Presente…
Aun cuando aquel recuerdo lo carcomía por dentro, no pudo evitar sentir como sus cuerpos encajaban a la perfección, como estos eran perfectos el uno para el otro. Jamás se había sentido tan cómodo con nadie, incluido Sarah y eso le daba mucho en que pensar. No podía dejar de repasar en su mente una y otra vez ese hecho, cuando de pronto la sintió moverse. Margaret comenzó a incorporarse, dándose la vuelta tan rápido como pudo para cubrirse. Tomó su blusa que descansaba en el piso casi seca, para ponérsela como si se tratara de un vestido corto y es que prácticamente lo era. Solo una vez se aseguró de que estaba cubierta se puso en pie y comenzó a caminar hacia su habitación. Lucas no tenía la menor idea de lo que había pasado, pues se acababan de entregar como jamás lo había hecho, con tanta confianzaEl camino de regreso fue de lo más incómodo, el silencio era tan profundo que el chofer terminó optando por encender la radio.No fue sino hasta que regresaron a la ciudad que Margaret se dio cuenta de que no sabía siquiera donde vivirían el tiempo que durase aquella farsa de matrimonio. No tenía idea a dónde se dirigían en aquellos momentos y eso le hizo dar cuenta de lo poco preparada que se encontraba para lo que estaba a punto de pasar.Hacía solo un rato se había creído capaz de todo, pero en esos momentos no se encontraba del todo segura.Lucas había sido consciente de que no podían simplemente ir a la casa de su abuelo, a la casa familiar; ya que sentía que le estaría faltando el respeto a su recuerdo al atreverse a hacerlo. Era consciente de que el día en que una mujer entrara por aquellas puertas como la señora de la casa, d
Una tarde se encontraba preparando tranquilamente la cena; cuando de pronto tocaron a la puerta, lo cual le extraño y es que jamás recibían visitas o al menos no lo habían hecho en el tiempo que llevaban ahí.Ella no tenía quien pudiese ir a verla y en cuanto a los conocidos y amigos de Lucas, sabían que estaba en la oficina y no ahí. En cuanto a él tenía sus llaves, podía entrar por sí mismo cuando lo desease; a menos claro que las hubiera olvidado, en cuyo caso bien podía tratarse de él. No tenía caso solo lanzar conjeturas, así que decidió acudir a ver de quien se trataba.Al abrir la puerta quedó más que sorprendida al ver que se trataba de Thomas, su abuelo. No esperaba su visita y aun así era consciente de que se había tardado en aparecer.—Buenas tardes, abuelo —le saludó apenas logrando formular p
Margaret llevaba un mes con los nervios a flor de piel, esperando con impaciencia a que el detective le llamara con buenas noticias. Ansiaba escuchar que la había encontrado, que al fin podría ir al lado de su madre; eran tantos sus deseos, que cuando su teléfono comenzó a sonar fue todo en lo que pudo pensar.Se encontraba tan ilusionada por escuchar la voz del detective diciendo aquellas palabras, que cuando fue la voz de Lucas la que oyó en su lugar, no pudo evitar decepcionarse. —Margaret... ¿Margaret eres tú? —le cuestionó al no escuchar nada de su lado de la línea.—Sí, soy yo, ¿qué sucede? —respondió apenas pudo controlar su gran desilusión.—Prepárate para esta noche y usa algo lindo —pidió para su sorpresa.—¿De qué hablas? —trato de comprender lo que quería
Llevaba algún rato moviéndose por el salón sin parar, lo cual le tenía exhausto; así que apenas tuvo oportunidad decidió alejarse un poco del bullicio de la multitud y tomar una copa. No tenía idea de dónde estaba Margaret, era algo tarde y aun no aparecía; lo cual le hizo pensar que no lo haría, que le dejaría plantado y eso le molestaba.Pensaba al respecto, cuando de pronto sintió como alguien colocaba una mano sobre su hombro. Esta era pequeña y su agarre suave, lo cual le hizo pensar de forma instintiva en ella; así que volteó con una sonrisa en sus labios, esperando encontrarla. Por desgracia, no fue a ella a quien vio; sino a Sarah, lo cual era lo último que habría esperado.Al verla detenidamente noto el hermoso y un tanto revelador vestido rojo que usaba, mismo que era muy de su estilo. Este era strapless con un escote en el centro de
