La reunión estaba resultando muy agradable. No se decía, pero era evidente que la ausencia de papá se notaba en el ambiente. La mirada de mamá daba ganas de llorar, si en este momento lloro, será el detonante en ella y la sedarán, no era la idea.El abuelo hablaba muy ameno con Rafael, quien nos pidió que lo llamáramos de ese modo cuando no estemos en consulta o en la clínica. ¿Quién iba a creerlo? Con lo arisco que era el viejo Henrry y compaginó a la perfección con el doctor.Nosotros los jóvenes nos quedamos en la otra sala, riendo y comiendo. —Por fin estaba comiendo, así me dé diarrea, mañana hoy comeré por todos los días que me han mantenido a punta de matas—. Dylan me miraba de manera diferente. Betty se encontraba a mi lado, los únicos emparejado eran Lucas y Cecilia quienes no se despegan. Mamá llamó para la cena, mi mejor amigo se sentó a mi lado, por debajo de la mesa me tomó de la mano y la apretó. Se me acercó al oído.—No puedo creerlo, pero ando nervioso por la respuest
Estaba como una magdalena a moco suelto, mi mamá y yo nos levantamos para abrazarla con fuerza, ella se volvió un mar de lágrimas al igual que nosotras. Después la abrazaron los abuelos, la señora María y cada uno de los Absurdos, Dylan la cargó al igual que Lucas, Lucían la apretó.Ricky fue el último, por un momento todos nos quedamos mirándolos, nadie parecía respirar ante lo que veíamos. La mano de él le acarició el rostro, le dio un beso en la frente y luego le dio un beso al vientre para retirarse al lado de sus amigos. ¿Qué fue eso? —Por Dios bendito, No era yo y quedé con el corazón acelerado al ver esa muestra de respeto, pero no me acerco entre ellos dos. No me imagino como debe estar Betty. Mi mamá, como siempre tan perceptiva, volvió a abrazarla, le dijo algo. Luego Betty se sentó a mi lado, la señora Samanta comenzó a entregar los detalles. Eran paquetes que iban y venían, ya se habían entregado los regalos de la señora María, los de mis abuelos, los de mi mamá, los mío
¡¿Catalina acaba de rechazarme?! ¿Eso era lo que acabó de pasar? El corazón latía a mil, tenía rabia, mucha rabia, mil viejas detrás de mí y ella me rechaza, pero, ¡qué lindo!—Dylan no te enojes, siempre estaremos juntos, la verdadera razón es que ya es agotador estar oculta, quiero estar como Lucas y Cecilia. ¿Acaso no lo merezco? —Me le quedé mirándola.—¿Me estás rechazando Catalina?—No lo veo así, pero estar oculta me hace pensar en que significo poco para ti, por eso prefieres tenerme oculta, ¿por qué piensas que te estoy rechazando?Esto no era lo que tenía pensado, has cambiado el juego Bodoque. Me levanté, necesitaba agua. Al dirigirme a la cocina me detuve al escuchar a Ricky y Betty hablando.—Gracias por los peluches de Cadie.—No es nada. Nos vemos en la sala. —¿qué le pasa a este tipo?—Ricky…—No vayas por ese camino Betty, de verdad no hagas, no deseo alejarme de mis amigos.—No quiero eso, yo…—Mira, no insistas, ya te perdoné, pero eso no significa el volver a estar
Tres meses, habían pasado todo ese tiempo y por un mes estuve detrás de ella para aclarar el tema y nada. Cada vez que tocaba el tema me salía con miles de dichos, no ha permitido aclarar la situación, aunque cada vez al hablar siento que más las embarro, ya no quiero un dicho más del cual me toca analizar o buscar por internet la palabra que no le entiendo.Como cotúo, eso dijo una vez «Tras de cotudos, con paperas», hasta resulté ser «más baboso que un bulto de ñame», o su, «ajá» que lo mete en casi todas sus respuestas. Por alguna razón no pude y estoy a punto de hacer una locura.Extraño abrazarla, besarla, acariciar su cuello, jugar con su cabello, sacarle sonrisas para que muestre sus hoyuelos. Betty ya con su barriguita bien abultada se había encargado de vestirla muy bonita, cada día la veía más delgada, aún le falta mucho para llegar a la meta, pero se le marcaba más el trasero.A la escuela después de Navidad ingresaron dos nuevos compañeros. Uno está en nuestro grado y el o
