Estaba tan deseosa y asustada al mismo tiempo. Sin embargo, sentía la felicidad de Dylan.—Quiero hacer el amor contigo Dylan, si no te doy asco…Con su boca volvió a callarme, pegó su miembro, lo sentí grande y duro, le quité la camisa y antes de que me arrepintiera, él hizo lo mismo, y quedé desnuda, salvo por mi panti. Comenzó a besarme el cuerpo… Todo.Lo disfrutaba, podía percibir lo desesperado que se encontraba, y lo bien que se controlaba para llevarme a mí a no sé dónde, porque me fui a visitar en el séptimo cielo. Su boca en mis pechos, su mano en ese lugar sagrado.No lo veía muy bien, salvo su silueta por esa poca claridad filtrada gracias a la luna y los faroles del camino. Veía esos visos dorados de mi monito hermoso, siguió besándome, lamiendo la piel aguarapiada, escurrida y sobrante. Mi corazón iba a mil, rompiendo todas las barreras de inseguridad.Se levantó para terminar de desnudarse, yo ya estaba completamente encuera, menos mal la luz era tenue, no podía ver de
Mi sueño ha sido intermitente. Cada vez que despertaba me daba la pensadera. Besé su pecho. Como suele decir la abuela Rochi; nosotras sabemos a quién le entregamos el corazón, el alma y el cuerpo. Si logramos entregar esos tres a la misma persona conoceremos el verdadero amor. Y yo te encontré desde hace mucho mi monito lindo, luego de pensar volví a quedarme dormida.Nos movimos dos veces en la noche, nuestros cuerpos parecían imanes, para donde me movía Dylan lo hacía, si él cambiaba de posición yo lo imitaba, lo que importaba era estar pegados y darnos calor. La mañana nos dijo buenos días, bueno a mí. Él seguía dormido, boca abajo, su brazo me tenía apercollada, como pude comencé a darle besos por todo su rostro y sonrió. A este hombre lo adoraba.—Dylan tengo hambre, ¿te traigo algo? —afirmó.Me dejó salir, busqué ropa interior, mi entrepierna seguía molestando, vi la sabana manchada, ¡anda qué vergüenza!, busqué un pantalón cómodo, camiseta y chaqueta. Nos habíamos levantado al
Salir del baño, Rosa salió hace más de media hora a buscar el desayuno. Me vestí, tomé el celular, llegó una notificación de mensaje, en este lugar el internet era intermitente. La foto de Cadie era mi descansador de pantalla. Rosa insiste en que ponga una de ella o nuestra, pero NO, cada mes pongo una nueva de mí hija.Aún me duele el alma por ese olvido, ¿cómo se me pasó?, en eso Catalina tuvo razón, no tenía perdón. Me hacía falta mi amiga, era una lástima que no le cayera bien mi novia. Acepto que Rosa puede ser algo altiva. A mamá tampoco le gusta, ¿quién iba a pensarlo?, a pesar de todo lo ocurrido con Betty en el pasado, mamá la quiere mucho y era seguidora de ella en la plataforma de escritura.Mi madre insiste en que hable con Catalina, una conversación donde exponga mi punto de vista, ella no puede decir eso de Rosa y dejarla como una ligera cuando yo fui el primero en su vida. Sin embargo, extraño a mis amigos, a lo que éramos. Fui a los mensajes de WhatsApp, era uno del
El carro lo dejé a un lado de la carretera y notificamos al 911 lo sucedido al respecto, quedaron en enviar una patrulla a buscarlo. El amigo de Rafael, el abogado que sacó a Ricky de la cárcel, se haría cargo.Debía cambiarme de ropa, sin embargo, seguía temblando, ver a Cata de esa manera. Dios, si tuviera a Dylan, le estaría partiendo la cara. Rafael hace rato ingresó con ella y hace veinte minutos a la señora Samanta la condujeron directo a donde debe estaría Catalina, ella no me vio.Tenía ganas de llorar, de patear a Dylan y molerlo a golpes. ¿Cómo le dijo eso?, ¡¿cómo fue capaz de grabar ese video?!, y para colmo Danna lo subió, cada vez me daba cuenta de la clase de personas; eran unas víboras, se salvaba Camila, y eso que en ocasiones salía con ciertos comentarios. Mi celular sonó, era ella, ¡Mierda!—Hola, amor. ¿Cómo va todo?, Dylan nos dijo algo sobre Catalina.—Estamos en la clínica. Cata no se encuentra bien.—Entonces, era cierto.—Camila no regreso, vente en el bus, tr
Nos miramos y sonreímos, en un pasado, cuando nos encerrábamos en mi habitación… No recuerdes nada.—Claro, ponte cómodo.Estaba terminado un capítulo del nuevo libro y él veía televisión. Cadie seguía profunda. Por un momento me perdí mirándolo; era un flaco precioso, si algún día lee mis libros se dará cuenta de que era el protagonista de todos mis libros, si ve las fechas sabrá que siempre fue él y eso confirmaba la mierda que fui.—Sácame una foto.Comentó sonrieno, «tengo muchas». No dije nada, solo sonreí. Como quisiera volver a besarlo y porque no, llegar más lejos. Me encantaría que él fuera el último hombre en tocarme. Volvimos a perdernos en nuestras miradas.—Perdóname. —cerró los ojos.—Betty no empieces.—Escucha, Catalina quiere despescuezarte. Cecilia te manda rayos desde Inglaterra y Paola quiere darte cuerazos con cabuya, eso dice cada una. Lo hacen porque no saben todo lo que te hice. —Se sentó al borde de la cama, yo seguía en el mueble frente a esos bellos ojos.»
