Capítulo 50 - Confesión

La cabeza la tenía como un arroz con mango, y cada vez que me acodaba sentía un incendio en la cara. ¿Cómo me atreví a tocarle el pipi a Dylan? ¡Dios! —comencé a echarme fresco otra vez—. Pa’ colmo se acercaba el momento de darle una respuesta.

¿Qué le iba a decir? Si quiero seguir tocándolo, se sintió agradable, la morbosidad pudo más y por ese momento me desconecté de la cordura dejándome arrastrar por el susto de estar haciendo algo… ¡Aaayyy!

—¿Puedo saber qué te pasa?

Miré a Cecilia, la castaña con ojos café ingresó al cuarto, Betty entró detrás de ella, hacía unas horas cuando llegaron, pusimos todos los regalos en el árbol y me sorprendió ver la cantidad tan exorbitante de detalles, la señora María, mi abuela y mamá se encontraban haciendo la cena, pasarán muy entretenidas en la cocina, mientras que el abuelo se quedó en el despacho, tenía varias cosas por hacer.

—¿Me prometen guardar el secreto?

Necesitaba hablar, en definitiva, debía soltar el tarugo que tenían en el pecho. Be
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