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2. Que sea lo que deba ser

Estoy aquí parada sin siquiera atreverme a volver a ir cerca de donde está él, los demás pasajeros ya empiezan a molestarse un poco porque Mariano no puede con todos y no me queda otra opción más que hacer de cuenta que nada ha sucedido y continuar con mi trabajo —Hasta que por fin vienes a ayudarme. — Me reclama Mariano un tanto molesto.

Cabe destacar que desde que hemos terminado nuestro intento de relación, ha estado así conmigo. Definitivamente no ha podido cumplir ese trato que habíamos hecho donde lo que sucediera entre nosotros no interferiría en el trabajo —No me trates así que he estado pendiente de todo durante casi todo el vuelo. — Me defiendo mientras me muevo con el troley de bebidas por el pasillo. —Hay algo que le pueda servir. — Le pregunto a cada pasajero mientras que voy avanzando. Cuando llego a donde está él, sin mirarlo hago la misma pregunta. El pasajero a su lado me pide una Coca Cola. Le sirvo la bebida en un vaso y se la entrego.

—¿Y usted? — Le pregunto a Bautista.

—Quisiera otra orden de lo que probé allí atrás. — Responde señalando el lugar donde estábamos antes y hago mi mejor esfuerzo por no permitir que él me ponga nerviosa.

—Lamento decirle que ya se agotó. — Me atrevo a contestar dándole una sonrisa sarcástica.

—Debería revisar bien, puedo asegurarle que es lo mejor que he probado en mi vida. — Me responde con una sonrisa tatuada en su rostro que realmente podría hacer que cualquier mujer le diga que si a lo que él quiere.

—Cuando aterricemos veré si puedo reponer el stock. — Comento guiñándole un ojo.

—Cuento con ello. — Rebate sin dejar de sonreír —Pero, por ahora solo deme un café, por favor. — Me pide y sirvo el café y se lo entrego.

—Aquí tiene. — Le digo amablemente.

—Muchas gracias, la veo al aterrizar para ver si encontró de lo otro. — Sentencia y está vez es él quien me guiña un ojo.

No sé qué me está pasando, pero siento que no le podría decir que no a nada de lo que él me pida, es como un magnetismo que me lleva hacia él de una manera que me asusta ya que jamás me he sentido así antes. Es inevitable regañarme a mí misma diciéndome que es un director de cine muy reconocido que seguramente hace esto con todas y que apenas lo conozco, aunque a decir verdad no es así. Con la cantidad de fotografías y entrevistas que Tamara me ha enseñado de él podría decir que lo tengo más que visto «¿Qué dirá ella al respecto?»

No quisiera arruinar nuestra amistad por una bobería que ni siquiera llegara a ningún lado, es un simple coqueteo entre una auxiliar de vuelo y un pasajero, «nada que no se hay visto antes» me digo a mí misma.

[…]

Creo que este ha sido el vuelo más largo en todos los años que llevo trabajando en esto. Las constantes miradas entre Bautista y yo sumado a que Mariano no quitaba la vista de lo que sucedía entre nosotros y que mi corazón se ha descontrolado cada vez que su mano y la mía se rozaban al entregarle algo, han hecho que no pudiera esperar más para que llegáramos a Madrid.

María y yo estamos en la salida del avión despidiendo a cada pasajero que desembarca y agradeciéndole por haber elegido la aerolínea, y por alguna extraña razón él ha decidido no bajar aún, me imagino que será para no causar revuelo entre los pasajeros o algo así. Él solo me observa detenidamente desde su asiento y yo vuelvo a sentirme un tanto incomoda.

—María, lo siento debo bajarme, no me siento bien. — Le miento mientras tomo mi maleta del compartimiento y bajo rápidamente del avión.

Camino lo más rápido que puedo por la rampa para asegurarme de que él no camine detrás mío. No puedo, no quiero y no debo caer en las redes de este hombre que sabe que tiene el poder de hacer que cualquier mujer le diga que, si a lo que él quiera hacer con ella, yo no puedo ser una más... Al terminar de salir de la rampa prácticamente me echó a correr por los pasillos del aeropuerto hasta pasar inmigración y luego salir definitivamente del aeropuerto. Tomo un taxi y ahora si estoy a salvo de caer en la tentación de estar con él, o al menos eso es lo que siento…

El taxi recorre las calles de Madrid, las cuales se encuentran mojadas a causa de la lluvia que está cayendo y yo solo puedo respirar profundamente aliviada de haberme alejado de ese hombre. Unos cuantos minutos después llego a mi departamento, hace semanas que no me quedaba aquí y al entrar comienzo a abrir las ventanas para que entre un poco de aire y refresque el ambiente. Voy a mi habitación, me pongo ropa cómoda y me recuesto en el sofá a ver un poco de televisión... necesito distraerme.

He pasado toda la tarde viendo series de televisión hasta que finalmente decido que como no tengo ganas de cocinar ordenare una pizza. La verdad es que como no estoy nunca en casa ni siquiera tengo teléfono fijo así que voy en busca del celular, el cual he dejado en el cuarto, y al desbloquear la pantalla veo un mensaje de WhatsApp que me deja atónita.

//Hola, ¿Por qué te escapaste de mí? //

No puede ser... es imposible que sea él…

//¿Quién eres?//

Mi corazón late rápidamente esperando la respuesta mientras que veo el cartel que dice "escribiendo"

//Soy el pasajero que ha quedado deslumbrado con lo que probo en la pequeña cocina del avión... ¿Se llama así esa área?//

//Con que eres tú... Primero que nada esa área se llama galley... segundo, ¿Cómo has conseguido mi número? //

//Una admiradora de mis películas...// 

«Seguramente ha sido Tamara... no lo puedo creer, definitivamente puede conseguir lo que quiera.»

//¿Siempre utilizas tu fama para conseguir lo que quieres?// Escribo algo enfadada.

//Solo cuando realmente quiero algo...//

Su mensaje me causa una sensación agridulce, me pone contenta que se diera el trabajo de buscar mi número, pero al mismo tiempo tengo terror.

//Entiendo// Me limito a responderle.

Cierro la aplicación y me dispongo a llamar para pedir la pizza cuando una nueva notificación llega a mi celular, y es un mensaje de él.

//¿Entonces cambias el café por un trago esta noche en algún bar?//

Leo el mensaje una y otra vez sin saber que responder. En mi mente invento mil excusas para decirle que no, pero cada vez que me propongo escribir el mensaje mis dedos me lo impiden...

//Por favor... di que si...//

Su mensaje me hacer reír y sin pensarlo escribo.

//De acuerdo... ¿Dónde nos encontramos? // No hare que venga a mi casa...

//¿Te parece en "Aqua Bar" a las 10PM?//

//De acuerdo, te veo allí.//

No estoy segura si he hecho bien o mal, pero en definitiva he quedado con él esta noche. No puedo creer que aun habiéndome escapado de ese avión para no verlo sea tan débil como para aceptar reunirnos esta noche.

Que sea lo deba ser...

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