Esperábamos que dijera algo. De mi parte, aunque callara, no tenía nada que decir, más que Catalina me gustaba, pero era muy pronto para decirlo. Lucas se encogió de hombros. —Yo nunca lo he negado, esa monteriana me tiene embobado.—Por lo que veo. Es mejor llegar acompañado. Mejor llego con Nadia, todos quedaríamos emparejados. —dijo Lucían.—Yo no tengo pareja. —comentó Ricky.—¿Y Betty?Hablamos en coro los tres. Ricky se puso rojo, se fue en dirección a la salida, era momento de irnos, él era el transporte. Tomé mi guitarra de las manos de Lucían que la traía y seguimos al enojado conductor. Me dejaron primero, como siempre, al ingresar vi a mi abuela, pero en esta ocasión se encontraba despierta.—Abuela, ¿qué son estas horas? —hacia sus manualidades.—Mi amor, que bueno que llegaste, ando terminado mis regalos de Navidad, en esta ocasión seremos tantos y no quiero dejar a ninguno sin detalle, Mira, es para mí Cadie —mostró un saquito de lana de color rosado. Le mandé el mensa
Me estaba mirando como con ganas de contarme algo. Suspiró y me sonrió.—Ricky… No mejor olvídalo.—Buenos días.Llegó Cata con voz tímida, al mirarla, ella enfocaba a su amiga, luego vio mi mano y sonrió al ver que tenía su regalo puesto.—Los dejo, voy a desayunar.—Ahora te alcanzo. —cuando nos dejaron solos acuné su cara para besarla.—Ahora si son buenos días. —escuché el claxon del carro de Lucas, voy a ponerla más roja, me le acerqué al oído—. Señorita Suárez, ahora con más urgencia, necesito su respuesta. Quiero más de lo que hiciste anoche. —Era una manzana.—Lo haces de maldad, ¿verdad? Además, tú pediste que te la tocara.—Te ves muy bonita, toda coloradita, te pedí tocar, más no que la apretaras y masajearas. —Le di un pico, hasta las orejas se le pusieron rojas—. Nos vemos en la noche, quiero mi respuesta.Fui el último en recoger, llegamos al límite de las diez, en ese instante me llamó el doctor.—Estoy en la entrada del parqueadero.—Nosotros nos estamos bajando del au
La cabeza la tenía como un arroz con mango, y cada vez que me acodaba sentía un incendio en la cara. ¿Cómo me atreví a tocarle el pipi a Dylan? ¡Dios! —comencé a echarme fresco otra vez—. Pa’ colmo se acercaba el momento de darle una respuesta.¿Qué le iba a decir? Si quiero seguir tocándolo, se sintió agradable, la morbosidad pudo más y por ese momento me desconecté de la cordura dejándome arrastrar por el susto de estar haciendo algo… ¡Aaayyy!—¿Puedo saber qué te pasa?Miré a Cecilia, la castaña con ojos café ingresó al cuarto, Betty entró detrás de ella, hacía unas horas cuando llegaron, pusimos todos los regalos en el árbol y me sorprendió ver la cantidad tan exorbitante de detalles, la señora María, mi abuela y mamá se encontraban haciendo la cena, pasarán muy entretenidas en la cocina, mientras que el abuelo se quedó en el despacho, tenía varias cosas por hacer.—¿Me prometen guardar el secreto?Necesitaba hablar, en definitiva, debía soltar el tarugo que tenían en el pecho. Be
La reunión estaba resultando muy agradable. No se decía, pero era evidente que la ausencia de papá se notaba en el ambiente. La mirada de mamá daba ganas de llorar, si en este momento lloro, será el detonante en ella y la sedarán, no era la idea.El abuelo hablaba muy ameno con Rafael, quien nos pidió que lo llamáramos de ese modo cuando no estemos en consulta o en la clínica. ¿Quién iba a creerlo? Con lo arisco que era el viejo Henrry y compaginó a la perfección con el doctor.Nosotros los jóvenes nos quedamos en la otra sala, riendo y comiendo. —Por fin estaba comiendo, así me dé diarrea, mañana hoy comeré por todos los días que me han mantenido a punta de matas—. Dylan me miraba de manera diferente. Betty se encontraba a mi lado, los únicos emparejado eran Lucas y Cecilia quienes no se despegan. Mamá llamó para la cena, mi mejor amigo se sentó a mi lado, por debajo de la mesa me tomó de la mano y la apretó. Se me acercó al oído.—No puedo creerlo, pero ando nervioso por la respuest
