Nos miramos y sonreímos, en un pasado, cuando nos encerrábamos en mi habitación… No recuerdes nada.—Claro, ponte cómodo.Estaba terminado un capítulo del nuevo libro y él veía televisión. Cadie seguía profunda. Por un momento me perdí mirándolo; era un flaco precioso, si algún día lee mis libros se dará cuenta de que era el protagonista de todos mis libros, si ve las fechas sabrá que siempre fue él y eso confirmaba la mierda que fui.—Sácame una foto.Comentó sonrieno, «tengo muchas». No dije nada, solo sonreí. Como quisiera volver a besarlo y porque no, llegar más lejos. Me encantaría que él fuera el último hombre en tocarme. Volvimos a perdernos en nuestras miradas.—Perdóname. —cerró los ojos.—Betty no empieces.—Escucha, Catalina quiere despescuezarte. Cecilia te manda rayos desde Inglaterra y Paola quiere darte cuerazos con cabuya, eso dice cada una. Lo hacen porque no saben todo lo que te hice. —Se sentó al borde de la cama, yo seguía en el mueble frente a esos bellos ojos.»
Su silencio no me gustó. Rafael me miraba. —Catica es muy noble, solo necesita un poco de tiempo y que la familia sea tu colchón, tu comodín y tu respaldo. —Te veo preocupado. —Se sentó en la cama, suspiró. —El doctor Haan es endocrino, dijo que era conveniente tratar a Catalina con algunas sesiones de yodo terapia para evitar un posible cáncer, no es descabellada su sugerencia. —Me encogí de hombros. —La señora Samanta autorizará lo que sea más conveniente. —Fue ella la que no lo autorizó. —¿Por? —Porque eso mataría ese diez por ciento que tiene Catalina para concebir hijos. Abrí la boca, me senté en el mueble en el cuarto. Rafael me analizaba, jamás he pensado en tener hijos, solo en que sea —Catalina adora los niños. —Exacto, la yodo terapia es radiactiva y mi Sabanera no quiere matarle la posibilidad a su hija de ser madre, mientras estemos supervisándola sobre un posible cáncer, al tiempo podemos ir dándoles nutrientes a su útero, fortaleciendo sus óvulos. —¿Y qué tengo
Era la octava operación, al menos ya no habrá más de reconstrucción. Mamá se quedó en Montería cuidando a José Luis y a mi otro hermanito que venía en camino. Mi pedacito de vida, como le digo, ya iba a cumplir en unos meses tres años. La preciosa señora Samanta espera a su tercer hijo, apenas estaba en su tercer mes, no sabemos si será niño o niña. En esta ocasión fue Rafa quién se ha encargado de mis cuidados. Lo veo dormido en el mueble. Sin duda se ha convertido en un gran padre. En Bogotá me han realizado las intervenciones estéticas; en otras palabras, me han cortado el cuero sobrante y me han cosido, parezco la mujer de Frankenstein. —recuerdo cuando recién llegamos, después de la sustracción de esa bolsa al lado de mi barriga, la cual se llenaba de sangre. Hasta el momento no ha vuelto a salir, según la información suministrada por Rafael. —En todo caso, el bollito del doctor, el cual era mi cirujano plástico, era una bella imagen visual, respetado con una esposa muy linda,
Aún luchaba con todas mis fuerzas para no buscarlo por las redes sociales, pero toda mi familia lo seguía. ¿Cuándo se ha visto a Chila pegada a un celular siguiendo al gran Dylan Miller?, ¡hasta canta sus canciones!, porque él cantaba en español y en inglés; era un cuento escucharla cantar en inglés, no se le entendía nada, aunque ella se mostraba feliz cantando según ella, las canciones más bellas del mundo. Creen que no me he dado cuenta, cada vez que iba a la finca a ella se le daba por escuchar solo a Dylan. Una mujer con gustos autóctonos como el escuchar, el porro, el vallenato, ahora cantando baladas pop. ¿Y a dónde dejo a la abuela?, ahora tenía todas las redes sociales activas, para presumir a sus amigas de la tercera edad que era abuela del gran ¡Dylan Miller!, a los hombres de la casa los perdí hace años; ellos idolatran a ese traicionero. Lo más triste y que me tenía ofendida, en un principio, fue mi mamá y Betty hablando bellezas de ese. En fin. Si les reclamo era darle
