Nos leemos mañana con un nuevo capítulo.
Suelto un bostezo y abro los ojos con pereza. Sin embargo, jadeo con nerviosismo y comienzo a luchar al darme cuenta de que alguien me tiene atrapada entre sus brazos. ―¡Suéltame! ―la sujeción a mi alrededor se incrementa, lo que me pone nerviosa―. ¡No me toques! Sin embargo, el agradable y familiar perfume que se cuela a través de mis fosas nasales, me hace sentir, al mismo tiempo, confusa y calmada. ¿Lud? ―Tranquila, Rachel, estás a salvo ―susurra al pie de mi oreja―, ese hombre ya no podrá hacerte daño ―cuando soy consciente de lo que está pasando, suelto un jadeo y trato de zafarme de su abrazo. ¿Por qué estoy sentada a horcajadas sobre él?―. No me temas, Rachel, no voy a obligarte a hacer nada que no quieras. Trago grueso. A pesar de que todo mi cuerpo tiembla de miedo y de que mi cerebro envía señales de peligro para que me aleje cuanto antes de él, hay algo que me impide hacerlo. ¿Acaso he sido poseída por él? ¿Habrá lanzado alguna clase de hechizo poderoso sobre mí? Elevo l
Con piernas temblorosas y la boca seca salgo del auto repitiendo dentro de mi cabeza, como si fuera un mantra, sus últimas palabras. “Tarde o temprano serás mía” ―¿Qué es lo que se está creyendo? ―converso conmigo misma, mientras doy pisadas fuertes sobre la acera―. No soy una cualquiera ―niego con la cabeza―. Quizás esté acostumbrado a que todas las mujeres se rindan a sus pies y le ofrezcan todo en bandeja de plata, pero yo no soy una de ellas ―comento con enfado―. Podrá tener mucho dinero y ser un hombre muy atractivo, pero no voy a convertirme en su juguete de entretenimiento. Antes de llegar a la casa respiro profundo para apaciguar mi mal humor. La noche está absorbiendo con su manto oscuro los últimos vestigios de los rayos del sol. La luz del pórtico está encendida y esta solo se apaga cuando el último integrante de la familia llega a casa. Mi corazón sigue latiendo, acelerado, pero no sé si es por lo descarado que es ese hombre o porque estar cerca de él me afecta más de la
Estoy concentrado y disfrutando con placer de este delicioso momento. Todo mi cuerpo se tensa en el instante en que su culo se contrae y presiona mi polla al estrecharla con sus apretadas paredes. Lo sujeto de los hombros y comienzo a bombear con fuerza porque sé que está a punto de venirse. La resistencia que me ofrece su conducto, envía un latigazo de electricidad a lo largo de mi columna vertebral que repercute de manera inmediata sobre mi sexo, aumentando la hinchazón y su dureza, lo que dificulta mis estocadas debido a lo reducido del espacio. Llevo mi mano hasta su virilidad y comienzo a deslizarla desde la base hasta la punta, sin dejar de penetrarlo, lo que acelera el proceso de manera instantánea. Pocos segundos después, el orgasmo lo sorprende y, por mucho que intente resistirse a él, un gruñido tormentoso abandona su garganta, mientras las convulsiones hacen polvo todo su cuerpo. Los chorros de semen salpican su torso y su vientre, creando una obra de arte digna de exhibirs
Salgo furiosa y decepcionada de la casa de mi mejor amiga. No quería dejarla allí con ese hombre tan cerca de ella, pero su madre no está dispuesta a ver lo que nosotros sí podemos. ―Cálmate, cariño, te dije que no ibas a conseguir nada ―me dice Rob al subir al taxi que se mantuvo esperando por nosotros―. Hasta que su madre no acepte que ese tipo es un farsante y la peor basura de este planeta, no vas a poder hacer nada contra él. Bufo con pesar. ―Lo sé, Rob ―me acurruco entre sus brazos, pero no puedo rendirme o ese tipo le hará daño a Rachel. Me besa en la frente. ―No te preocupes, cariño, ya encontraré la manera de detenerlo. Inclino mi cabeza hacia atrás y, mirándolo a los ojos, lo beso en los labios. Sonrío, emocionada. ―Gracias, cariño, sé que vas a encontrar la manera de ayudar a mi amiga. Pocos minutos después, llegamos a mi casa. Abro a puerta e ingresamos al interior. ―¿Qué te parece si preparo algunos bocadillos para la cena? Estoy famélico ―me rodea con sus brazos
