Margret—Te contaré la historia de la niña que nació en el infierno —una voz susurraba. No podía ver quién era, no podía ver de dónde provenía, solo sabía que era un hombre—. Nació hace cuatrocientos años. Fue criada por Lucifer y enviada a la tierra como un demonio más.»Más tarde Lucifer se dio cuenta que en realidad la niña no era una simple demonio. No, ella atraía. —Vi como de un momento a otro una luz empezó a iluminar poco a poco el lugar—. Atraía a los seres más puros; los ángeles. Pero también atraía a los humanos, nefilim y ángeles caídos.»Era muy especial —pude notar que lo que iluminaba la habitación eran antorchas, que se fueron encendiendo una a una por todo el lugar. Cuando todas estuvieron encendidas, pude notar que me encontraba en algo semejante a una mazmorra ¿cómo lo sabía? Ni idea—. Lucifer, por su parte, intento aprovechar la grandiosa habilidad que sin querer le había dado a su creación.»Y ahí estaba él, enseñándole a su pequeña demonio a como destruir el ciel
MargretSentí como algo cálido recorrió mi pierna. Baje la vista y la trabe en el líquido carmesí que escurría desde la parte interna de mi muslo hasta la rodilla.Sangre.—Es la menstruación, Margret —una voz suave susurro a mis espaldas. La conocía, y muy bien—. A las niñas humanas les sucede eso cuando están entrando en la edad adulta.—Pero padre dice que los que sangran son débiles, y que yo no soy humana —dije con voz firme. No sabía de qué hablaba, pero lo decía muy confiada—. Yo no soy débil.—No, no lo eres —suspiro Kim, la madre de Daisy—. ¿Y cómo serlo? Si eres hija de él.Un empujón me hizo salir del sueño.Me senté aturdida en la camilla. Hacía pocas horas desde que Daisy se fue y había decidido tomar una siesta porque no tenía nada que hacer.Me estruje los ojos y quite el sueño de mis pestañas, cuando de repente el sueño que acababa de tener volvió a mi.Antes de analizarlo bien, escuché como alguien carraspeaba en algún lugar de la habitación.Volteé la cabeza a la esq
MargretHace seis días que desperté en este hospital. Según Daisy había sufrido un accidente por manejar una Harley con los ojos vendados.Al principio no estaba segura de creer eso, por lo que ignoré el hecho de que había un vídeo rodando por internet y solo me hice la que se creyó todo el cuento.Bien, digamos que si sucedió, entonces ¿cómo explica Daisy o su novio Reyi —que por cierto no había visto desde que desperté— o Nicklass el por qué tengo la imagen en mi mente de mi cuerpo cayendo y estrellándose contra el pavimento? Porque tengo entendido que lo que ellos me cuentan sucedió en el estacionamiento, y lo que yo recuerdo, sucedió de un séptimo piso, muy por encima del suelo.Aun así, me tragué mis dudas. Creía que algo estaba realmente mal, pero no lo discutí con nadie. Vivíamos en un mundo donde la persona que expresará sus pensamientos era tildada como loca, así que preferí callar y esperar... Quizás en algún punto recuerde lo que pasó de verdad y pueda aclarar mi mente.—¿E
MargretNací hace dos siglos, el día nunca lo supe, pero hace menos de un siglo, mi padre y Kim decidieron darme una fecha.Ahora, mi cumpleaños es el 31 de octubre. En algunos países se celebra el Halloween, en otros el día de las brujas, pero al final terminan por ser lo mismo.Tengo doscientos veinte años —sin embargo, llevándonos por la fecha nombrada para mi cumpleaños, tengo veinte, casi veintiún años—, pero no soy inmortal. Cuando nací mi padre solo pudo darme la capacidad de no envejecer y no morir por cualquier enfermedad, virus o por decirlo de otra forma, causas naturales, no obstante, puedo morir por un disparo, una puñalada o una caída de un séptimo piso...Cuando sucedió el accidente desde el techo, morí. Pero solo lo hice por unos minutos.Asimilar todo lo sucedido nunca es fácil, siempre tengo que lidiar con lo mismo y revivir mi vida no es mi cosa favorita.—No puedes decirle que volviste —Kim está de pie en medio de mi habitación. Tiene los brazos cruzados sobre el p
