Nos vemos mañana, chicas!!
La explosión me envía a algunos metros detrás de los matorrales. Gimo aturdida. Estoy adolorida en aquellos lugares que ni siquiera sabía que existían. Mis oídos zumban y el dolor se desplaza a través de mi cuerpo como réplicas de un temblor. Me mantengo inmóvil durante algunos segundos, tratando de recuperar mis sentidos. Inhalo profundo para llevar un poco de aire a mis pulmones. De repente, escucho la voz de un hombre. ―¡Rachel! Mi piel se eriza de miedo al identificarla. Giro mi cuerpo de medio lado y observo a través de la maleza que ha crecido en el fondo del patio y la que agradezco mi padre no haya podado debido a lo ocupado que estaba, porque, de lo contrario, ese hombre me habría encontrado. El monstruo corre de un lugar a otra, fingiendo desesperación mientras buscan alguna forma de entrar a la casa, pero el fuego es tan voraz que no se atreve. Me mantengo callada e inmóvil, no quiero alertarlo de mi presencia. Prefiero que crea que morí en el incendio con mis padres. S
Tras vagar durante largas horas por las calles de la ciudad, sin rumbo fijo y perdida en mis pensamientos, me doy cuenta de que mis pasos me han llevado hasta el lugar en el que trabaja el hombre de mi vida. Me quedo mirando aquel lugar, aturdida y con el corazón retumbando a toda marcha debajo de mi pecho. «Mira a donde has venido a parar, Rachel, tu corazón te ha traído directo a los brazos del hombre del que te has enamorado y el mismo que se burló de ti» Fijo la mirada en la entrada de aquel club. Dudo por algunos segundos, antes de cruzar la calle y acercarme al hombre que controla el acceso a las instalaciones. Lo más cuerdo sería buscar a Victoria, pero estoy tan agotada que no tengo fuerzas para dar marcha atrás. Además, estoy herida y creo que, de un momento a otro, voy a desmayarme. Si pudiera, llamaría a Victoria, pero creo que aún está de viaje y la libreta en la que tenía anotado sus números telefónicos se perdió entre las llamas que devoraron mi hogar. Así que no tengo
Las lágrimas se confunden con las gotas de lluvia que salpican sobre mi rostro. Me quedo parada allí, con la mirada perdida y el alma destrozada, mientras el temporal empapa todo mi cuerpo. No puedo creer que él me haya dado la espalda cuando más lo necesitaba. ―Por favor, Lud ―susurro para mí misma, al borde de la desesperación y el colapso―, te necesito ―cuando me convenzo de que Lud no vendrá y que poco le importa lo que me suceda, me abalanzo sobre la puerta y comienzo a golpearla con los puños―. ¡Lud, ayúdame, por favor, no tengo a nadie más a quién acudir! ―grito y lloro con angustia e impotencia―, no me abandones… te lo suplico. La puerta se abre, repentinamente, obligándome a dar un par de pasos hacia atrás, pero no es Lud el que aparece, sino el mismo hombre que me trajo hasta este lugar. ―¿Qué parte no entendiste de que el jefe no quiere saber nada de ti, puta? Cuando menos me lo espero me da una cachetada que me envía directo al suelo. Llevo una de las manos hasta mi mej
―Niña estúpida e ingenua, no tienes ni idea ―sisea Lud con desprecio. Retrocedo un par de paso en el instante en que sus ojos se tornan completamente negros, como si algo oscuro y perverso se hubiera adueñado de ellos―. Creíste que un hombre como yo podía fijarse en una mujer tan simple y aburrida como tú ―una sonrisa siniestra tira de las esquinas de sus labios―. Te hiciste la difícil y, cuando eso sucedió, te convertiste en un atractivo, tentador y delicioso reto ―camina en mi dirección, tratando de acorralarme―. Solo tuve que hacer uso de algunos de mis métodos más eficaces para hacerte caer ―chasquea con su lengua―, lo demás fue un acto reflejo. Niego con la cabeza. No puedo creer que todo esto se haya tratado de un juego, uno muy macabro y perverso. En cambio, yo ―trago grueso―, le di todo lo que tenía y puse en sus manos mi alma y mi corazón. ―Yo me enamoré de ti, Lud ―confieso con la voz atragantada―, eres el único hombre al que ha amado en toda mi vida… Una carcajada espelu