Estaba como una magdalena a moco suelto, mi mamá y yo nos levantamos para abrazarla con fuerza, ella se volvió un mar de lágrimas al igual que nosotras. Después la abrazaron los abuelos, la señora María y cada uno de los Absurdos, Dylan la cargó al igual que Lucas, Lucían la apretó.Ricky fue el último, por un momento todos nos quedamos mirándolos, nadie parecía respirar ante lo que veíamos. La mano de él le acarició el rostro, le dio un beso en la frente y luego le dio un beso al vientre para retirarse al lado de sus amigos. ¿Qué fue eso? —Por Dios bendito, No era yo y quedé con el corazón acelerado al ver esa muestra de respeto, pero no me acerco entre ellos dos. No me imagino como debe estar Betty. Mi mamá, como siempre tan perceptiva, volvió a abrazarla, le dijo algo. Luego Betty se sentó a mi lado, la señora Samanta comenzó a entregar los detalles. Eran paquetes que iban y venían, ya se habían entregado los regalos de la señora María, los de mis abuelos, los de mi mamá, los mío
¡¿Catalina acaba de rechazarme?! ¿Eso era lo que acabó de pasar? El corazón latía a mil, tenía rabia, mucha rabia, mil viejas detrás de mí y ella me rechaza, pero, ¡qué lindo!—Dylan no te enojes, siempre estaremos juntos, la verdadera razón es que ya es agotador estar oculta, quiero estar como Lucas y Cecilia. ¿Acaso no lo merezco? —Me le quedé mirándola.—¿Me estás rechazando Catalina?—No lo veo así, pero estar oculta me hace pensar en que significo poco para ti, por eso prefieres tenerme oculta, ¿por qué piensas que te estoy rechazando?Esto no era lo que tenía pensado, has cambiado el juego Bodoque. Me levanté, necesitaba agua. Al dirigirme a la cocina me detuve al escuchar a Ricky y Betty hablando.—Gracias por los peluches de Cadie.—No es nada. Nos vemos en la sala. —¿qué le pasa a este tipo?—Ricky…—No vayas por ese camino Betty, de verdad no hagas, no deseo alejarme de mis amigos.—No quiero eso, yo…—Mira, no insistas, ya te perdoné, pero eso no significa el volver a estar
Tres meses, habían pasado todo ese tiempo y por un mes estuve detrás de ella para aclarar el tema y nada. Cada vez que tocaba el tema me salía con miles de dichos, no ha permitido aclarar la situación, aunque cada vez al hablar siento que más las embarro, ya no quiero un dicho más del cual me toca analizar o buscar por internet la palabra que no le entiendo.Como cotúo, eso dijo una vez «Tras de cotudos, con paperas», hasta resulté ser «más baboso que un bulto de ñame», o su, «ajá» que lo mete en casi todas sus respuestas. Por alguna razón no pude y estoy a punto de hacer una locura.Extraño abrazarla, besarla, acariciar su cuello, jugar con su cabello, sacarle sonrisas para que muestre sus hoyuelos. Betty ya con su barriguita bien abultada se había encargado de vestirla muy bonita, cada día la veía más delgada, aún le falta mucho para llegar a la meta, pero se le marcaba más el trasero.A la escuela después de Navidad ingresaron dos nuevos compañeros. Uno está en nuestro grado y el o
El silencio nos envolvió por lo ocurrido. Una mezcla de felicidad y miedo al mismo tiempo.—Disculpen el padre de… —La enfermera nos miró, era la misma de la vez pasada, nos reconoció—. Aquí se encuentra el papito, vamos puede ingresar a ver el nacimiento de su niña.Se llevaron a Ricky, Lucían, Lucas y yo nos reímos. Nos sentamos en la sala de espera, luego llegó una enfermera en busca del bolso de maternidad que tenía la señora Samanta ni cuenta me había dado.—Cata —apretaba mi mano, estaba nerviosa—. Todo saldrá bien.—No puedo evitar los nervios.—¿Vas a aceptar no quitarte una pulsera?Ya nos habíamos calmado y de mi cabeza no salía la conversación con Bruno. —¿Qué? —tomé su rostro.—Respóndeme, Catalina.—¿Qué ibas a decirme antes de que Bruno interrumpiera?—Que nos diéramos una oportunidad. —Lo había dicho, cuando salieron las palabras de mi boca ya no había vuelta atrás—. A la mierda, Catalina. Extraño esto.La besé y al hacerlo era como si hubiese estado sediento todo el t