Nos vemos mañana!!
Quince días despuésDoy un par de toques a la puerta, pero no me responde. Inhalo profundo, antes de empujarla e ingresar a la habitación. Ella ni siquiera voltea cuando me escucha entrar. La observo sentada a orilla de la cama, mirando hacia la ventana con la mirada perdida. Ha estado sumida en sus pensamientos desde que se enteró de la pérdida de su bebé. Fue un momento muy difícil y doloroso para ella. Recordarlo, me parte el alma en pedazos…―¡No, eso no es cierto! ―su grito me toma por sorpresa. Giro la cabeza y miro por encima de mi hombro― ¡Ustedes están mintiendo!Salgo corriendo al verla incorporarse sobre la cama y arrancarse las vías del cuerpo. Me siento al borde de la cama y la estrecho contra mi cuerpo para evitar que se haga daño.―Lo siento mucho, principessa.Suelta un lamento desgarrador e intenta desprenderse del abrazo, pero la aferro con fuerzas. De un momento a otro deja de luchar. Se apoya en mi pecho, tira con sus dedos de mi camisa y sigue llorando sin parar. E
Mis orificios nasales se expanden como las de un toro furioso. Tengo la visión borrosa y la respiración acelerada. Mis pies están en desacuerdo. Insisten en caminar hacia direcciones opuestas. Me tambaleo y tropiezo con todo lo que se atraviesa en mi camino.―¡Joder!Aprieto el agarre de mis dedos alrededor del cuello de la botella vacía. Bajo la mirada y la observo, antes de dejarla sobre mi escritorio. Inhalo profundo y miro en dirección hacia la barra del bar. Abro un ojo y mantengo el otro cerrado para tratar de enfocar la visión, pero todo sigue completamente desdibujado. Levanto las manos y froto las palmas sobre mi cara. No sé si estoy en la capacidad de recorrer los pocos metros que me separan de él, pero no lo sabré hasta intentarlo. Muevo un pie y luego el otro. Sonrío divertido. Me siento como el niño que empieza a dar sus primeros pasos. Avanzo un poco más, pero esta vez pierdo el balance, así que me estrello contra el piso.―¡Maldición!Me quejo cuando una de mis rodillas
Gimo y me muevo sobre la cama cuando la luz del sol se mete a raudales a través de los vidrios de las ventanas. Las sienes me palpitan y el dolor de cabeza me recuerda que anoche bebí hasta la inconsciencia. No hay nada en mi memoria de lo que sucedió, ni la razón por la que me quedé a pasar la noche en la oficina del club. Pocas veces duermo en este lugar, a menos que algo importante lo requiera. Elevo la mano y me agarro la cabeza. El dolor es insoportable. Saco las piernas de la cama y me siento al borde del colchón.De repente, veo piezas de ropa interior dispersas en el suelo. Mi corazón da un vuelco violento y cada músculo de mi cuerpo se tensa. No me he acostado con ninguna mujer desde que perdí a Rachel. No quiero que otra manche los recuerdos que ella dejó marcados sobre mi piel. Inhalo profundo y cierro los ojos. ¿Quién carajos se atrevió a entrar a esta habitación? Estoy completamente seguro que, a pesar de mi borrachera, lo último que haría es revolcarme con ninguna otra mu
Ha vuelto a tener otra de sus pesadillas. Suele gritar en medio de la noche o cada vez que se queda profundamente dormida. Algo la está atormentando y estoy seguro de que nada tiene que ver con el ataque del que fue objeto. Hay algo más, pero aún no he podido averiguarlo. Antonio recabó suficiente información sobre ella y su familia, pero no hay nada de la relación que tuvo con el hombre que la dejó embarazada.―¡No, Ludwig! ―me doy la vuelta rápidamente y me acerco a la cama―. ¡Yo te amo! ―quiero abrazarla y reconfortarla sobre mi pecho, pero sé que me rechazará si lo hago―. ¡Por favor, no me dejes!Me siento al borde del colchón y la sostengo de los hombros.―Despierta, Isabella, es solo una pesadilla.Abre los ojos y me mira con preocupación. Su rostro está inundado de lágrimas. No soporto verla tan devastada. Sé que la pérdida de su bebé fue demasiado para ella, pero hay algo más que la está destruyendo. Conozco de primera mano esa expresión que maltrata su hermoso rostro. La vi en
Observo mi mano y muevo los dedos. Poco a poco he ido recobrando la movilidad después de la golpiza que me dieron Ludwig y el lacayo de su socio. Mi mandíbula todavía siente el rigor de aquella violencia. Todo por culpa de esa zorra barata que quiso dárselas de santa. Recordar lo sucedido todavía me hace enfurecer. ¿Qué se han creído esos malditos bastardos? Juro que tarde o temprano me van a pagar lo que me hicieron. Por supuesto, no será nada fácil acercarse a ellos. Reeves tiene muchas influencias al igual que el lamebotas de Robert. Esos cabrones creen que tienen a Dios agarrado por la chiva, pero juro que conseguiré una manera para saldar mi cuenta con ellos. No me detendré hasta destruirlos y hacer polvo sus miserables vidas.Bebo un trago de mi vaso y tiemblo de rabia cuando los amargos recuerdos llegan a mi mente.―¿Crees que puedes venir a mi club y maltratar a una de mis chicas cuando se te dé la gana? ―me toma por sorpresa cuando suelta el primer puñetazo directo a mi cara.
