—Buenos días mi cielo.Me había cubierto la cara ante el desparpajo de mi madre. Abrí un ojo, luego de sopetón abrí los dos y… ¿Esa era mi mamá? Ya no tenía esa cantidad de maquillaje, no estaba enfundada en esos trajes apretados que le forraban todo, tenía un vestido muy bonito, todo vaporosito.—¿Mami?—Ya lo sé.Rafael se había retirado con los médicos, no sin antes percatarme que el madurito miró a mi madre de pies a cabeza, qué vergüenza.» Anoche, cuando tú me dijiste todo eso, pensé mucho, llamé a tu padre y le pedí que habláramos. —El corazón se me quería salir.—Amor, voy a ver cómo sigue Cata, ustedes deben hablar.—Gracias, Lucas. —Le dijo mi madre, ella me llevó hasta la sala de espera—. No te hagas ilusiones. —Explícate.—Hija, hablamos de lo mucho que me afecto la separación, nos sinceramos después de tantos años. Vamos a intentar llevarnos en paz y por el buen camino. Dijo algo cierto, por eso voy a mirar si mi relación actual me conviene. Pero hablando con Samanta, c
Volví a ver el video enviado por la señora Samanta ante la reacción de Bodoque al saber de la existencia de nuestra hija. Sabía que ella la amaría una vez escuchara de ella, pero no me gustaba esa rabia hacia mí. Y me molesta el tener que esperar una semana más, le deben hacer los chequeos mentales.Rafael dijo que no era normal esa reacción, no era posible lograr aislarse como lo hizo. A mí nada me extraña, ella era experta con inventarse nuevas enfermedades. ¡Como quisiera quedarme a su lado!, quisiera disfrutar de la felicidad de ser padres. Al menos convencí a Rafael para que la trajera a la Sabanera y así en las noches poder colarme en su cuarto. No quería mantenerme lejos de ella.—Hijo. —Mi abuela se vino conmigo. Estábamos en el kiosco, me acosté en la hamaca—. Has esperado tanto, no te cuesta esperar una semana más.—¡Ay abuela!, la verdad me siento frustrado. —Vi el carro de Rafael aparcar, pero de él se bajó Lucas.—Bueno, yo los dejo, voy a hacer un rosario. Betty ingresa
Por fin salió Betty de cirugía. El doctor Evans dejaba sus implementos a un lado, la sacaremos del coma inducido en el que la teníamos. —Ahora solo toca esperar a ver cómo reacciona, es muy reciente todo y su cuerpo debe de dolerle mucho. Pobre muchacha. —Dímelo a mí, cuando me partí la muñeca hace años jugando basquetbol me quería morir, ahora mi niña que tiene la tibia y el peroné fracturado, una cesárea con todas las hormonas desestabilizadas, una operación en el pulmón, una costilla astillada, ahora el cerebro removido. Si abre los ojos sin ninguna secuela sería un triple milagro. —En cuatro horas estará reaccionando estaré pendiente por si debemos sedarla, la reacción cerebral sabes que genera cierto traumatismo. —¿Qué le digo a la familia? —Por ahora que resistió la operación. —Gracias, Christofer. Te debo una. —Me tomaré unas vacaciones en quince días, ¿me darías posada en tu casa? —Por supuesto, en menos de un mes es la boda de mi hija Catalina. Mi madre debe llegar la
Este pechito sabía a la perfección lo que ahora vivía Cecilia en estos momentos. La muerte de uno de tus padres era un dolor el cual se arrastrará toda la vida. Ese vacío jamás será llenado con nada en la vida. El tiempo te podía otorgar la resignación, Dios te pone personas a la que llegarás a amar y se convierten en parte tu existencia, pero jamás, jamás remplazarán a tu padre o madre.Por eso, ahora solo puedes apoyarla a que pase el trance de la noticia y encuentre consolación. ¡Y púes!, era la razón por la cual me encontraba aquí, aunque no me gusten estas vainas, pero debía acompañarla en el sepelio de don Octavio. Tragándome las ganas de coger un rastrillo y darle duro en la cara al idiota del padre de mi hija.A quien parece se le atrofió la vista, porque no había apartado la mirada de mí, ya me tenía cardíaca, y yo con tantas ganas de darle un puño en esa cara bonita al desgraciado infiel.No podía dejar a Cecilia sola, ¿qué amiga sería?, pero, la verdad era que quiero pasarl