Terminé de subir el último capítulo de mi nueva novela, no podía quejarme ante la receptiva audiencia que tenía de fans en plataformas virtuales. Además, entre la universidad, Cadie, José Luis y mis historias he aprendido a conocerme mucho mejor y esa loca, inmadura y superficial mujer ya no quedaba ni rastro. Como tampoco sé de mis padres o del padre biológico de Cadie, a ellos se los tragó la tierra. —¡Oh! Betty. —¡Voy mamá Samanta! Desde hace mucho la llamaba así, ella se ha portado como una verdadera madre, no me permitió pagar mi carrera, entre los dos; Rafael y ella la han costeado. Por fin hablo bien el español cordobés, y lo digo de esa manera porque solo aquí se inventan unas palabras. Cadie si era una costeñita, esa va a ser más monteriana que la misma Cata. Bajé las escaleras. Hace unos tres meses nos mudamos a la casa construida como Rafael deseaba, todo debía ser amplio. Vivíamos en el barrio la Castellana, metimos a Cadie en el colegio donde estudiaron Cata y las tía
No le he prestado atención a lo que estaba diciendo Eugenio, en dos ocasiones Megan me ha dado un par de patadas por debajo de la mesa. No podido sacar de la cabeza lo que le escuché decir a Catalina.«Espero ese ser no tenga la intención de recuperar una amistad que él destruyó, él ya no es nada para mí, mucho menos volverá a ser mi héroe, ahora es el feo villano. Ahora yo tengo a mis amigos y a mis pretendientes».¡Ningún pretendiente, ni un carajo Bodoque!, no me he sacrificado este tiempo por ti, para que hora digas; voy a tener o aceptar pretendientes. Definitivamente, ya debía arreglar mi regreso. No iba a permitir que ande besuqueándose con otro.«Yo le he sido fiel, declaré mi vida en celibato hasta volver a tu lado», como quisiera poder aclarar todo, pero aún no se puede, no obstante, debo hacerte entender Catalina Suárez que solo yo puedo tocarte. ¡No faltaba más! «¿Ahora tengo pretendientes?» —Las voces habían cesado y yo seguía en mi mundo.—¿Quién tiene pretendientes? ¿Sé
Betty, Betty, la veía conducir, dos años y medio sin verla, miré hacia atrás y la carita de mi hija me regaló esa hermosa sonrisa. No podía negar que las extrañé demasiado, tanto que en más de una ocasión me llené de estudios para no buscarlas.—Llegamos, ¿ahora qué?—Espérenme aquí, Rosa debe estar bastante enojada, puedo tardar un poco.—Bien. —miró al frente—. Voy a estacionarme de aquel lado, miró la hora—. Allá te esperamos.Bajé de su automóvil gris, el rojo que vi en el garaje debía ser el de Catalina, a ella siempre le habían gustado los colores. Llegué a la recepción, cancelé la estadía, me preguntaron por Rosa y dejé pago el de ella hasta el día de mañana. Si se queda será por cuenta.Aunque no lo creo, no gasta un peso. La verdad hace unas semanas teníamos fuertes diferencias, varias semanas de no tener sexo. Hace tres días discutimos muy fuerte, las fotos subidas a su red social compartiendo con sus amigos me molestó no por lo que sienta sino por la mentira dicha, nunca la
Volví a llamar a Rafael, y estaba terminado materias. Catalina inició con el tema de adelantar materias para acortar los años de carrera y todos hicimos caso. Pero no todos dieron la talla.—Buenos días. —Por fin contestó.—Hemos estado jugando al gato y al ratón. —comentó, sonreí.—Lo siento, ayer tenía parciales, luego trabajo. Sabes que no puedo contestar, mi carrera no es solo cantar, volar o usar armas.Las carreras de mis amigos eran muy diferentes a la mía. Mi pasión era la medicina.—Sí, pero debes de tomarte un respiro Lucas.Rafael era mi mentor, gracias a que era el dueño de la clínica me consiguió un empleo y estoy adelantando mis prácticas de la carrera y adicional gano dinero trabajando. Ingresé como camillero, hace unos meses me ascendieron a enfermero porque ya iba a mitad de carrera.Una vez al mes nos reuníamos todos en el bar, aunque ya Dylan no canta y cuando decretamos de manera obligatoria nuestras reuniones lo hacemos en la zona VIP del lugar. Dylan era muy popu