Arin sonrió ante la picardía de su novia-esposa, Kaira se había convertido en mujer, pero sin dejar de tener esa forma de ser juguetona, lo cual le tenía encantado, era como una flor a cada pétalo que conocía y caía, existía un centro mucho más sorprendente.

— Deseo pasar la noche entera contigo pero no para ser tu socio, sino porque te amo, porque quiero que estemos juntos por siempre, ver crecer a nuestros hijos a ti, porque te deseo, quiero hacerte mía hasta que nos perdamos el uno en el otro, hasta que no exista más que nuestros alientos sonando en la oscuridad, hasta que no te ruborices de estar desnuda frente a mí.

— ¿Tú crees que se pueda tenerlo todo?, ¿tener felicidad plena?, reconozco que me da miedo perder algo, tener que sacrificar algo para poder ser feliz a medias.

— No tengas miedo, lo que te ocurrió no tiene por qué repetirse. Deja atrás todos esos pensamientos, no tienes que ser probada, perder para ganar o continuar viviendo en la tristeza, eso ya pasó.

— Está bien,