Me voy rumbo a mi casa pensando en todo lo platicado con Andrew, hablamos tanto que hasta se me paso el tiempo. Me dijo tantas cosas, de su vida, de la carrera, de la vida. No hubo un tema de que no conversamos, nuestra platica resulto muy amena.Al llegar a la casa, estaba Robert con la niñera esperándome, quien me mira un poco nerviosa, la presencia de Robert la incómoda.—Ya te puedes ir Jennifer, disculpa la demora se me hizo tarde.—No te preocupes Diane, nos vemos mañana—se despide de mis niños con ternura y sale de mi apartamento.—¿Dónde andabas? —me pregunto Robert con suspicacia.—Me entretuve con unos amigos.—¿Se te olvida que estás casada y que tienes hijos?—Que tengo hijos no, de que soy casada si me quiero olvidar para siempre. Te recuerdo que sigo casada porque te niegas en darme el divorcio—lo miro con dureza, ya no me puede manipular a su antojo, lo que lo hace rabiar.—Jamás te daré el divorcio Diane, ni lo sueñes.—¿A qué vas venido?—¿No puedo ver a mis hijos?—C
Robert está conmigo, pasará esta noche en casa. La sensación que estoy experimentando en este momento, me lleva a un estado de frenesí tremendo. Los sentimientos a veces son muy volubles y nos aleja del raciocinio. No me imaginé volver a estar, en una situación como esta de nuevo, con el padre de mis hijos, al cual le había solicitado el divorcio hace casi tres años atrás.Volvemos a hacer el amor, ya exhaustos y sin aliento. Robert me sonrío lo miro con aspereza, porque ya hace tiempo que dejé de sentirme su esposa. Me besa en los labios con la intención de serenarme, me acuesta en su regazo, mientras yo recupero el aliento, por otro lado, las imágenes de nuestro encuentro se mueven en mi cabeza haciéndola estallar.—Diane por favor, hagamos una tregua por nuestros hijos.—No metas a mis hijos en esto. Ya mañana será otro día.—Sé que me equivocado mucho contigo, pero vamos, eres mi mujer. Me has demostrado que ahora te despierto pasión. Esta mujer nueva la quiero nuevamente conmigo.
Camino por el pasillo voy a buscar un libro que había olvidado, mientras que Mara espera por mí para irnos, cuando de pronto, Andrew me toma ligeramente por el brazo y me interna en el salón—¿Qué ocurre Andrew?—Te vi con mi hermano—enseguida pongo mis ojos en blanco y levanto una ceja.—Robert me trajo esta mañana.—¿Lo aceptaste de nuevo?—No, te recuerdo que es el padre de mis hijos.—Cómo olvidarlo. Te invito a comer.—No puedo, soy madre por si se te olvida.—¿Puedo ir a tu casa? Así veo a los niños—recuerdo las palabras de Robert y trato de evitarlo.—Tengo cosas que hacer, Andrew.—Tranquila será solo un momento. No te quitaré mucho tiempo.—Está bien. Le diré a Mara que se vaya con Brandon y me voy contigo a casa—Andrew sonríe emocionado.Subo a su auto, por lo que veo le está yendo muy bien, Andrew había renunciado a la fortuna familiar y le había vendido su parte a Robert, quien tenía el control absoluto de la hacienda y de la producción. Le pregunto en el camino para rompe
Después de mi falta de cordura, me tomo un respiro y voy por un vaso de agua, escucho abrir la puerta era Amy, mis hijos y mi nueva mejor amiga Mara, quien con la ausencia de Jessica se había convertido en mi paño de lágrimas. —Mami—gritan mis hijos al mismo tiempo y corren para abrazarme. Sigo muy nerviosa y distraída. —¿Diane te ocurre algo? ¿Viste un fantasma? —me pregunta Mara con incredulidad. —Me siento un poco sofocada. —Pero estamos en otoño. —Vengan niños vamos para que merienden algo—los invita Amy, dejándome sola con Mara, para que converse con ella. —En estos tres años, te aprendí a conocer muy bien Diane y sé que algo te pasa. —Y muy terrible—le advierto. Entramos a mi cuarto estaba algo desordenado por mi encuentro con Andrew. Aún sigo muy nerviosa por mi osadía, yo no suelo ser así. Pido perdón mentalmente por mi falta de juicio. —Tu cama está hecha un desastre y es raro porque tú no eres así—me mira aprensiva Mara. —Hay algo que tengo que contarte, sino voy a
