Espero que hayan disfrutado de este maratón.
Todo es tan confuso. Siento como si estuviera viviendo la vida de otra persona. No sé cómo sentirme al respecto.―Espero que te sientas cómoda, Isabella, he pedido que preparen una habitación para ti. Bienvenida.Asiento en respuesta. Pocas horas después de que Massimo y yo llegáramos a un acuerdo, fui trasladada casi de inmediato. Todo fue muy precipitado, pero, según él, mi seguridad lo ameritaba. Nada de lo que está sucediendo se parece a lo que viví en mi sueño. Massimo es un sujeto muy amable y atento, pero eso es todo. Es un hombre reservado y muy profesional. No se parece en nada al hombre que conocí en mis sueños.―Gracias, Massimo, pero considero que esto es demasiado, podía haberme quedado en un hotel ―le explico angustiada por la manera apresurada con la que está sucediendo todo―. No has debido molestarte.Este es el primer día de la nueva vida que me espera. Todo es tan extraño. Tengo la sensación que una parte de mí se resiste al cambio. El día de hoy ha sido bastante movi
Una semana despuésEstoy a punto de volverme loca. Necesito salir de aquí, ir a visitar la última morada de mis familiares en ese cementerio. He estado recorriendo todos los rincones de esta propiedad, familiarizándome con todo, estudiando el movimiento de cada uno de los guardias de seguridad. Massimo me advirtió que, mientras exista peligro, no puedo salir de aquí y, visitar ese lugar es el riesgo más grande que puedo correr, porque el sitio en el que fueron enterrados es el panteón familiar de los Reeves.Inhalo profundo, me levanto de la cama y me acerco a la ventana. Pensar en ese nombre me pone muy inquieta. Tengo sentimientos encontrados. Por un lado, cada parte de mi cuerpo responde con anhelo, como si extrañara sus besos y sus caricias. Por otro lado, me carcome un odio recalcitrante por el hombre que hizo el primer movimiento para destrozar mi vida. Sí, no fue él quien me disparó, pero fue el artífice de todo. Él y su amante se conjugaron para acabar conmigo. Está amaneciend
Me quedo estática en el mismo lugar. Un sinfín de sentimientos confusos hacen explosión en mi interior y se esparcen como ráfaga a través de mi cuerpo. Rabia, odio, rencor, pero, lo más sorprendente de todo, es escuchar a mi corazón latiendo desenfrenado de amor por él. Lo amaba, quizás todavía lo amo, pero lo odio en la misma medida. Aprieto los puños a ambos lados de mi cuerpo antes de responder.―No.Un sonido ronco y distorsionado sale de mi boca. Tiemblo con la misma intensidad con la que se sacude mi corazón. Lo escucho suspirar decepcionado.―Lo siento, te vi aquí parada y por un instante pensé que los conocías ―hace una pausa antes de continuar―. Estas personas están ligadas a alguien muy importante de mi vida ―un cosquilleo inesperado se desata en el fondo de mi estómago. Mi respiración se agita en un dos por tres. Aprieto los puños con mayor fuerza hasta que mis uñas rompen la piel de mis palmas y se hunden en la carne―. Cometí tantos errores… ―lo escucho absorber una gran bo
Después de ver por una decena de veces más, el video en el que Rachel fue atacada sin piedad, exploto de la ira. Esa zorra no va a salir bien librada de esta. Va a pagar por lo que hizo. Lamento en el alma que ese hijo de puta de Ariel esté muerto, de lo contrario, le habría hecho padecer las más crueles torturas antes de matarlo con mis propias manos. Saco el teléfono del bolsillo de mi chaqueta y hago una llamada.―Lud, ¿eres tú?Una sonrisa cínica tira de las esquinas de mi boca.―Sí, Perla, soy yo ―la ira y el odio revuelven mis tripas de una manera nauseabunda al recordar las veces que la follé―. He estado pensando en ti.La escucho jadear de sorpresa al otro lado de la línea.―¿Me estás tomando el pelo? Porque no me parece gracioso en lo absoluto.Pregunta nerviosa y expectante. Ruedo los ojos.―Nunca me atrevería a jugar con algo tan serio como esto ―se queda callada, como si tuviera dudas de mi extraño comportamiento―. Después de todo este tiempo me di cuenta de lo especial que
