En el pasado, Lucas solía perder incluso la noción del tiempo cuando se trataba de Sarah; pues su sola presencia era capaz de llenar su mundo entero. Era cierto que aun sentía un cierto cariño por ella; pero no se sentía ni mínimamente tentado o hechizado por su cercanía. La verdad es que el tiempo que duro la pieza se le torno eterno para regresar al lado de Margaret. Seméjate descubrimiento era algo que le había sorprendido tanto que apenas podía creerlo y es que en solo unas cuantas semanas la adoración y pasión que sentía por Sarah se había extinguido por completo. Lo hizo para ser remplazada por un sentimiento mucho más poderoso, uno que no lograba definir con palabras y el cual iba dirigido a una mujer por la que jamás creyó posible sentir más que desprecio. Apenas la pieza termino; dirigió la vista hacia la orilla de la pista, justo hasta el lugar donde había visto a Margaret por última vez. Sin embargo, ella no se encontraba más ahí, había desaparecido y no tenía la menor i
Lucas se disponía a golpear una vez más a Thomas en el rostro, cuando de forma sorpresiva sintió como alguien le detenía el brazo. Se trato de un toque ligero, pero que fue suficiente para sacarlo del frenesí en que se encontraba. Detuvo su mano justo a la mitad del camino, volteando a ver a quien le sujetaba; encontrándose con Margaret. —Déjalo —le pidió con lágrimas en los ojos. —¿En verdad me estas pidiendo esto? —le cuestiono, sorprendido porque precisamente fuese ella quien deseara algo como eso. —Déjalo, no lo golpees más —reitero sin soltarlo.Lucas, en cambio, aun sostenía a Thomas por la solapa del saco, listo para golpearlo una vez más. —Te lo suplico, no lo hagas —le pidió con lágrimas en los ojos. La verdad es que en esos momentos lo que más deseaba era continuar golpeándolo y aun así no podía ser inmune a los ruegos de Margaret. —Lo vez, solo necesitaba un recordatorio de quien manda —se mofo Thomas de forma descarada.Lucas entonces le propinó un golpe más en el
Lucas se dirigió a su habitación, quitándose el saco con cansancio. La noche sin duda había terminado de una forma que jamás espero. Apenas podía creer lo que había presenciado y en especial que no hubiese destruido a Thomas, tal como tanto deseaba.Decidió entonces dirigirse al baño, quitándose la corbata de un fuerte tirón. Mientras se disponía a deshacerse del resto de la ropa para tomar un baño, reparo en que los nudillos de una de sus manos se encontraban rojos e hinchados, sin duda a causa de los golpes que le había propinado a Thomas. Habían comenzado a hinchársele y sabía que solo se pondrían aún peor, por lo cual decidió acercarse a la alacena sobre el lavabo; sacando de esta el pequeño botiquín de primeros auxilios que guardaba ahí.Curaba su mano herida, cuando recordó el labio de Marg
Lucas ansiaba por una respuesta, por comprender al fin sus motivos y es que toda ella continuaba resultándole un misterio.Sin embargo, no escucho despuesta alguna de su parte y eso fue una confirmación de que era verdad lo que sospechaba.—No tienes por qué protegerme, Margaret, soy perfectamente capaz de hacerle frente a Thomas —le aseguro, convencido de que era de esa forma.Margaret deseaba creer que era de ese modo y es que, aunque lo sabía fuerte, era consciente de lo que Thomas podía llegar a ser capaz.—En adelante me encargare de él, seré yo quien le haga frente. Te protegeré, no permitiré que te vuelva aponer una sola mano encima. Antes lo matare —afirmo.Apenas lo pronuncio, no pudo evitar reconocer el gran cambio que había sufrido desde que se conocieron. En ese primer momento había deseado no tener que volver a verla, perm
A la mañana siguiente; cuando el sol aun no comenzaba a salir, Lucas despertó poco a poco. En un primer instante dio por hecho que se encontraba en su habitación, pues se sentía tan cómodo que no podía ser de otro modo. Comenzó a desperezarse con lentitud hasta que reparo en el hecho de que no se encontraba solo y es que sintió como abrazaba a alguien. Apenas abrió los ojos se dio cuenta de que se trataba de Margaret, podía verla gracias a la escasa luz que le regalaba la lampara de noche que aún se encontraba encendida.Uno de sus brazos se hallaba bajo ella, a la altura de su hombro. La envolvía, pegándola a su pecho con tanta fuerza que podía aspirar el dulce aroma que desprendía. En tanto que su otra mano descansaba con suavidad sobre su abdomen.No le quedaba la menor duda de que se había quedado dormido sin querer, lo cual era
Un par de horas después; ambos yacían exhaustos, abrazados en la cama. Lucas le besaba uno de los hombros de vez en vez, mientras se deleitaba con la suavidad de su piel.Todo era perfecto, casi idílico o al menos lo fue hasta que el celular de Lucas comenzó a sonar. Estaba convencido de que no había un momento más inoportuno que ese, por lo cual decidió que quien se tratara podía esperar.Fue de ese modo, hasta que apenas un par de minutos después el teléfono volvió a sonar.—Contesta —le insto Margaret, consciente de que quien se tratara no pensaba detenerse.—Lo are más tarde, ahora no deseo moverme de aquí —respondió, mientras la sujetaba con un tanto más de fuerza.Margaret estuvo tentada a acceder, a permitir que el resto del mundo girara y que solo fueran ellos los que importaran. Por desgracia,
Lucas sentía que no podía esperar ni un solo minuto más para hablar con ella y es que hacerlo podría ser un gran error. Temía que se tratara entre la diferencia de conservar lo que había comenzado a nacer entre ellos y perderla de forma definitiva. Lo cierto es que no podía pensar en algo peor que eso, en nada que le doliera más.Decidió entonces entrar en el baño a buscarla, encontrándola envuelta en una toalla junto a la regadera tratando de ajustar la temperatura del agua.—Tenemos que hablar —declaro sin más.—No hay nada de qué hacerlo —respondió sin siquiera voltear a verlo, lo cual decía mucho del estado de ánimo en que se encontraba.—Claro que hay mucho de lo que tenemos que hablar —insistió y es que no estaba dispuesto a dejar el asunto por ningún motiv
Pasaron el siguiente par de semanas cortejándose.Al principio, Lucas tenía con ella pequeños detalles como una flor al regreso del trabajo, misma que le hacía saber que la había recordado durante el día. Una nota en su puerta cuando tenía que salir tan temprano que no alcanzaban a verse o mensajes de texto a lo largo del día, haciendo de su conocimiento lo que sea que le pasara. Solían salir a pasear juntos, al cine o a cenar fuera siempre que la ocasión se les presentaba.Desde ese día dejaron de dormir en habitaciones separadas; pues el rostro del otro era lo último que deseaban ver por la noche y lo primer al despertar. Se amaban cada vez que tenían oportunidad y en cada habitación y espacio del apartamento.Todo era perfecto, ambos eran inmensamente felices; tanto que Margaret no podía evitar pensar que se trataba de un sueño. El m&aac