Después de mi falta de cordura, me tomo un respiro y voy por un vaso de agua, escucho abrir la puerta era Amy, mis hijos y mi nueva mejor amiga Mara, quien con la ausencia de Jessica se había convertido en mi paño de lágrimas. —Mami—gritan mis hijos al mismo tiempo y corren para abrazarme. Sigo muy nerviosa y distraída. —¿Diane te ocurre algo? ¿Viste un fantasma? —me pregunta Mara con incredulidad. —Me siento un poco sofocada. —Pero estamos en otoño. —Vengan niños vamos para que merienden algo—los invita Amy, dejándome sola con Mara, para que converse con ella. —En estos tres años, te aprendí a conocer muy bien Diane y sé que algo te pasa. —Y muy terrible—le advierto. Entramos a mi cuarto estaba algo desordenado por mi encuentro con Andrew. Aún sigo muy nerviosa por mi osadía, yo no suelo ser así. Pido perdón mentalmente por mi falta de juicio. —Tu cama está hecha un desastre y es raro porque tú no eres así—me mira aprensiva Mara. —Hay algo que tengo que contarte, sino voy a
Ya es fin de semana, después de la conversación que tuve con Andrew en la universidad, me aferro de nuevo al recuerdo sus ojos brillando al verme y desprendo una sutil sonrisa, pienso que lo veré más tarde, acepté pasar el fin de semana con él en un destino incierto, me despierto acuciosamente de la sensación de sueño que sentía.Una luz se cuela por la ventana de mi habitación me levanto frente a contemplarla, recuerdo que siempre lo hacía cuando vivía en la hacienda, repentinamente entran mis hijos trayéndome de vuelta de nuevo a la realidad.—Vamos a lavarnos los dientes, para luego desayunar—les informo a mis hijos.—Si mami—me afirma Paolo, mientras Ángela me mira con evidente cansancio, seguro Paolo interrumpió su sueño.Veo a Amy que está preparando el desayuno y me paro enfrente para decirle:—Más tarde viene Jennifer se quedará cuidando a los niños este fin de semana.—¿A dónde irás? —me lo pregunta Amy con escepticismo.—Voy a realizar una fuerte investigación con Mara y otr
Desde ese momento Andrew y yo acordamos vernos en aquella cabaña con frecuencia, lejos de la vista de todo lo que nos rodea, concebimos que es el lugar oportuno, para consumar nuestro deseo y las ansias de tenernos el uno al otro, cada espacio campestre de ese oculto bosque, lo hicimos parte de nuestro amorío. Allí juntos daremos rienda suelta a esta temida pasión, que por ahora permanecerá oculta y que ninguno de los dos logrará ya evitar. Voy rumbo a mi casa a reencontrarme con mis hijos, Andrew y yo nos miramos esta con más ternura que con pasión, toma mi mano y le propino un beso. —Estuvo increíble Diane, me siento muy contento. Eres tan sensual—me expresa su sentir. —No puedo dejar de pensar en lo que ocurrió, en lo que pactamos. —Aunque te confieso cariño, que no lo quería así, eres mía y te quiero presumir. —Quedamos en ser discretos ya sabes el porqué. —Es lo que molesta. Me siento como tu amante. —En parte lo somos—detiene su auto a un costado de la lejana carretera. —N
—¿Qué pasa Diane? — Pregunta Amy y corresponde a mi abrazo, al mismo tiempo mis hijos se prensan en mis piernas.—Amy estoy enloqueciendo. Robert está de nuevo en mi habitación.—Por lo que no aceptas de nuevo y haces tu vida con él, es lo más sensato.—¿Tú crees?—Si Diane, no puede estar solamente con él cuando sientas deseo sexual, tienes que buscar una solución. Después el señor Robert te puede perder el respeto.—Si Robert nunca te ha respetado.—Él tiene sus defectos, pero te quiere hija, a su manera claro. Al menos hazlo por tus hijos, para que nazcan dentro del seno de un hogar estable.—Me confundes más Amy, no era eso lo que quería oír.—¿Qué querías oír Diane? Siento que ocultas algo, desde hace días te noto rara. Puedo intuir que tiene que ver con el doctor Andrew—me mira aprensiva.—Cómo crees—le miento—habla bajo que Robert está aquí.—Ya te dije, lo que tenía que decirte, está en ti si aceptas el consejo—me lo dice con severidad y luego relaja su comportamiento.—Lo sie