Ahora era la vida quien te dice «idiota pendeja, viste lo que pasa cuando te metes en temas que no son tuyos». Una cosa era el tema de ellos como pareja, otra era el amor de padre e hija, él siempre estuvo ahí y yo lo insultaba. —volví a llorar, me aferré al pecho de Lucas, mi mamá ingresó a la habitación.—Lucas, regálame unos minutos con Ceci, por favor. —Mi novio se levantó—. En la cocina se encuentran tus cuñados, sirven la comida, mijo. Ve y come un poco.—Gracias, doña Olga.Me quedé con mamá, se sentó al borde de la cama, como cuando era niña, puse mi cabeza en sus piernas.—Llora mi amor, entiendo la razón por la cual te encuentras así, aparte de la muerte de Octavio, es el cómo terminaron las cosas entre ustedes. —mi mamá da en el clavo y comienzo a hiperventilar—. Hija, tu padre te adoraba, la noche que hablamos tanto, me di cuenta de que, para él, ustedes eran su vida.» Ya no podemos decirle las cosas, pero él sigue aquí contigo. Solo suéltalo, busca el momento preciso, bu
Sus miradas eran cálidas.—Te queremos mucho. —dijo Paola. No los recuerdo, pero las personas que han llegado me inspiran confianza—. Nos vemos en la casa. Miré a la señora Samanta, ella se sentó a mi lado y acarició mi cabello.—Paramos cuando quieras.Afirmé, yo quería conocer a mi hija, no la recuerdo, pero siento que debo verla. Ahora ingresaron dos señoras.—Hola, cariño. Soy Mary Taylor, tu suegra, la abuela de tus nietos. —Con temor a no lastimarme la pierna se acomodó a un lado y me dio dos besos, uno en cada mejilla—. Sé que te vas a mejorar.—Gracias. —La otra señora me miraba haciendo caras extrañas.—¿Entonces no te acuerdas de mí? ¡Vea usted! Cuando don Henrry dijo que te iban a sacar unas bolas de sangre de la cabeza me imaginé que te iba a encontrar con la cabeza destaponada. —No sé por qué sonreí, la señora Samanta y Rafael también.» Ahora le pregunté al patrón como tenía la cabeza y me explicó que te las sacaron por la nariz, pero no veo tu nariz explayada. —La carca
—Abuela, Catalina es muy comprensiva, si a ella se le explica el motivo lo comprende. El problema es esa posición que optó de encerrarse y apenas escucha mi nombre, se pone como una cacatúa.—También se transforma en tigresa, cocodrilo y tiburón. —sonreí.—¿Se puede? —Megan ingresaba con dos tazas de café.—Los dejo. —comentó mi abuela.—¿Arreglaste la maleta? —me preguntó. Debía asistir a varias presentaciones, estaré unos seis días por fuera, viajando y viajando.—Sí, tengo vuelo al mediodía a Bogotá y de ahí a Estados Unidos.—Mi tío te acompañará a todos lados, mientras yo me quedo toreando a Catalina, ¡Ha sido imposible!—Trata que vea mis entrevistas.—No escucha la radio, eliminó su perfil de todas las redes sociales, el televisor de su habitación tanto en Las Reinas como en la Sabanera los sacó y solo me acepta si no hablo de ti. Samanta estuvo a punto de decirlo todo ayer, cuando llevé el material de la decoración.—Has que vea las diferentes entrevistas.—¿Y cómo? Mira, vete
La vaina se ponía cada vez más fea, me sentía encarcelada en La Sabanera, aunque se encuentre toda la familia, desde que me dio el yeyo mi abuelo se fue de cotorro con mi mamá y ella de una puyó el burro pa’ acá. Han pasado ocho días desde mi llegada aquí. Betty lo hacía hoy, también vendrá una enfermera para que la ayude con todo.—¡Manita!Sonreí al escuchar a José Luis llamarme, nos estamos llenando de pelaos. En una semana cumplía los cinco meses, tenía la ecografía para ver a mi bebita, aún no se ha movido, ¡era una floja! Estaba en la hamaca, me siento… ¡Ay, no sé! La aburrición en pasta me queda chiquita.» Manita, ¿quieres fugar?Le sonríe a la carita preciosa que se asomó, por un lado, de la hamaca.—¿Qué quieres jugar?—Maloloto.—Mmmm —¿qué carajo era eso?, piensa Catalina.—Shi, maloloto ¿shi?Le pelé los dientes, aun sin saber que quería jugar mi hermanito, y era mejor tratar de seguirle el cuento hasta ver que me quería decir.—Bien, llévame.De la mano de José Luis cami