―¿Qué demonios pensaste que estabas haciendo, Isabella?―escucho a Massimo vociferar cerca de mí, mientras camina de un lado a otro dentro de la habitación―. Debo agradecer que mi equipo de seguridad se dio cuenta a tiempo de que habías escapado y me llamaron de inmediato ―giro la cara en su dirección y lo veo apretar el puente de su nariz por la impotencia que siente―. No acabas de entenderlo, ¿cierto? ―se acerca y se sienta al borde de mi cama? ―¿No entiendes la magnitud del peligro que estabas corriendo?Respiro profundo y acomodo mi cabeza sobre la almohada. Lo miro a los ojos y decido pedirle disculpa por la estupidez que cometí.―Lo siento, fui una inconsciente, sé que no debí hacerlo ―le explico avergonzada―, pero necesitaba despedirme de ellos ―niego con la cabeza―, no iba a permitir que también me quitaran eso. Necesitaba un cierre para mi vida anterior.Suspira profundo antes de hablar.―El asesino de tu madre sigue suelto ―aquellas palabras me obligan a tocar tierra, recordar
Tengo las emociones a flor de piel. Mi corazón no ha bajado el ritmo acelerado de sus palpitaciones.―Nos conocimos el mismo día en que te rescaté de las manos del hombre que intentó asesinarte ―su respuesta me deja en shock―. Fui a preguntarle sobre ti, saber cuál era tu relación con él.¿Por qué?―¿Qué te dijo? ¿Estaba en el club?Niega con la cabeza. Me levanto del suelo de un brinco. Esa mujer me dijo que él estaba allí, que fue él quien le pidió que me echara.―No, Reeves estaba hospitalizado en una clínica ―abro los ojos con sorpresa y retrocedo un par de pasos. Desconcertada, incrédula―. Ese mismo día, él y uno de los hombres que trabaja para él, también fueron víctimas de un atentado.Niego con la cabeza. ¡No puede ser! De repente me siento mareada y con el estómago revuelto. Me doy la vuelta y corro directo hacia el baño de mi habitación. Me arrodillo frente al váter y vomito lo poco que tengo en mi estómago. Pocos segundos después, Massimo se acuclilla a mi lado y me sujeta e
Dos semanas de entrenamiento riguroso y arduo, me han convertido en la mujer que ahora soy, gracias a la ayuda del único hombre que lo hizo todo posible. Massimo De Luca.―Pon atención, Isabella, hoy estás distraída.La voz de a instructora me expulsa de manera brusca de mis pensamientos.―Lo siento.Vuelvo a poner los pies sobre la tierra y me concentro en lo que estoy haciendo. Fijo los ojos en el espejo y comienzo desde el principio.―Recuerda, querida, todo se trata de fuerza y coordinación ―indica mientras da vueltas a mi alrededor para evaluar cada uno de mis movimientos―. Todos los ojos estarán puestos sobre ti en cuanto subas al escenario, eso significa que, desde ese momento, tu cuerpo y la manera en que le permitas expresarse se convertirá en la herramienta más poderosa que tienes para lograr todos tus propósitos ―explica con entusiasmo, sin dejar de observarme―. Todo se trata de cautivar con tu cuerpo, que cada par de ojos que esté en esa sala no pueda apartarse de ti mientr
No pude pegar un ojo en toda la noche. Esta se hizo eterna al recordar la conversación que tuve con Massimo. Se comprometió a ayudarme a entrar al club y me aseguró que, en menos de cuarenta y ocho horas, lo estaría haciendo. Ya la idea no me parece tan buena. Mi intención era la de entrar allí, seducirlo y, una vez que me ganara su confianza, hacerle pagar por lo que creí que me había hecho. Ahora no estoy tan segura de nada. Según lo que me contó Massimo hace como quince días, Lud no estaba en el club la noche en la que sufrí el atentado. ¿Por qué razón esa mujer me mintió? ¿Por qué ensañarse contra mí de tal manera?«Quizás porque quería acabar contigo, sacarte de su camino. Ella estaba enamorada de Lud y tú eras un obstáculo en sus planes de conquistarlo y quedarse con él» ¿Un obstáculo? Él nunca me amó, solo fui una víctima de sus perversidades. Inhalo profundo. Nada de esto tiene sentido. Estoy demasiado nerviosa. Toda la seguridad que sentía se esfumó cuando Massimo me contó to