Estaba nerviosa, iré a mi primera fiesta, el mismo Samir me había invitado, pero no quise hacerme ilusiones porque el señor Luis era jodido en ese tema. —¡Oh, Cata! Como siempre el grito de mamá desde la cocina. Tenía mucha ropa en la cama y no sabía qué ponerme. —¡Ya voy! Necesitaba pedirle ayuda. Cuando llegué a la cocina, mi mamita me pasó el teléfono. —Hola, princesa. Sonreí, mi papá era el causante de que a mí me resbalaran los apodos o los malos comentarios, esos que a diario recibía en el colegio. Aunque también Dylan era de mucha ayuda. Sin embargo, mis padres, en especial él, era el gestor de demostrarle a la gente que valgo lo que reflejaba mi peso. —Hola, papito, ¿cómo va el problema en la planta? —Ahí se van solucionando cielo, tu mamá me comentó lo de tu fiesta hoy. —Sí. —¿Irá a decir que no? —En un rato llamo a Dylan, necesito darle las recomendaciones. —¿No me vas a prohibir la salida? —Ya tienes dieciséis años preciosa, además va Dylan, Lucas, Ricky y Lucían
Lucas no volvió, me quedé en el mismo lugar, nadie se acercó. Pasó más de media hora, solo era consciente de que mis compañeros me miraban y se reían. Obvio, era un repollo tirado en una esquina. Tenía mi autoestima en alto, pero cualquiera en tal situación también se habría achicopalado.Poco a poco la gente ingresaba a la casa y ellos no regresaron. Lucían y Ricky al verme desde lejos saludaron, caminaron hacia mí, pero fueron interceptados, se entretuvieron con las chicas. Quedé sola, el corazón comenzó a hincharse y espicharse, mi piel se erizó bastante.No tengo nada más que hacer aquí, no era un lugar para mí. Con el mayor sigilo, tratando de que no me vieran… —¡Tonta, nadie me está viendo!— Aunque suene irónico, mis compañeros por primera vez me hicieron sentir invisible.En el interior observé a Lucas sonriendo feliz con varios compañeros, Lucían se besaba con una chica, Ricky hablaba con dos muchachas muy bonitas enfundadas en sus minifaldas y Dylan… No tenía idea en donde se
Nos habíamos quedado mirando el auto del señor Luis hasta desaparecer de nuestras vistas. Tenía una extraña sensación en el pecho, nunca había sentido esto, la mirada de Bodoque era… ¿Tristeza? ¿Decepción? Siento… Que le fallé. Hasta descubrió lo sucedido con Betty.Tenía el corazón a millón, si no era porque debíamos tocar en una hora saliera a buscarla. Al mirar a mis amigos ellos se encontraban igual, todos la olvidamos. La había dejado a la deriva por rabia, tenía ira al ver que no le soltó la mano a Lucas. ¡¿Por qué me daba rabia si Bodoque no me gustaba?!—Pensé que estaba contigo, Lucas. —dije.—Yo vi a Ricky y Lucían dirigirse hacia ella, luego me entretuve, pero fue cierto, olvidé llevarle la bebida. —Lucas se metió las manos en los bolsillos.—Nos interceptaron en el camino, luego no la vi más. —comentó Lucían.—Me pasó lo mismo que a Lucían, además varias niñas me abordaron, fue increíble, cuando la busqué no la encontré, tampoco te vi Dylan, como tú siempre pasas cuidándol
Rayos, ¿qué le digo? Sus lindos ojos estaban rojos por el llanto. —Eres muy niña para hablar de eso, Catalina. —Me llevas un año y once meses. Además, leo más que tú. —¿Qué tiene que ver la lectura en este tema? —¿Viniste a pelear conmigo? ¡Vete por donde viniste! Además, estoy muy moleta contigo. —No Bodoque, los cuatro estamos arrepentidos por haberte ignorado, todo fue un plan de las chicas para mantenernos alejados de ti. —Mira cabeza de chorlito. ¿Qué? Tengo ocho años conociéndola y siempre saca o inventa una palabra nueva. » Me importa si fue planeado o no, porque a ustedes no los embrujaron para que no me hablaran… No se sintió bien y no voy a perdonarte tan fácil. Ni a ti, ni a los otros. Sé que somos amigos, nunca me interpondré en sus relaciones, pero pueden presentármelas, lo que hicieron hoy… —Se le humedecieron los ojos, por inercia la traje hacia mí, la abracé. —No lo tomes en otro sentido, Cata. Lo que menos quiero es hacerte daño, pero tienes los ojos negros má