Aun cuando a Sarah aquella mujer le parecía de lo más simple y poco atractiva, no pudo evitar sentirse molesta por verla del brazo de Lucas. No es que se sintiese celosa de ella, porque jamás se rebajaría a un sentimiento como ese por una mujer así; sino que más bien se sentía molesta y decepcionada.Apenas noto que sus manos temblaban de furia, no pudo soportar la sola idea de que alguien la viese en ese estado; por lo cual terminó optando por alejarse.Sin embargo, mientras se deslizaba por entre los grupos que charlaban cerca de la pista, una conversación en particular llamó su atención.—¿Ella es la esposa de Lucas Pierce? —preguntó una mujer alta y de cabello rubio, la cual la observaba de forma crítica.—¿Se caso el nieto de Nicolas? —cuestionó una segunda, la cual tenía una cálida piel
Lucas había colocado una de sus manos en la parte baja de la espalda de Margaret, mientras caminaban uno al lado del otro. Aquel parecía ser un gesto aparentemente simple, pero que para ambos significaba mucho y es que demostraba la familiaridad y confianza que se tenían.Caminaban tranquilamente, cuando de pronto Lucas escucho como le llamaban.—Lucas... —escuchó su nombre a lo lejos.Al voltear a la dirección de donde provenía aquella voz, se dio cuenta de que se trataba de John, el dueño de la casa y su anfitrión aquella noche. Era un viejo amigo suyo, así que comenzó a acercársele sin demora, guiando a Margaret de forma sutil.—John —lo saludo con una sonrisa.—Qué gusto tenerte aquí Lucas —respondió, encantado de verle.—El placer es todo mío, sabes que jamás me perdería una de las fi
Sarah tomo su lugar justo cuando comenzaba la nueva canción, colocando sus manos en los hombros de Lucas para mantenerlo muy cerca.—Sarah, por favor; no hagas esto —pidió encarecidamente y es que sabía lo peligroso que era aquello.—Cálmate. Tu esposa incluso lo ha permitido; además no aremos nada malo, solo bailaremos —afirmó, mientras comenzaban a moverse por la pista.—Sabes muy bien a lo que me refiero. Por favor; solo déjalo, que la gente hablara —le recordó, volteando a ver a su alrededor.—Ten por seguro que hablaran aún más si te marchas, así que solo baila una pieza conmigo y luego te podrás ir. Al menos me debes eso, ¿no es así? —le recordó.—Está bien, tienes razón —reconoció; aunque tratando de mantener cierta distancia, lo cual no estaba resultando del todo senc
Sin otra opción comenzó a caminar tras Thomas, quien le guio lejos de la pista de baile. Abandonaron el salón por una de las puertas a los costados, entrando en una clase de despacho. Margaret decidió no pronunciar palabra alguna hasta que la puerta se encontró cerrada, aislándolos del resto de los invitados. —Pensé que no le gustaban estas... —decidió llenar el silencio existente y es que verlo tan callado solo le ponía más asustada. Sin embargo, pronto se detuvo y es que vio como Thomas comenzaba a acercársele con deliberada lentitud, observándola fijamente mientras se movía a su alrededor. —¿Qué sucede? —deseo entender aquella actitud de lo más extraña. —Debo reconocer que luces mejor que la última vez que te vi, más mujer —comento de tal forma que Margaret no pudo evitar sentir un fuerte escalofrió. —Yo... —deseo poder decir cualquier cosa, alejarse de él y es que aquella actitud le hacía sentir muy incómoda. —Por desgracia, veo que no es suficiente para tentar a Lucas —ad