Su silencio no me gustó. Rafael me miraba. —Catica es muy noble, solo necesita un poco de tiempo y que la familia sea tu colchón, tu comodín y tu respaldo. —Te veo preocupado. —Se sentó en la cama, suspiró. —El doctor Haan es endocrino, dijo que era conveniente tratar a Catalina con algunas sesiones de yodo terapia para evitar un posible cáncer, no es descabellada su sugerencia. —Me encogí de hombros. —La señora Samanta autorizará lo que sea más conveniente. —Fue ella la que no lo autorizó. —¿Por? —Porque eso mataría ese diez por ciento que tiene Catalina para concebir hijos. Abrí la boca, me senté en el mueble en el cuarto. Rafael me analizaba, jamás he pensado en tener hijos, solo en que sea —Catalina adora los niños. —Exacto, la yodo terapia es radiactiva y mi Sabanera no quiere matarle la posibilidad a su hija de ser madre, mientras estemos supervisándola sobre un posible cáncer, al tiempo podemos ir dándoles nutrientes a su útero, fortaleciendo sus óvulos. —¿Y qué tengo
Era la octava operación, al menos ya no habrá más de reconstrucción. Mamá se quedó en Montería cuidando a José Luis y a mi otro hermanito que venía en camino. Mi pedacito de vida, como le digo, ya iba a cumplir en unos meses tres años. La preciosa señora Samanta espera a su tercer hijo, apenas estaba en su tercer mes, no sabemos si será niño o niña. En esta ocasión fue Rafa quién se ha encargado de mis cuidados. Lo veo dormido en el mueble. Sin duda se ha convertido en un gran padre. En Bogotá me han realizado las intervenciones estéticas; en otras palabras, me han cortado el cuero sobrante y me han cosido, parezco la mujer de Frankenstein. —recuerdo cuando recién llegamos, después de la sustracción de esa bolsa al lado de mi barriga, la cual se llenaba de sangre. Hasta el momento no ha vuelto a salir, según la información suministrada por Rafael. —En todo caso, el bollito del doctor, el cual era mi cirujano plástico, era una bella imagen visual, respetado con una esposa muy linda,
Aún luchaba con todas mis fuerzas para no buscarlo por las redes sociales, pero toda mi familia lo seguía. ¿Cuándo se ha visto a Chila pegada a un celular siguiendo al gran Dylan Miller?, ¡hasta canta sus canciones!, porque él cantaba en español y en inglés; era un cuento escucharla cantar en inglés, no se le entendía nada, aunque ella se mostraba feliz cantando según ella, las canciones más bellas del mundo. Creen que no me he dado cuenta, cada vez que iba a la finca a ella se le daba por escuchar solo a Dylan. Una mujer con gustos autóctonos como el escuchar, el porro, el vallenato, ahora cantando baladas pop. ¿Y a dónde dejo a la abuela?, ahora tenía todas las redes sociales activas, para presumir a sus amigas de la tercera edad que era abuela del gran ¡Dylan Miller!, a los hombres de la casa los perdí hace años; ellos idolatran a ese traicionero. Lo más triste y que me tenía ofendida, en un principio, fue mi mamá y Betty hablando bellezas de ese. En fin. Si les reclamo era darle