NicklassCiento cincuenta años antes...El viento sopla tan fuerte que las personas a mi alrededor tienen que sujetarse a lo primero que encuentran para poder mantener los pies en la tierra.—Por estos días los huracanes azotan con más ahínco en estas zonas. ¿Será por eso que nos delegan a este lado del mundo? —Pregunta Cristóbal a mi lado. Estamos en medio de una evacuación, pero no nos hemos movido, solo observamos como las personas se mueven sin percatarse de nuestra presencia—. La verdad es que no me gustan las catástrofes que envía el Creador a estos humanos. Creo que es muy cruel.Me giró en su dirección y lo observó con los ojos entrecerrados.—Deberías cuidar tus palabras, Cristóbal. —Era inútil decir eso, pero era mi deber—. El Creador sabe lo que es mejor para los humanos y ninguna de sus acciones puede considerarse como crueldad.—Lo sé, pero he estado mucho tiempo con los humanos cómo para dejarme envolver con sus tonterías. —Una risita se escapa de sus labios—. Pero, se l
NicklassHabían pasado dos días desde que la vi.Aun podía recordar su cabello recogido en una cola; castaño claro, que brillaba bajo ese ambiente sangriento de la guerra...Aun no habíamos terminado nuestra misión, pero por alguna razón no podía encontrar la —no voy a decir que no la he buscado hasta debajo de las piedras, porque así es. La he buscado por todo el campamento y sus afueras—, así que he decidido hoy dejar de buscarla......temporalmente.Ya esperaría terminar con mi misión para volver a intentarlo. No importa cuántos años habían pasado, si en sesenta no había envejecido ni un poco, no creo que dos o tres años hagan la diferencia.—¡Nick! —El grito de Cristóbal me hizo girarme—. ¡Ven rápido, tienes que ver esto!Extendí mis alas y volé rápidamente hasta donde él se encontraba en una pequeña colina, de pie con las alas firmemente extendidas y el ceño fruncido.—¿Qué pasa? —Mi voz salió preocupada.Normalmente, Cristóbal siempre estaba sonriendo y sin importar la situación
Nicklass —Debo admitir que amo a la persona que creo está deliciosa comida. —Murmuro Margret mientras chupaba sus dedos. —Eres asquerosa. —Siseo Cristóbal desde su lugar al otro lado de la pequeña sala de estar. —Y tú eres un grano enterrado hasta el fondo en el cu... —Margret. —Dije, intentando evitar lo inevitable. —¡No quieras regañarme, Nick! —Dejó caer su comida en el mesa de un sólo golpe. Lo que era el relleno del pan hace unos segundos, salió esparcido por toda la mesa—. Hace casi cien años que soy parte de este equipo disfuncional y aún no aprendo a soportar a este imbécil. —¡Ah, mira, que casualidad! —Dijo Cristóbal, poniéndose de pie—. ¡PORQUE YO TAMPOCO TE SOPORTO! —¡VETE A LA M****A! —Grito Margret. —¡TÚ VETE A LA M****A! —Respondio Cristóbal, cruzándose de brazos, indignado. Volteé los ojos con fastidio y negué internamente. ¿Qué había hecho yo para merecer esto? —Saben una cosa —dije, poniéndome de pie y caminando hasta la puerta de la cabaña donde nos estábamo
NicklassSentí como una corriente subía por mi columna vertebral y se extendía por cada músculo en mi cuerpo. Me puse recto, mirando al frente, esquivando su mirada.—Nick, necesito que hablemos. —Su voz sonaba rasposa, así que volteé, fijando mi mirada en sus ojos. Fruncía mucho el ceño intentando contener las lágrimas. Margret casi nunca llora; nunca lo hace consciente—. Soy patética, lo siento.Inclinó su cabeza y suspiro profundamente. Era raro para mi verla así. Normalmente —no me da vergüenza admitirlo, la verdad— el sentimental soy yo. Ella es la chica ruda que patea mi trasero cada vez que alguna circunstancia muy cercana a mi trabajo, me hace poner sentimental y con ganas de llorar siempre.Así que, verla en ese estado y ciertamente por algo que sabemos que no puede pasar, me llena de conflicto. Ella, al igual que yo, tiene claro que no debe tener sentimientos por mí. No es lo correcto.—Shhh... —Me acercó a ella tanto como puedo y pongo mi mano bajo su mentón, haciendo que l