Sentía como si una aplanadora me hubiera apachurrado el alma, anoche comprendí mi sentimiento. Ese había cambiado de manera irreversible hacia mi mejor amigo, sé sin temor a equivocarme que para él era importante, pero no como mujer. No tenía el cuerpo esquelético de Vicky, Betty o todas las mujeres con las que ya se ha acostado.Debía callar el sentimiento, debía enterrarlo en lo más profundo de mi alma, y atesorar lo vivido anoche. El que me durmiera en sus brazos y acariciara el cabello mientras me dejaba envolver por la nebulosa de Morfeo mientras en silencio lloraba por sus palabras.Al menos siempre estaré a su lado, lo amaré desde la barrera, desde ese lugar en el que solo en mis sueños lo podía hacer mío, donde era la única con el derecho de acariciar ese bello rostro. Donde me podía perder en el mar de esos ojos verdes que tanto adoraba, donde jugaba con el rizo de sus cabellos.En ese lugar imaginario donde sus labios eran míos… Solo en mi mente existe nuestra historia, mien
Mis amigos me quedaron mirando y me encogí de hombros. Sería chévere mirar si me aplican la ley del hielo de nuevo. —Se hacen juegos. —respondió Lucían. —¡Qué bien! —Eso parecía interesante, espero no sean de resistencia física. —¿Qué está bien Bodoque? —Los juegos. Mientras no me toque correr. —sonrieron, eso me hizo sentir algo tonta—. ¿Son juegos pesados? Díganmelos. —Se juega mucho a siete minutos en el paraíso. Respondió Ricky, sabía del tema por los libros, sonreí. —¿Ustedes creen que me escogerán a mí? No se preocupen, el mayor escudo es mi cuerpo. En todo caso voy a ir. —¡Le diré a tu papá! —Dylan amenazó. Le pasé mi celular. —Llámalo, pero también háblale sobre tu comportamiento la semana pasada, ¿les recuerdo? Donde se olvidaron de mí, ¡Ah!, y quedé sola en la fiesta, por eso pasé cuatro horas en un parque sola, ya que ninguno de ustedes se acordó de su princesa. Ahora, si voy a esa reunión, me encierran con ustedes y nada pasaría. ¿Cuál es el problema? —Ese es un b
Me ponía nerviosa, tanta recomendadera, pero son padres, lo dejo en el que se preocupan por mí. —Eso mismo dijo el señor Luis, acabo de hablar con él. —miró su reloj—. Debemos irnos Bodoque, se la traigo como a las seis, señora Samanta. Mi abuela le manda a decir que la espera para jugar parqués Sonreí. Mi mamá desde la muerte de la señora Martina cada sábado la acompañaba a pasar la tarde. —Gracias, hijo. Cuídala. —Tranquila, lo haré con mi vida. —¡Si cómo no, moñito! —dije. —Sabes que te cuidaré. —Hasta que una mujer te diga, ¿nos perdemos un ratito? En esta ocasión los chicos maravillas no me dejaron sola ni un segundo. Aquí las reuniones no eran como las de Montería, donde bailamos hasta cansarnos, acá era diferente. Luego se fueron formando varios grupos, sin darme cuenta llegamos a una habitación para jugar el famoso siete minutos en el paraíso. Debíamos meternos en un closet oscuro por el tiempo determinado. Eran las cinco de la tarde, teníamos media hora jugando, Lucas
Betty se quedó en un extremo del closet, le dejé en claro cuando se abalanzó a besarme que no quería por nada del mundo volver a besarla. Si no quería pasar pena tocara para que abrieran las puertas. Por mi parte no podía sacar de mi cabeza lo sucedido con Bodoque. Por cinco minutos la besé, su aliento era… ¡Bendito aliento!, Aun sigo con el corazón acelerado y se intensificaba si revivo lo sucedido.¿Esto en situación nos dejaba? Porque confieso, por miedo le contesté de ese modo, no quería que a ella la mirasen como una más en mi lista. Catalina nunca será una más. No debí encerrarme, la mirada de Cata era… ¡Dios! Ella debía de estar pensando que me valió mierda besarla, además le salí con groserías y fue mi manera de salir del susto por todo lo que sentí con ese beso. —sonreí—. ¡Fui el primero en besarla!—¿Qué te causa tanta risa?—¡Nada, no seas metida!—¿En serio nos vamos a quedar aquí siete minutos perdiendo el tiempo?—Lo acabo de hacer con mi amiga.—Si no fuera porque te co