Una vez que ingresa al quirófano, hablo con Antonio.―¿Te hiciste cargo del asunto que dejamos atrás?Asiente en respuesta.―El equipo se está encargando de todo, señor ―me quito la corbata y la chaqueta que están completamente empapadas por la lluvia y los lanzo en una de las sillas de la sala de espera―. Estoy en comunicación constante con jeremías, me estará informando sobre cualquier novedad.Al desprender los dos primeros botones de mi camisa de lino, noto la mancha de sangre que se extiende sobre mi pecho. ¿Qué habría pasado si no hubiera aparecido justo en ese momento? No pude evitar que le disparara, pero de no haber intervenido a tiempo, el muy hijo de puta la habría acribillado. Quería asesinarla, de eso no me cabe la menor duda.―¿Alguien se dio cuenta de lo que sucedió?No tuvo tiempo para pensar en lo que estaba haciendo. Fui a ese club con un propósito en mente, pero tuve que posponerlo cuando escuché los gritos de la chica y fui a investigar. Lo que menos me esperaba era
Una semana despuésUna ruina de escombros y polvo de ceniza ocupa el lugar en el que antes había una humilde vivienda. El intenso olor a humo que todavía desprende la madera calcinada, envía un aguijonazo de dolor a mi corazón y provoca un enorme vacío en el fondo de mi estómago. Me niego a aceptar que la mujer que amo esté muerta.―Señor, aquí no hay nada que buscar, será mejor que nos vayamos.Ignoro la advertencia de Jacob. Rompo la cinta de seguridad policial y me introduzco hasta donde las ruinas me lo permiten. Los bomberos apenas pudieron controlar el fuego infernal que se desató hace pocos días en la pequeña casa. Observo con dolor la escala del verdadero horror que se esconde debajo de los restos. Tiemblo de impotencia y me maldigo una y otra vez porque me siento culpable por lo que aquí sucedió. El paisaje es desalentador y sombrío. Cierro los ojos y respiro profundo para intentar controlar las ganas que tengo de llorar y gritar como lo haría un ser humano común y corriente.
Estoy adolorida y sedienta. No hay ninguna parte de mi cuerpo que no palpite de dolor. La garganta me arde y mis labios están tan resecos que tengo la sensación de que se caerán a pedazos en cualquier momento. Necesito tomar un poco de agua o moriré deshidratada.―Tengo mucha sed ―indico con la voz ronca y áspera―, quiero un poco de agua, por favor ―al abrir los ojos solo alcanzo a ver sombras oscuras y borrosas moviéndose a mi alrededor, así que parpadeo algunas veces para enfocar la visión. Por un instante me siento confundida. Intento recordar, sin embargo, un repentino dolor de cabeza evita que lo haga―. Mami, ¿eres tú?Muevo la mano con un movimiento brusco hasta mi sien derecha para frotarla con los dedos, pero solo consigo llevarme un gran susto cuando escucho objetos cayendo y golpeado contra el piso con gran estruendo. Seguido, el pitido ensordecedor de una alarma se desata en medio de la habitación, causándome gran sobresalto y un dolor agudo en distintas partes de mi cuerpo.
Quince días despuésDoy un par de toques a la puerta, pero no me responde. Inhalo profundo, antes de empujarla e ingresar a la habitación. Ella ni siquiera voltea cuando me escucha entrar. La observo sentada a orilla de la cama, mirando hacia la ventana con la mirada perdida. Ha estado sumida en sus pensamientos desde que se enteró de la pérdida de su bebé. Fue un momento muy difícil y doloroso para ella. Recordarlo, me parte el alma en pedazos…―¡No, eso no es cierto! ―su grito me toma por sorpresa. Giro la cabeza y miro por encima de mi hombro― ¡Ustedes están mintiendo!Salgo corriendo al verla incorporarse sobre la cama y arrancarse las vías del cuerpo. Me siento al borde de la cama y la estrecho contra mi cuerpo para evitar que se haga daño.―Lo siento mucho, principessa.Suelta un lamento desgarrador e intenta desprenderse del abrazo, pero la aferro con fuerzas. De un momento a otro deja de luchar. Se apoya en mi pecho, tira con sus dedos de mi camisa y sigue llorando sin parar. E