bajando la cabeza con vergüenza.—Hablame. No calles nada. Se supone que estamos aquí para ayudarnos, para poder detener todo esto. —Levanto la cabeza suavemente, sus mejillas estaban húmedas por las lágrimas, pero de sus ojos no salía nada.—Señor —aunque había estado llorando, su voz era firme—. Estoy sumamente apenada con usted por lo sucedido con mis hijos ayer, ellos pensaron que podían ayudar con el problema de Mar...—No la menciones, por favo