Ya es fin de semana, después de la conversación que tuve con Andrew en la universidad, me aferro de nuevo al recuerdo sus ojos brillando al verme y desprendo una sutil sonrisa, pienso que lo veré más tarde, acepté pasar el fin de semana con él en un destino incierto, me despierto acuciosamente de la sensación de sueño que sentía.Una luz se cuela por la ventana de mi habitación me levanto frente a contemplarla, recuerdo que siempre lo hacía cuando vivía en la hacienda, repentinamente entran mis hijos trayéndome de vuelta de nuevo a la realidad.—Vamos a lavarnos los dientes, para luego desayunar—les informo a mis hijos.—Si mami—me afirma Paolo, mientras Ángela me mira con evidente cansancio, seguro Paolo interrumpió su sueño.Veo a Amy que está preparando el desayuno y me paro enfrente para decirle:—Más tarde viene Jennifer se quedará cuidando a los niños este fin de semana.—¿A dónde irás? —me lo pregunta Amy con escepticismo.—Voy a realizar una fuerte investigación con Mara y otr
Desde ese momento Andrew y yo acordamos vernos en aquella cabaña con frecuencia, lejos de la vista de todo lo que nos rodea, concebimos que es el lugar oportuno, para consumar nuestro deseo y las ansias de tenernos el uno al otro, cada espacio campestre de ese oculto bosque, lo hicimos parte de nuestro amorío. Allí juntos daremos rienda suelta a esta temida pasión, que por ahora permanecerá oculta y que ninguno de los dos logrará ya evitar. Voy rumbo a mi casa a reencontrarme con mis hijos, Andrew y yo nos miramos esta con más ternura que con pasión, toma mi mano y le propino un beso. —Estuvo increíble Diane, me siento muy contento. Eres tan sensual—me expresa su sentir. —No puedo dejar de pensar en lo que ocurrió, en lo que pactamos. —Aunque te confieso cariño, que no lo quería así, eres mía y te quiero presumir. —Quedamos en ser discretos ya sabes el porqué. —Es lo que molesta. Me siento como tu amante. —En parte lo somos—detiene su auto a un costado de la lejana carretera. —N
—¿Qué pasa Diane? — Pregunta Amy y corresponde a mi abrazo, al mismo tiempo mis hijos se prensan en mis piernas.—Amy estoy enloqueciendo. Robert está de nuevo en mi habitación.—Por lo que no aceptas de nuevo y haces tu vida con él, es lo más sensato.—¿Tú crees?—Si Diane, no puede estar solamente con él cuando sientas deseo sexual, tienes que buscar una solución. Después el señor Robert te puede perder el respeto.—Si Robert nunca te ha respetado.—Él tiene sus defectos, pero te quiere hija, a su manera claro. Al menos hazlo por tus hijos, para que nazcan dentro del seno de un hogar estable.—Me confundes más Amy, no era eso lo que quería oír.—¿Qué querías oír Diane? Siento que ocultas algo, desde hace días te noto rara. Puedo intuir que tiene que ver con el doctor Andrew—me mira aprensiva.—Cómo crees—le miento—habla bajo que Robert está aquí.—Ya te dije, lo que tenía que decirte, está en ti si aceptas el consejo—me lo dice con severidad y luego relaja su comportamiento.—Lo sie
Ya por fin, estoy decidida en dejar a Robert atrás y junto con él mis amarguras. Llego a la clínica donde trabaja Andrew y me anuncio ante su secretearía. Enseguida me hace pasar: —Amor has venido a verme—se levanta de su escritorio y me da un beso en los labios, el cual no correspondo. —Lo siento Andrew no estoy de humor—lo rechazo. —¿Qué te ocurre? —Es Robert. —¿Estás arisca por mi hermano? —pregunta y me mira con recelo. —Es que hay muchas cosas de tu hermano, que todavía tu desconoces. —¿Me quieres contar? —No es el lugar. —Vamos a nuestra cabaña, allí podemos platicar, entre otras cosas—me insinúa sus ganas. —No puedo tengo, que ver a mis hijos. —Déjalos con la niñera. —Por Dios Andrew, no puedo estar delegando mi responsabilidad de madre a Jennifer, todo el tiempo, mis hijos están primero. No lo olvides. —Lo siento cariño, si fui egoísta. —Perdóname tu a mí. Estoy fuera de sí. —Ya el semestre en la universidad culminó. Podemos vernos mañana, si quieres llevas a los