Atrapado. El italiano tiene dueña!!
Aprovecho que, Rachel, sigue con la chica que encontramos en la mansión del senador, para darme un baño. Me desnudo por completo y arrojo la ropa al cesto de la ropa sucia. Me detengo frente al espejo del tocador. Observo al hombre parado frente a mí. Esta vez la operación se llevó a cabo sin recibir ni un solo rasguño. Inhalo profundo. Doy gracias a Dios por eso. La captura de ese hijo de puta no me ofrece ningún tipo de seguridad. No sé por qué, pero creo que nos falta algo. Me temo que estamos pasando por alto, la parte más importante de este asunto. Cualquier cosa que se nos esté escapando, espero poder averiguarlo antes de que ese maldito, porque no me quedan dudas de que se trata de un hombre, lleve a cabo su cometido y resultemos todos muertos.Me dirijo al cuarto de baño, abro la llave del lavabo y lleno un vaso con agua. Cojo el envase de calmantes del gabinete y extraigo un par de pastillas debido a que comienzan a dolerme las costillas. Deslizarse por paredes de más de dos m
Ato mi corbatín y me aparto del espejo. Esta noche será importante para mí. Una vez que zarpe el barco con la carga, mi destino estará trazado. Nadie podrá parar mi ascenso hacia la cúspide del éxito. Seré el hombre más importante de esta ciudad y, quizás, por qué no, el futuro presidente del país.Salgo de mi habitación y me reúno con los hombres de mi equipo de seguridad.―West, llévate a Rick y asegúrate de que todo salga bien esta noche. No quiero sorpresas innecesarias.Me mira confuso.―Señor, en poco más de una hora los invitados estarán llegando a la casa. Si nos vamos, quedarán desprotegidos.Elevo una de mis cejas.―¿A quién se le ocurriría atentar contra la vida de un senador tan importante? ―sonrío divertido―. No se te olvide que habrá personalidades muy importantes de esta ciudad visitándonos ―niego con la cabeza―. Estaremos bien. Con un par de tus mejores hombres será más que suficiente ―no parece estar muy convencido con mis explicaciones, así que hago valer mi autoridad
Observo a la perra tendida sobre la cama mientras sigue sedada. No puedo negar que es una mujer hermosa, no más que Rachel, pero tiene lo suyo. Extiendo mi mano y deslizo los dedos sobre su piel sedosa. Mi polla se tensa al contacto. Hace mucho que no disfruto de un buen polvo. Quizás la puta sirva para algo después de todo, sobre todo, ahora que no puedo acercarme a mis jóvenes feligreses. Hace poco me vi obligado a abandonar el pueblo en el que viví por mucho tiempo. Después de todo lo que hice por ese lugar sucio y mugroso, esos pueblerinos tuvieron la desfachatez de echarme de allí sin ningún remordimiento. Juro que algún día me las pagarán.Me acerco a la mesa y cojo la cajetilla de cigarrillos. Golpeo el paquete contra el costado de mi dedo índice, extraigo un pitillo y lo llevo a mi boca mientras repaso de arriba abajo el cuerpo desnudo de la zorra. Mi polla está dura y la puta no me la pone fácil. Está como para chuparse los dedos. Sonrío y niego con la cabeza. Dios obra de man
A la mañana siguienteFue imposible conciliar el sueño con tantos pensamientos aglutinándose dentro de mi mente. Además, estoy ansiosa por ir al hospital y saber de papá. Mi corazón no ha dejado de palpitar con desenfreno debajo de mi pecho. Desde que supe que estaba desaparecido, no he dejado de pedirle a Dios para que lo protegiera y lo trajera de regreso a mi vida, sano y salvo.―¿Puedo escuchar desde esta distancia los engranajes de tu cerebro moviéndose a toda marcha, cariño?Giro la cara y me encuentro con ese par de hermosos ojos verdes que son mi perdición.―¿Crees que está bien?Inhalo profundo, mientras espero su respuesta.―Estoy seguro de que tu padre está bien, de lo contario, hace rato que habrían tocado la puerta de nuestra habitación para informárnoslo.Tiene razón. Estoy siendo paranoica.―Tengo tanto miedo, Lud ―niego con la cabeza―. ¿Y si ya no es el mismo? —me relamo los labios con nerviosismo―. Tengo mucha inquietud con lo que voy a encontrar en ese hospital.Apoya
