La tarde la pasamos entre sentimientos agradables y otros tirantes, odio las películas de miedo, a Dylan le causan risa mientras que a Ricky y a Betty le agradan, pasé gritando, con los ojos cerrados, refugiándome en los hombros de mi mejor amigo. En la vida me vuelvo a ver una vaina de esas. ¡Nombreeee! No vuelvo a ser masoquista.—Hoy dormirás conmigo.Le susurré en el oído lo que él sin ningún problema afirmó, después de tocar en el bar llegará a mi habitación por la ventana.—Miedosa, no has visto nada de película por taparte los ojos.—Detesto esas películas.Menos mal terminó, mis amigos solo se burlaron, no son ellos los que quedarán traumados, yo cierro los ojos y una imagen se me cuela por el pensamiento. Les hice mofa de que me importaba torta lo que dijeran. Nos invitaron a comer, como ya era costumbre pedí una ensalada, ya le tenía cariño.Estábamos esperando a la abuela de Dylan, para llevarla a casa, luego ellos se iban a su trabajo. Pero una cosa era lo deseado y otra l
Llamé a mi mamá y la puse al tanto, me dijo que llegaría en taxi porque a su carro le pasó algo y le tocó dejarlo en el supermercado, mañana quedó de pasar y desde la muerte de papá no saca el carro de él. Apenas llegamos no nos dejaron verla, nos dijeron que en efecto presentó una amenaza de aborto y el papá del bebé se encontraba con ella. Nos reímos, no creo que Ricky esté contento con la confusión, pero bueno. A Dylan le entró una llamada, se retiró para hablar, me pareció extraño, su lenguaje corporal era de preocupación. Mi madre llegó y llamó a los padres de Betty.—Señora Brown… —No pudo seguir hablando, vi cómo mamá cambiaba de colores—. ¿Le puedo hacer una pregunta, señora? —miré a Dylan, pocas veces he visto a mi madre sacada de casillas—. ¿Usted parió a Betty? No se llene la boca diciendo ser una buena cristiana cuando es evidente que no lo es.» Tampoco me conoce para lanzar dichas injurias y no se preocupe, no la vuelvo a llamar así su hija esté en la clínica. Que tenga
Después de lo sucedido en la clínica, Betty no vino a trabajar con nosotros, debía quedarse en casa bajo cuidados durante tres días. Mañana era Navidad y no íbamos a trabajar, estaremos reunidos en familia.No podía negar que me encontraba nervioso ante la respuesta de Bodoque, no tenía idea por qué le pedí el subir un poco a la intimidad entre nosotros. —sonreí como un tonto—. Si me ponía a pensar no me imaginaba tocando a Catalina, pero cuando la tengo cerca, cuando la beso, cuando ella juega con mi lengua y besa mi cuello solo deseo hacerla mía.—Nos toca cantar.Dijo Lucas. Salimos al escenario, en esta ocasión canté varias baladas en la que incluí una mía. Se la escribí a Catalina cuando se murió el señor Luis.—Una vez más muchas gracias por estar aquí. —Le dije a la audiencia, estaba sentado en un taburete, con la guitarra que me regaló, Bodoque—. Ahora voy a compartir una canción de mi autoría. Espero sea de su agrado, se la compuse a alguien muy especial. Nunca CambiesIYo
Esperábamos que dijera algo. De mi parte, aunque callara, no tenía nada que decir, más que Catalina me gustaba, pero era muy pronto para decirlo. Lucas se encogió de hombros. —Yo nunca lo he negado, esa monteriana me tiene embobado.—Por lo que veo. Es mejor llegar acompañado. Mejor llego con Nadia, todos quedaríamos emparejados. —dijo Lucían.—Yo no tengo pareja. —comentó Ricky.—¿Y Betty?Hablamos en coro los tres. Ricky se puso rojo, se fue en dirección a la salida, era momento de irnos, él era el transporte. Tomé mi guitarra de las manos de Lucían que la traía y seguimos al enojado conductor. Me dejaron primero, como siempre, al ingresar vi a mi abuela, pero en esta ocasión se encontraba despierta.—Abuela, ¿qué son estas horas? —hacia sus manualidades.—Mi amor, que bueno que llegaste, ando terminado mis regalos de Navidad, en esta ocasión seremos tantos y no quiero dejar a ninguno sin detalle, Mira, es para mí Cadie —mostró un saquito de lana de color rosado. Le mandé el mensa
