No aguanto más, en silencio recibí los insultos de todos mis amigos, Betty, la señora Samanta y mi abuela; el de ella fue el que más dolió, porque se atribuye la culpa, no puede concebir el gran desaire que le hice a Cata.No he dicho nada, si hablo muy seguro descubrirán el motivo real de porque lo hice. Aunque no era mi intención dejarla sin nada, ¡Puta vida!, no me acordé de sus pertenencias en mi morral. Solo quería hacerla pensar que la olvidé.Como diría Catalina, «que me valía tres tiras de butifarra su compañía». Aún no sé qué significa ese dicho, pero cada vez que se enoja con alguien decía eso. En este momento cabe esa expresión para dar a entender lo que necesitaba hacerle sentir.Era la una de la madrugada, necesitaba verla. ¡A la mierda! —Si me ve Rafa ni modo, él no me regañó, solo comentó el no excederme y para la próxima debía medir todas las posibilidades. Pudieron haberla atracado, hacerle un daño o violado, él tenía razón, me muero si algo le llega a pasar.Salí de
Estaba molesto, celoso y me llevaba el puto demonio. Ese pendejo no se acercará a mi Bodoque.—¿Te paso a recoger para ir en la moto a la escuela? —podía llevarla a todos lados.—Sí quieres ir a trotar, hazlo, la calle es libre, con lo segundo, puedes venir a buscarme en dos patas, jamás me montaré en esa moto y te las cantaré plena, Dylan Miller, de entrada, piensa lo que se te dé la gana. La moto era una adquisición mutua, yo quería montarla de primera, pero tú pensaste e hiciste otra cosa, ahora no se me da la gana de subir a ese aparato. Disfrútala con tu novia.—¿Acaso eres una niña para hacer esa tontería? Tú también aportaste en esa moto, es de los dos.—Ups, a alguien se le olvidó. Y ¡Sí! Es un berrinche de culicagada ardida. Te dije que te las cantaba plena, no me montaré nunca en esa moto. Disfrútala con quien se te dé la gana si es importante para ti, «hombre falta de palabra». No hay nada más decepcionante para mí el ver a un hombre faltando a eso. Me voy a trotar y me im
Betty se encogió de hombros, suspiró y con tristeza en los ojos y fue cata quién respondió.—Como dice la canción. «No le toques ese vals porque la matas».Nos reímos ante el comentario. Mi amiga era admirable, siempre alegre, siempre buscando el lado bueno de la vida, debería ser un poco más parecida a ella, quien sabe cómo sería yo si tuviera su enfermedad.—Él está feliz con su novia Rosa. —Se encogió de nuevo de hombros—. Mejor hablemos de otra cosa, ¿tú estás segura de hablar con Lucas?—Lo mejor es agarrar al toro por los cuernos, pero… con lo que le voy a decir, tal vez…—La peor pelea es la que no se hace. —comentó Cata.—¡Oh, Cata! —sonreímos ante los ojos de Cata por el llamado de la señora Samanta.—Ya empezó, me va a regañar porque dejé a Dylan solo en la sala, anda de un zalamero con él y dice que es por el bebé.—Tal vez, Rafael dijo que estaba pechichona.—Sí fuera solo eso, mi mamá es un cuento, embarazada. Pobre Rafa, ya no ve la hora que nazca José Luis. Descansa, ma
Había pasado un mes desde que Cecilia vivía con nosotros, ya se iba mañana a Inglaterra, me dolía mucho ver el fin en esa relación tan bonita de tantos años. Ver el final por la falla de uno.Lucas se alejó un poco por no hacer sentir mal a Cecilia, cuando hablé con él ayer descubrí que la quiere, pero ya no la ama, —eso dijo—. En una relación debe haber amor en las dos partes, era muy diferente amar a querer. En alguna parte dejó de quererla y si fue la distancia, al llegar una mujer la cual se acercó como amiga se fue ganando el corazón y amor de mi amigo, desplazando a Ceci y ahora Camila era la novia oficial.Era incómodo para nosotros tomar partido, lo decía por Betty y por mí. Cecilia era nuestra amiga del alma, Lucas también. Camila no destruyó nada, fue mi amigo el malo del paseo.Era muy jarta la situación. Mi mamá nos dijo que seamos respetuosas con los tres, aunque debía ser sincera, a mí me daban ganas de despescuezar a Lucas, lo quería mucho, soy su gran amiga, «¿qué le c
