El conflicto me llena, y por mucho que me encantaría mentirme y creer que no disfruté lo que nosotros acabamos de hacer, sé que no es verdad.¿Pero qué hay de él? Me acaba de dejar.¿Por qué?Apenas dormí durante la noche. Lo que pasó en la ducha se reproducía una y otra vez en mi mente y fue lo primero en lo que pensé cuando desperté esta mañana.Luciano es mi enemigo. Se supone que no debo disfrutar de ninguna parte de este loco arreglo que tenemos. Es un contrato de mierda con el que tendré que vivir el resto de mi vida.Vivir con ello. O intentar escapar.Definitivamente, escapar sigue siendo el plan, pero ¿cómo voy a hacerlo?Necesitaría ayuda en todos los sentidos de la palabra.No sé nada de remar en un bote, y mucho menos de remar en aguas peligrosas.Pero no puedo vivir así. Ciertamente no puedo vivir con un hombre volátil al que no puedo entender. Entonces, el escape tiene que ser algo que coloque al frente de mi mente.Eso significa ceñirse al plan para que él confíe en mí, as
LucianoEntro en Renovatio. Es la primera vez que siento que no debería estar aquí.Me he sentido mal desde ayer cuando dejé a Fiorella en la ducha.¿Qué clase de imbécil soy para huir prácticamente de una mujer? Una mujer de diecinueve años que tuvo un efecto tan jodido en mí que tuve que dejarla.Mientras sus suaves labios se movían contra los míos, todo lo que quería hacer era reclamar su dulce, inocente y prohibida carne. El hambre me atravesó, haciéndome querer empujarla contra la pared y follarla hasta perder el sentido.Nunca he perdido el control de mis emociones de esa manera.Fue algo peligroso porque demostró que tenía poder sobre mí.Poder. Ese es el problema. Hubo un intercambio de poder. En ese momento, me entregué a ella y me permití sucumbir a mi necesidad de ella. Necesitar y desear son dos cosas diferentes. Yo la deseaba. Nunca esperé necesitarla.Ahora estoy aquí en el club de striptease cuando, sinceramente, debería estar en casa. No había planeado venir esta noche
No estoy dispuesto a admitir eso a nadie, y menos a ella. Me cierro sobre ella. Se estremece bajo el peso de mi mirada.—Mucho ojo, Gabriella. Ten cuidado. Recuerda con quién estás hablando. No te quiero esta noche.Ella retrocede y da un paso atrás. Con eso, la dejo. Bajo las escaleras que conducen a la salida, en mi camino vislumbro a Matteo y Fabrizio en el bar, pero no me detengo. Ni siquiera sé si me vieron.Mi cuerpo se mueve por sí solo. Como si me llamaran a casa. A casa con ella.Conduzco de regreso pensando en ella y lo de ayer. Pienso en lo mucho que ella me deseaba también. No es tan tarde cuando llego a casa, pero no sé si estará dormida. La puerta de su dormitorio está abierta. Cuando me acerco, me detengo y espero junto a la puerta cuando la veo arrodillada en el suelo. Delante de ella hay unos pequeños botes de maquillaje y papel de copia en blanco. Ella dibujó en él.Veo golondrinas volando sobre una montaña. El cielo está manchado de tonos azules y violetas. Sumerge
FiorellaEl placer y el dolor arden dentro de mí y caen en cascada sobre mi cuerpo.Siento como si estuviera siendo empalada en su pene cuando un rayo de dolor atraviesa mi cuerpo, pero el dulce placer hace que mi alma regrese a los brazos de la pasión.El placer en su forma más pura recorre cada fibra de mi ser, prendiéndome fuego. Viene en ondas superpuestas. Mi cuerpo se inclina ante la sensación, cediendo a ella. A él.Luciano agarra mis caderas, clavando sus ojos en los míos mientras mueve sus caderas hacia adelante, iniciando un bombeo lento y constante.—Joder... Fiorella, estás tan apretada—gruñe. La vena gruesa a un lado de su cuello late aceleradamente, haciendo que mi estómago se anude.La lujuria se espesa tanto en mi garganta que no puedo hablar. En cambio, gimo con el aumento de más placer, esta vez sintiéndome diferente a cuando él entró en mí por primera vez, diferente a la forma en que me sentí cuando hicimos otras cosas. Se me curvan los dedos de los pies. Olas convul