Me estaba mirando como con ganas de contarme algo. Suspiró y me sonrió.—Ricky… No mejor olvídalo.—Buenos días.Llegó Cata con voz tímida, al mirarla, ella enfocaba a su amiga, luego vio mi mano y sonrió al ver que tenía su regalo puesto.—Los dejo, voy a desayunar.—Ahora te alcanzo. —cuando nos dejaron solos acuné su cara para besarla.—Ahora si son buenos días. —escuché el claxon del carro de Lucas, voy a ponerla más roja, me le acerqué al oído—. Señorita Suárez, ahora con más urgencia, necesito su respuesta. Quiero más de lo que hiciste anoche. —Era una manzana.—Lo haces de maldad, ¿verdad? Además, tú pediste que te la tocara.—Te ves muy bonita, toda coloradita, te pedí tocar, más no que la apretaras y masajearas. —Le di un pico, hasta las orejas se le pusieron rojas—. Nos vemos en la noche, quiero mi respuesta.Fui el último en recoger, llegamos al límite de las diez, en ese instante me llamó el doctor.—Estoy en la entrada del parqueadero.—Nosotros nos estamos bajando del au
La cabeza la tenía como un arroz con mango, y cada vez que me acodaba sentía un incendio en la cara. ¿Cómo me atreví a tocarle el pipi a Dylan? ¡Dios! —comencé a echarme fresco otra vez—. Pa’ colmo se acercaba el momento de darle una respuesta.¿Qué le iba a decir? Si quiero seguir tocándolo, se sintió agradable, la morbosidad pudo más y por ese momento me desconecté de la cordura dejándome arrastrar por el susto de estar haciendo algo… ¡Aaayyy!—¿Puedo saber qué te pasa?Miré a Cecilia, la castaña con ojos café ingresó al cuarto, Betty entró detrás de ella, hacía unas horas cuando llegaron, pusimos todos los regalos en el árbol y me sorprendió ver la cantidad tan exorbitante de detalles, la señora María, mi abuela y mamá se encontraban haciendo la cena, pasarán muy entretenidas en la cocina, mientras que el abuelo se quedó en el despacho, tenía varias cosas por hacer.—¿Me prometen guardar el secreto?Necesitaba hablar, en definitiva, debía soltar el tarugo que tenían en el pecho. Be
La reunión estaba resultando muy agradable. No se decía, pero era evidente que la ausencia de papá se notaba en el ambiente. La mirada de mamá daba ganas de llorar, si en este momento lloro, será el detonante en ella y la sedarán, no era la idea.El abuelo hablaba muy ameno con Rafael, quien nos pidió que lo llamáramos de ese modo cuando no estemos en consulta o en la clínica. ¿Quién iba a creerlo? Con lo arisco que era el viejo Henrry y compaginó a la perfección con el doctor.Nosotros los jóvenes nos quedamos en la otra sala, riendo y comiendo. —Por fin estaba comiendo, así me dé diarrea, mañana hoy comeré por todos los días que me han mantenido a punta de matas—. Dylan me miraba de manera diferente. Betty se encontraba a mi lado, los únicos emparejado eran Lucas y Cecilia quienes no se despegan. Mamá llamó para la cena, mi mejor amigo se sentó a mi lado, por debajo de la mesa me tomó de la mano y la apretó. Se me acercó al oído.—No puedo creerlo, pero ando nervioso por la respuest
Estaba como una magdalena a moco suelto, mi mamá y yo nos levantamos para abrazarla con fuerza, ella se volvió un mar de lágrimas al igual que nosotras. Después la abrazaron los abuelos, la señora María y cada uno de los Absurdos, Dylan la cargó al igual que Lucas, Lucían la apretó.Ricky fue el último, por un momento todos nos quedamos mirándolos, nadie parecía respirar ante lo que veíamos. La mano de él le acarició el rostro, le dio un beso en la frente y luego le dio un beso al vientre para retirarse al lado de sus amigos. ¿Qué fue eso? —Por Dios bendito, No era yo y quedé con el corazón acelerado al ver esa muestra de respeto, pero no me acerco entre ellos dos. No me imagino como debe estar Betty. Mi mamá, como siempre tan perceptiva, volvió a abrazarla, le dijo algo. Luego Betty se sentó a mi lado, la señora Samanta comenzó a entregar los detalles. Eran paquetes que iban y venían, ya se habían entregado los regalos de la señora María, los de mis abuelos, los de mi mamá, los mío