Ya por fin, estoy decidida en dejar a Robert atrás y junto con él mis amarguras. Llego a la clínica donde trabaja Andrew y me anuncio ante su secretearía. Enseguida me hace pasar: —Amor has venido a verme—se levanta de su escritorio y me da un beso en los labios, el cual no correspondo. —Lo siento Andrew no estoy de humor—lo rechazo. —¿Qué te ocurre? —Es Robert. —¿Estás arisca por mi hermano? —pregunta y me mira con recelo. —Es que hay muchas cosas de tu hermano, que todavía tu desconoces. —¿Me quieres contar? —No es el lugar. —Vamos a nuestra cabaña, allí podemos platicar, entre otras cosas—me insinúa sus ganas. —No puedo tengo, que ver a mis hijos. —Déjalos con la niñera. —Por Dios Andrew, no puedo estar delegando mi responsabilidad de madre a Jennifer, todo el tiempo, mis hijos están primero. No lo olvides. —Lo siento cariño, si fui egoísta. —Perdóname tu a mí. Estoy fuera de sí. —Ya el semestre en la universidad culminó. Podemos vernos mañana, si quieres llevas a los
Mi rostro cambia de color en fracciones de segundo, cuando me hallo cerca de la compañía de mis hijos, están dormidos a mi lado. Sonrío al verlo tan seremos, vaya que son traviesos, en especial Ángela, al verlos mi mundo lleno de sombras cambia de color, es como si un destello de arcoíris vislumbrara en mi mirada, por lo que mi estado de ánimo cambia definitivamente. —Diane, hija ¿Vas a cenar? —Si ya voy. Se han quedado dormidos. —Son tan hermosos, yo los quiero como si fueran mis nietos. —Lo son Amy. Tu eres de mi madre, la que la vida me regalo. —Así es mi niña. —Mira este dibujo, que hizo Ángela es toda una artista. —Ja, ja, ja, le quedó muy lindo. Dibuja a su familia. —Si son cinco integrantes, según ella aquí estás tú, su hermano, Robert y yo—le señalo a Amy. —Ángela adora a su padre. —Su padre arruino mi vida y me sigue perturbando aún. —Vamos acompáñame—me indica Amy y accedo. Nos posamos en una isla, muy cerca de la cocina, para comer y conversar. —Te noto preocupa
Me siento muy cómoda con el trabajo, Andrew es una excelente profesional y lo más importante es muy discreto. Allí no interpone lo nuestro, opta por mantener una postura muy responsable y equilibrada, cosa que agradezco. Al salir de la clínica, voy por mi auto para ir a recorrer a mis hijos y me sorprendo enseguida: —¿Qué te ocurre? —le pregunto sorprendida, es a mi madre a quien veo, salir del hospital. —No te importa—me responde altanera como siempre. Su aspecto es muy descuidado, parece alcohólica. —Aún eres mi madre Elizabeth. Ven conmigo. —Yo no soy tu madre y no quiero tu lastima—me responde con arrogancia. —Mira en el estado, que te encuentras. —Es por culpa de Robert, dejo de darme dinero. Estoy desesperada. —¿Cómo llegaste aquí? —No lo sé cuando desperté, estaba en una camilla y escape de inmediato. Por tu culpa, Robert dejo de mantenerme—busca de irse encima de mí y la detengo, está muy débil. —Por favor mamá. Ya olvida a Robert, me preocupa el estado en que te encu
—Eres cruel y miserable. Un misógino de lo peor.—No puedes culparme por lo que le ocurre a Elizabeth, es una mujer que todo lo quiere fácil.—No es justo que haya parado sumergida en la mala vida por tu culpa.—Ya basta Diane—alza la voz.—No grites, despertaras a los niños.—Lo siento.—Tu todo lo lamentas. Es lo único que sabes decir, cuando actúas de la manera más infame con los demás. Las mujeres de este pueblo no somos objeto de deseo de Robert Fox, crees que con tu dinero y posición puedes malograrle la vida a cualquiera como lo hiciste conmigo.—Aunque lo creas yo a ti te amo. Yo me enamore de ti Diane.—Por Dios Robert no digas tonterías, tu no amas a nadie. Solo te ama a ti mismo.—En un principio, si me atrajo tu juventud y belleza, lo admito. Pero con el tiempo comencé a quererte, eres la madre de mis hijos.—Tu incubadora—le preciso.—Vamos no digas eso.—Es lo que querías de mi admítelo.—Yo te amo Diane, no me cansare e decírtelo.—Tanto me amas y te revuelcas con todas