Hay un pequeño golpe en la puerta. Ya sé que no es él. No tocaría. Nunca ha llamado a la puerta.—Adelante—grito. Priscilla abre la puerta. Candace está detrás de ella llevando una bandeja con tostadas y café.—Buenos días—dicen ambas.—Hola—respondo.Candace me mira. Me sonrojo cuando sus ojos brillan con algo que me hace pensar que presiente lo que Luciano y yo hicimos aquí anoche.—No vamos a tener otro día como ayer—proclama Priscilla—. Es casi mediodía y no has bajado a desayunar.Mis ojos se abren ampliamente.—Oh, Dios mío, no me di cuenta de la hora. —No hay forma de que hubiera pensado que era tan tarde. No soy el tipo de persona que se queda acostada. Cuando vivía en casa, me levantaba temprano para pintar.—Te comerás esto y volveremos en diez minutos—responde.—Luciano organizó algo bueno para ti hoy—sonríe Candace. No puedo imaginar lo que podría ser.—¿Qué es?—Algo que te gustará, querida—responde Priscilla. Las comisuras de sus ojos se arrugan cuando sonríe.Muerdo el
LucianoEntro al pasillo y la veo.Yo tenía razón. Ella aquí se ve como en casa. De la misma manera que las pinturas de Mamá.Fiorella está tan absorta en su pintura que no me oye entrar.Mi madre era igual. Se perdía en su trabajo. Había visto ejemplos del trabajo de Fiorella cuando fisgoneé a través de las cajas el otro día, pero verla crear algo en vivo es otra cosa.Ella tiene un gran lienzo colocado en el caballete. En él ha pintado un mar tormentoso contra la oscuridad de la noche, y un caballo negro azabache con alas insulsas cabalgando sobre el agua. Es una fantasía oscura.Ella mira momentáneamente al mar afuera. Contra la noche se mueve en las sombras, sin parecerse en nada a su pintura. Pero eso es lo que ella ve, lo que ella todavía ve mientras continúa mirando hacia la arcada.Mi mirada recorre su cuerpo mientras su pequeño vestido sube por su culo, y pienso en todas las formas en que la follé anoche. Podría haber seguido haciéndolo, pero la agoté. Dejé su cama esta mañana
Me las arreglo para apartar la pequeña tela de sus bragas para poder tocar su coño. Ella se sobresalta, agarrando mi camisa. Gime contra mis labios, y un escalofrío de placer la recorre cuando deslizo mis dedos más profundamente en su pasaje. Las paredes de su vagina se contraen, y jadea, sus labios ahora tiemblan.Sacando mis dedos de su jugoso coño, detengo mi asalto a sus labios para saborear su deseo húmedo. El dulce néctar cubre mis dedos, evidencia de su excitación por mí. La sorpresa le ruboriza las mejillas cuando coloco mis dedos en mi boca y lamo cada gota.—Me deseas de nuevo...—le digo.Me mira como si no supiera qué decir. Lo entiendo. Después de todo, ambos tenemos el mismo problema. Se supone que estamos prohibidos. No se supone que esto sea agradable, pero aquí estamos los dos, deseándonos el uno al otro como un raro plato exótico.Le sonrío y la belleza hace la cosa más extraña. Desliza su dedo por mi mandíbula y traza mis labios. Se lo permito, preguntándome qué está
LucianoDos malditos días...Ese es el tiempo que nos hemos quedado en la cama. Dos días.Es el amanecer del martes por la mañana. Esta noche es la cena ceremonial donde mi padre me entregará su anillo. Será un verdadero símbolo de su retiro como líder de la familia Benedetti.Asistirán mis hermanos, mis dos tíos y sus esposas, que volaron desde Italia, y mis tres primos, dos de los cuales tienen esposas.Tiene mucha importancia. Se supone que debo llevar a Fiorella a esta cena como símbolo de nuestra familia conquistando al diablo. Se supone que ella es el trofeo, un premio.En este momento, mientras me siento en la ventana de la habitación que le he dado, mirándola dormir, se ve como la mujer que ha llenado todos mis pensamientos durante los últimos dos días.Tacha eso. Desde la noche del baile benéfico. Comenzando esa noche cuando ella flotó en el brazo de su padre y supe que tenía que tenerla.Aquí estoy con ella, sentado aquí, haciendo algo que no he hecho en años, y no a menos que