Tenía los nervios a mil, ya llevaba un mes viviendo aquí y no lo había vuelto a ver, no sé si se alejó por consideración a mí, pero a la casa de Catalina no ha vuelto. Bajé las escaleras, respiré profundo hasta llegar a la sala, la señora Samanta desde el pasillo que conduce a la cocina me puso los pulgares como diciéndome que sea berraca para hablar.Hasta ahora se presentó, cuando mi vestimenta era una sudadera, una blusita de tirantes, sin maquillaje, con el cabello recogido en un moño mal hecho. Él estaba en la sala de estar… ¡Erdaaa! Mi pecho se había comprado un tambor, el corazón se me iba a salir; el pobre debía estar bombeando chorros de sangre.Se levantó al verme, ahí se encontraba mi bello ex, ese monito de ojos azules y al mirarnos vi que lo hizo con lástima, y la poca e ilusa ilusión se evaporó. Comprendí la advertencia de Catalina.—Cecilia.—Lucas.La piel se me erizó, reprimir las ganas de correr a abrazarlo y besarlo, esto era muy duro para mí, mordí el labio. Obligá
Comencé a saltar como un saltamontes alocado. Esto era una gran oportunidad para mi Monito precioso. Esa su carta para darse a conocer ante un gran representante y Dylan se merece ser conocido y que el mundo lo amen como yo. —¡Megan, gracias!, ahora si debes volver a la casa a comer las empanadas de mi mamá.—Por supuesto, querida. Déjame y organizo unas cosas de mi universidad y te visito. Nos estamos hablando Cata. Un abrazo.—Igual.La vez que la conocí tenía pintado el cabello de color verde, la segunda vez lo tenía rosado, ahora ¿Quién sabe qué color llegará? Era muy original. Y me acabó de demostrar que era una mujer de palabra, por muchos meses le insistió a su tío y no se detuvo hasta lograrlo. Debía decirle. Me levanté, me miré en el espejo, no estoy mal, salvo por lo barrigona, el rostro ahora se me veía más fileño. Sonreí, ¡¿yo fileña?!—¿De qué te ríes?—De mis locos pensamiento. Voy a casa de Dylan, debo contarle las buenas noticias.—Y a besarse. —dijo en son jocoso.—
Escuchaba a los chicos tocar, Dylan cantaba precioso y esas canciones de su puño y letra eran divinas, pero no era a él a quien miraba, como una tonta mientras no entregando bebidas me deleitaba mirando a mi flaco bello.Todos los días, hacia esa balanza sugerida por Catalina, esa enseñanza fue de ayuda, no para hacerme soltar carcajadas, sino para mantenerme en agradecimiento, cada que la hago agradezco en vez de lamentarme. Reconozco que termino sonriendo, y eso me ha ayudado a diario a no caer en el abismo de la culpa, la pena o la depresión.La mujer que obtenga el corazón de Ricky se ganará la lotería, yo lo perdí por idiota. Pero bueno. La noche trascurrió como siempre, ellos terminaron, ya estaban en la barra donde siempre se ponen a hablar a esperar que termine mi turno.Dylan pasa a mi lado y me alegra ver cómo le huye a Danna, si se le sienta al lado, saca una excusa, Lucas se veía muy enamorado de Camila y Lucían solo escribiéndose con Paola. Necesitaba ir al baño.—Dylan,
Ver a un doctor nervioso era un cuento, Rafael no tenía cabeza para asistir al nacimiento de su hijo, solo se quedará en el quirófano como su esposo, más no como médico. Sus colegas le tomaron el pelo, cuando llegamos a las dos de la mañana. José Luis se adelantó.La cesaría estaba programada para semana y media a principio o mediados de abril, pero ¡qué va! Este pelao tenía ganas de conocer a su hermanita y nació a finales de marzo. Tal fueron los nervios de Rafa que fui yo quien condujo hasta la clínica.Mi madre iba tranquila, burlándose de su esposo, al igual que la abuela, Betty se quedó en la casa con el abuelo, ellos llegarán mañana en el horario de visitas. Mi abuelito llegó en la tarde de ayer. Hace una hora ingresaron, en la sala de espera nos quedamos la abuela y yo.No hemos dejado de sonreír. Parecemos reinas de belleza con la chapa pelada, mostrando quien tenía más diente a las tres de la mañana. Estas eran las razones y los momentos que hacían mi vida feliz, a pesar de