El silencio nos envolvió por lo ocurrido. Una mezcla de felicidad y miedo al mismo tiempo.—Disculpen el padre de… —La enfermera nos miró, era la misma de la vez pasada, nos reconoció—. Aquí se encuentra el papito, vamos puede ingresar a ver el nacimiento de su niña.Se llevaron a Ricky, Lucían, Lucas y yo nos reímos. Nos sentamos en la sala de espera, luego llegó una enfermera en busca del bolso de maternidad que tenía la señora Samanta ni cuenta me había dado.—Cata —apretaba mi mano, estaba nerviosa—. Todo saldrá bien.—No puedo evitar los nervios.—¿Vas a aceptar no quitarte una pulsera?Ya nos habíamos calmado y de mi cabeza no salía la conversación con Bruno. —¿Qué? —tomé su rostro.—Respóndeme, Catalina.—¿Qué ibas a decirme antes de que Bruno interrumpiera?—Que nos diéramos una oportunidad. —Lo había dicho, cuando salieron las palabras de mi boca ya no había vuelta atrás—. A la mierda, Catalina. Extraño esto.La besé y al hacerlo era como si hubiese estado sediento todo el t
Acabo de bañarme y me miré desnuda en el espejo de cuerpo entero que hay detrás de la puerta del baño de mi cuarto, ya soy la novia de Dylan, sé lo que eso conlleva, él querrá acariciarme y la imagen del espejo era lo que iba a ver; tenía más barriga que un burro levantado en dos patas. —tapé la cara con mis manos.Soy una bola de grasa, le daré asco, quedó de venir en la madrugada. Todos hablaban de mi pérdida de peso, pero yo veo una piel aguada, reprimí las ganas de llorar. Lavé mis dientes, me puse pijama; un pantalón, abotoné la camisa, era bastante fresca, la compré con uno de los bonos.Al sentarme en el tocador, comencé a peinar el cabello mojado. Ya era medianoche, pasé ocupada la tarde en la sorpresa para Betty y Cadie. Dylan debía llegar en unas cuantas horas, siento el corazón como bombo en banda de corraleja. No pasará nada en el día de hoy.Preferí esperarlo en la sala y no en el cuarto, así no tentar al diablo. Mientras pasaba canales tocaron el timbre, bueno llegó la h
La carcajada de Dylan se debió escuchar hasta la casa de su abuela, yo no podía de la vergüenza, en verdad tenía razón. Lo había pajeado por morbosa.—No te burles, pero sentí morbosidad.—¡Ah!, pero qué lindo. Entonces ¿echémosle mano? —volvió a soltar la carcajada—. Debo ir a casa, acabo de hacer un desastre en mi bóxer. —no fui capaz de mirarlo—. Nos sentamos en la cama, tomó mi rostro obligándome a mirarlo, se veía diferente, se veía feliz—. Desde la muerte del señor Luis no he estado con una mujer, estaba muy cargado y, ya que subimos de nivel, no tendré problemas para esperar a que dejes de tener vergüenza conmigo.—Gracias. —besó en los labios—. Buenos días —dije.—El mejor «buenos días» de toda la vida. No podemos trotar porque sigue lloviendo. ¿Desayunamos juntos? —afirmé—. Te espero, la abuela iba a hacer buñuelos, comerás solo uno, prepararé tus frutas. —sonreí como una idiota, sí, estaba idiotamente enamorada, como diría el abuelo, más tragada que ahuyama en boca e’ burro—
Esperábamos nuestro turno en la clínica, los nervios los controlaba, pero era en vano. Siempre llego con ganas de hacer ir al baño.—Cata, mañana acompáñame a comprar ropa, están por vencerse los bonos que me regalaron los chicos—Encantada mami, sabes lo mucho que me gustan las compras.—Vamos un muchos para Montería. Solo falta que se sume el doctor Rafael. —Se sonrojó después de decir eso, ututuy, ¿qué estaba pasando aquí?Acudimos al llamado de la enfermera, me hicieron los exámenes pertinentes, mientras estaba metida en la cápsula, mi madre se quedó con el doctor hablando. Había notado el respeto hacía el doctor en la clínica. Terminó el procedimiento, esperemos a ver qué pasa y todo se mantengan igual, nos despedimos y antes de irme el doctor me entregó una tarjeta.—Sé que viajan, si llegas a necesitar algo o te pasa algo fuera de lo normal, estos son los números de mi casa, esa es la dirección.—No es necesario doctor.—No se sabe Cata, salúdame a don Henrry.—Lo haré. —lo abr