Las últimas palabras de Raymond Ward, siguen repitiéndose en mi cabeza sin parar. Hasta ahora no había querido presionar a Rachel para que me contara lo que pasó la noche en la que su casa se incendió, pero ya no pienso seguir esperando. Necesito saberlo para poder protegerla.―¿Estás lista para hablar?Asiente en respuesta.―Sí. Lamento haber tardado tanto tiempo para contártelo.Inhalo profundo. Inclino mi cara y la beso en la cima de la cabeza. No ha dejado de llorar desde que abandonamos el hospital. No me gusta verla en este estado. Sobre todo, ahora que está más sensible que nunca a causa del embarazo. Hubiera dado todo cuanto tengo para evitarle más sufrimientos.―Soy todo oídos, cariño.Me preparo para escuchar uno de los episodios más terribles de su vida.―Aquella noche desperté ahogada por el humo ―cierro los ojos, necesito tomarme esto con calma―. Fue cuando descubrí que la casa se estaba quemando. Todo pasó muy rápido. No pude hacer nada para salvar a mi madre ―suelta un s
Estaciono el auto a un par de cuadras de la casa. Hay demasiada seguridad como para arriesgarme a que me vean. No me queda más opción que dejar esto en manos de esta estúpida.―No lo olvides, Dee-Dee, si dices algo o haces cualquier movimiento para alertar al equipo de seguridad que vigila la casa, te juro que acabaré con la vida de tu hija. No me pongas a prueba. Tú, mejor que nadie, sabe que no tengo mucha.Sonrío con satisfacción. Esta chica fue uno de los mejores revolcones de mi vida.―Por favor, no le haga daño a mi hija ―me fastidian los dramas―. Puede hacer conmigo lo que quiera, pero deje a mi nena tranquila ―se limpia los mocos con el dorso de su mano―. Haré lo que usted me pida.Ruedo los ojos.―¡Deja la puta lloradera, o se darán cuenta de lo que está pasando, maldita estúpida! ―estoy a punto de creer que esta fue una muy mala idea―. No salgas de allí sin mi mujer, o te prometo que no volverás a verla. Asiente en acuerdo. Se limpia las lágrimas, se coloca los anteojos y se
El dolor que siento en todo el cuerpo es insoportable, pero los calmantes han logrado minimizarlos. Aún no puedo moverme con facilidad, o en otras circunstancias ya me habría largado de este lugar. Tengo miedo de que me encuentren y me vuelvan a encerrar en ese maldito sótano. Muchas de las chicas que salieron de allí jamás regresaron. Incluso, ella, Mirabella…―Massimo, es como un ángel de la guarda ―sonríe orgullosa cuando lo dice―. Siempre está cerca, cuidándome ―niega con la cabeza―. Nunca se detiene ―inhala una bocanada profunda de aire―. A veces puedes sentirte abrumada por su sobreprotección, por sus maneras. Al principio no lo entendía ―pronuncia arrepentida―, atravesaba por una de las etapas más difíciles de mi vida ―sus ojos se humedecen―. Mi padre y mi madre habían muerto recientemente en un accidente. Fue un golpe terrible para nosotros ―sus palabras suenan temblorosas―, sobre todo para mí. Extiendo mi brazo y tomo su mano.―Lo siento.Ella baja su mirada y, observa con as
Entro a la residencia De Luca como alma que lleva el diablo. Atravieso la sala y subo las escaleras de dos en dos. Mi corazón está latiendo a mil kilómetros por hora. No sé qué demonios sucedió, pero al escuchar el nombre de mi mujer me volví loco. Al llegar a nuestra habitación, abro la puerta y me encuentro con una escena dantesca que me deja sin aire en los pulmones. Alfred gira su cara hacia mí en cuanto me siente llegar. Eleva su mano para indicarme que me detenga, que la situación ya es bastante dedicada como para que intervenga. ¿Qué sucede? Pregunto, con un movimiento de mis labios, sin mencionar una sola palabra. Él me responde de la misma manera con un no sé. Vuelve a poner su atención en la chica para intentar persuadirla.―Tranquilícese, señorita. Por favor, no cometa una locura.Le indica a la chica que rescatamos de la mansión del senador, quien en este preciso instante lo apunta con una maldita pistola. ¿De dónde carajos la sacó? Pero lo que realmente deja mi sangre hela