Una vez que Isabella se queda dormida, salgo de la habitación y me detengo en el corredor. Me paso las manos por la cara y meso mi cabello con impotencia.―¿Qué demonios estoy haciendo?Una voz responde a la pregunta que me hago a mí mismo, tomándome por sorpresa.―Lo mismo me he estado preguntando, Massimo ―suelto un suspiro de resignación―. ¿Cómo se te ocurre ponerle el mismo nombre de mi hermana?Miro a ambos lados del pasillo y me aseguro de que no haya nadie en los alrededores que pueda escuchar esta conversación.―Porque fue lo único que se me ocurrió en ese instante, Antonio ―le explico, avergonzado―. Tú mejor que nadie sabe que aún llevo su identificación en la cartera, así que, cuando la administración me pidió información, usé lo que tenía a la mano.Ahora es que me doy cuenta del alcance de lo que hice.―Todo el mundo sabe que tu mujer está muerta ―me recuerda―. ¿Cómo piensas explicarlo?¡Joder! Para ser sincero, no pensé en ello.―Nadie tiene por qué enterarse ―me defiendo,
El auto se detiene frente a las puertas del famoso club nudista Sweet Sacrifice. Mis investigaciones siempre me han llevado hasta este mismo lugar y esta mañana pretendo encontrar información de la boca del mismísimo Ludwig Reeves, el dueño del local. Desde que supe que Rachel estaba involucrada, de alguna manera, con este sujeto, mi curiosidad se ha incrementado al máximo.Salgo del auto y me abrocho los botones del saco antes de dirigirme hacia la entrada.―Buenos días ―muestro mi credencial y espero que sea suficiente para que me permitan acceder al interior de las instalaciones―, busco al señor Reeves.Los dos hombres que están parados en la puerta me examinan de pies a cabeza antes de que uno de ellos me responda.―Lo siento, pero no hay visitas programadas para el día de hoySonríe como si aquel hubiera sido su mejor chiste del día.―Más te vale que hables con tu jefe y le digas que, si me niega la entrada, en menos de cinco minutos tendrá a todas las agencias de seguridad de est
No sé por qué razón este sujeto me causa tanta inquietud. No se debe a que sea un fiscal ni al hecho de que ando metiendo sus narices en mis asuntos, sino que hay algo en su actitud que me da mala espina.―Debes estar preguntándote la razón por la que estoy haciendo esta visita.¿Qué come que adivina? Pongo cara de circunstancia y sonrío al notar que ha comenzado a tutearme. Bien, yo también sé jugar a este juego, señor fiscal. Busco a Jacob y le hago una señal para que nos traiga café. Tengo una resaca que me está partiendo la cabeza en dos. Estaba a punto de irme a casa para pasar el malestar cuando me anunciaron su inoportuna visita. ―La verdad es que estoy intrigado ―me acomodo en el sillón y vuelco la mirada sobre él―. Así que, Dígame, fiscal De Luca, ―pronuncio su nombre con cierto tonillo―. ¿Qué lo trae por este lugar?La conversación se ve momentáneamente interrumpida con la aparición de Jacob y una de mis empleadas más antiguas. Observo al sujeto mientras Eloísa sirve el café