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3. Juegos de seducción

Estoy aquí parada en la puerta del bar como una tonta intentando encontrar a Bautista. Ya he tenido que decirle que no quiero nada a un par de tipos que se han acercado a mí de esa manera que me saca de quicio…Tomo mi celular y le envió un mensaje por WhatsApp a Bautista.

// ¿Dónde estás? //

//Apreciando la vista de tus piernas en ese corto vestido. //

Leo su respuesta e inmediatamente miro a mi alrededor intentando encontrarlo y no lo veo por ningún lado.

//No te veo...//

De repente unas manos cubren mis ojos y no hay dudas de que es él, ese perfume que lleva puesto invade mis sentidos haciendo que quiera abrazarlo sin soltarme de él, es adictivo... me encanta.

—Hola. — Me dice con esa voz ronca y muy sexy.

—Hola. — Respondo de inmendiato intentando no temblar por su cercanía. No puedo entender cómo me puede hacer sentir así con su sola presencia, es que es imposible…

—Déjame decirte que luces desquiciadamente sexy ¿Acaso pretendes enloquecerme? — Me susurra al oído.

Ignoro su comentario y lo miro a los ojos —Mejor tomemos asiento, ¿Si? — Le propongo intentando que la temperatura entre los dos baje un poco.

—Vamos. — Accede mientras me toma de la mano y me guía hacia una de las mesas.

Intentando no mostrar más de lo que debo, me siento cuidadosamente sobre el taburete y él hace lo mismo en el taburete de al lado. «¿Acaso no se pudo sentar en el taburete que esta de enfrente?» Ahora nuestras piernas están en contacto una con la otras y su fragancia sigue torturándome.

—¿Qué te apetece beber? — Pregunta mientras toma el menú de bebidas del centro de la mesa.

—A ver que tienen… —Murmuro mientras acorto más la distancia entre los dos para poder ver el menú.

—Hueles exquisitamente bien. — Me dice volteando para mirarme y ahora si siento que no puedo respirar.

—Bautista— Titubeo nerviosa.

—¿Qué? — Responde haciéndose el desentendido y comienza a jugar con mi cabello.

«Definitivamente quiere matarme.»

—No hagas esto. — Suplico con un hilo de voz. Casi no puedo hablar... este hombre es mi perdición, jamás me he sentido así antes.

—No estoy haciendo absolutamente nada malo. — Se defiende haciéndose el inocente mientras me da una de esas sonrisas que seguramente es la debilidad de casi todas las mujeres de España y varios otros países donde su éxito es como la espuma.

Por fin logro concentrarme un poco y consigo decidirme por un —Valencia Peach SunSet.— No es que me costara decidir que tomar, pero si era difícil concentrarme en el menú con él mirándome y hablándome de esa manera.

—Entonces ¿Qué haces aquí en Madrid? — Le pregunto intentando llevar esta conversación a un área menos incomoda.

Él me mira entrecerrando sus ojos y me lanza otra de esas sonrisas —¿En serio quieres hablar de eso? — Cuestiona.

Sus palabras me toman por sorpresa y no sé muy bien cómo reaccionar. —¿De qué quieres hablar entonces? — Pregunto algo confundida.

—Si me das a elegir, de nada, solo quiero perderme en tus labios. — Me dice acercándose a mi mientras una de sus manos se ubica en mi pierna.

La manera de decir cada cosa me provoca, es sensual que no me importa nada. Me pregunto si siempre será así y solo soy una más de sus conquistas. Por el otro lado, mucho no me importa ya que me siento igual que él, lo único que quiero es que me bese sin cesar.

—¿Y qué esperas para hacerlo? — Le respondo lo más sensual posible.

Él levanta sus cejas a modo de sorpresa y me lanza una sonrisa que hace que quiera besarlo ya. —Solo espero salir de aquí. — Confiesa.

—De acuerdo, entonces démonos prisa con los tragos. — Sugiero a modo de reto.

Los dos comenzamos a sonreírnos y mirarnos como comiéndonos con la mirada hasta que nuestro juego de seducción se ve interrumpido por el mesero quien llega con los tragos. Es impresionante la atracción que hay entre los dos, aunque, claramente no se parece nada al amor y tampoco creo que quiera que sea eso. Mirándolo detenidamente me parece que para pasarla bien es ideal, un hombre como él no busca nada serio, directamente pienso que le es imposible dado su estilo de vida.

—¿Qué tanto me miras? — Me pregunta riéndose y luego toma un sorbo de su trago.

Le lanzo mi mejor sonrisa y también aprovecho para tomar un sorbo de mi trago el cual esta exquisito para luego de dejarlo expectante responderle finalmente —Lo guapo que eres, ya entiendo porque tienes tantas mujeres detrás de ti...— Confieso.

Al parecer mis palabras lo han tomado por sorpresa porque me mira abriendo sus ojos de par en par, aunque ahora se recompone y se acerca más a mí. —¿Así que te parezco guapo? —

—Tú ya lo sabes, pero, si... demasiado guapo diría yo. — Le admito de manera sensual mientras cruzo mis piernas.

—Démonos prisa con los tragos, no aguanto más.— Me susurra al oído. Sus palabras me provocan y su voz ni se diga…Sé que estoy jugando con fuego, pero me encanta...

En silencio terminamos nuestros tragos solo mirándonos uno al otro, y si las miradas desnudaran probablemente ya lo estaría. Tiene una mirada tan intensa que me hipnotiza, definitivamente estoy en sus manos y no sé qué hacer para salir de ellas, aunque tampoco sé si en verdad quiera hacerlo.

Una vez que él paga la cuenta salimos del bar y nos paramos en la acera mirándonos uno al otro. —¿Has traído tu auto? — Me pregunta tomándome por la cintura.

—No, he venido en taxi. — Le respondo con mi mejor sonrisa.

—Entonces, ¿Tu casa o la mía? — Me pregunta sensualmente al oído provocando escalofríos en mi piel.

—La tuya...— Respondo sin más e intentando no pensar demasiado en la situación.

«Sí, quiero estar con él...»

—Muy bien, vamos entonces. — Sentencia y caminamos hasta su auto. Al llegar, él amablemente abre la puerta del lado del pasajero para que suba. Una vez que estoy dentro, me abrocho el cinturón de seguridad con mis manos temblando a causa de la situación mientras él da la vuelta y segundos después está sentado en el lado del conductor.

—Antes de irnos permíteme hacer algo. — Murmura, y así sin dejarme que reaccione ni responda, me comienza a besar de una manera que hace que me queme.

Su lengua irrumpe en mi boca jugando en ella y haciendo que yo haga lo mismo, su aliento me desarma, todo él es tan perfecto... Tiene todas las armas para seducir a una mujer he aquí estoy yo; su nueva presa siendo capturada por todos sus encantos. —Ahora mejor vayamos...— Me dice sonriente sobre mis labios.

No puedo más que corresponderle a su sonrisa y preguntarme a mí misma que me sucede... ¿Qué es lo que me ha hecho este hombre para que actué de esta manera?

—Si, vamos antes que me arrepienta. — Accedo mirándolo fijamente.

—Claro que no, no te dejare que te arrepientas. — Advierte mientras pone el auto en marcha y comienza a conducir hacia su casa... hacia mi perdición... Pero, por más que quisiera no creo que pueda arrepentirme... Ya es tarde, mi cuerpo lo reclama.

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