Saco la copia de las llaves y limpio mis lágrimas antes de salir de la habitación y reunirme de nuevo con él. Espero que no note lo conmocionada que me encuentro, no sabría qué explicarle si llega a preguntarme al respecto. Coloco la mano sobre el pomo de la puerta, pero antes de salir, inhalo un par de bocanadas de aire para calmarme y evitar que note mi nerviosismo. Cuando me siento lista y un poco más tranquila, abro la puerta y dibujo una sonrisa en mis labios antes de reunirme de nuevo con él. Cuando llego a la sala, lo encuentro parado frente a la ventana que da vista hacia la entrada principal, de espaldas a mí, y es en ese preciso instante que me doy cuenta, que perder a Rob, no es una opción, porque acabo de comprender que no solo estoy enamorada de él, sino que también lo amo con toda mi alma y mi corazón. ―Bien, Joseph, espero tener pronto información al respecto ―calla en el momento en que escucha la respuesta de su interlocutor―, por supuesto, tengo plena confianza en lo
―Es todo lo que necesito de ti, princesa ―nuestras bocas colisionan, desesperadas y anhelantes, en un beso que envuelve un sentimiento más profundo e intenso del que antes tenía, como si a partir de aquella confesión todo comenzara a encajar en su lugar de manera perfecta―, con eso es suficiente para que me conviertas en el hombre más afortunado y feliz de este maldito universo. Una vez que rompe el beso, limpia mis lágrimas y me observa con tanta intensidad, que pareciera que acabara de encontrar la piedra filosofal. »Te prometo que no te arrepentirás de haber tomado esta decisión, cariño ―me dice, henchido de la emoción―. A partir de este momento procuraré hacer realidad todos tus sueños e ilusiones y que, dedicaré cada segundo de mi vida, para hacerte la mujer más feliz de este planeta. En esta oportunidad soy yo la que se levanta sobre las puntas de sus pies y lo besa. ―¿Creo que es oportuno que cerremos este trato con un rapidito? Le digo falta de aliento. No transcurre ni un
Frustrado y resignando por la dirección que tomaron los recientes acontecimientos, no me queda otra opción que verla marchar y regresarme por el mismo camino por el que vine. ―Llévame al club, Jacob. Le ordeno de mala gana. Me paso las manos por la cara en señal de impotencia. ¿Cuándo antes malgasté mi tiempo persiguiendo a una mujer? ¡Joder! Debo estar perdiendo la cabeza. «¿Qué se siente ser rechazado por primera vez, Ludwig? Creo que no es tu cabeza, sino tu toque el que estás perdiendo» Maldigo por lo bajo. ¿Quién se ha creído que es para despreciarme de esta forma? Cualquier otra suplicaría por un poco de la atención que he estado desperdiciando en ella. Pero ya no más, hasta hoy tengo suficiente con esta tonta obsesión que me tiene como un perro cachondo detrás de la perra en celo. Me arranco la corbata de un tirón y la guardo en el bolsillo de mi chaqueta. «Así que ahora te rindes. Me niego a creerlo. No eres de lo que se da por vencido tan fácilmente, Lud, sobre todo si s
A la mañana siguiente ¿Quién podría creer que, a estas alturas de la vida, un hombre con mi experiencia tenga que recurrir a una masturbación de urgencia por segunda vez consecutiva en menos de cuarenta y ocho horas? ¡Es que ni yo mismo me lo creo! Deslizo la pantalla de la ducha con brusquedad y salgo de allí haciendo berrinches. Los chorros de agua se deslizan por mi piel y dejan un rastro de humedad a lo largo de mi recorrido. Tiro de la toalla que cuelga de la percha, la envuelvo alrededor de mis caderas y afianzo mis pisadas sobre el mármol con más fuerzas de la necesaria al dirigirme hacia el lavamanos. Ruedo los ojos y bufo con enojo. ¿Cuándo antes había actuado como un chiquillo malcriado? Maldigo por lo bajo y Despotrico contra el universo en más oportunidades de las que lo he hecho en toda mi vida. Doce putas horas estacionado frente a esa casa como si fuera un maldito acosador. «Si no te conociera, diría que estás haciendo una pataleta» Mando a volar el pensamiento de