Esperaba en el auto afuera de la casa de la señora Samanta a que salieran mis dos mujeres, estos días he visto cómo una corre feliz a mi encuentro, mientras la otra… No tenía ni puta idea de la relación que tenemos. Hace tres días intenté tomarle la mano y con solo mirarme desistí, he notado que mientras no sea tema personal nuestro me trata con mucho afecto.Fue una alegría muy grande saber de la intervención de Rafael para obstruir el trámite de Cadie, ese tema lo dejaremos atrás y la niña era la más feliz del mundo cuando se le dijo que volvía a ser una Taylor.Hoy era sábado, la niña tenía clase de patinaje y Betty iba a hacer un trabajo con unos amigos. Mis padres apenas llegaron a Estados Unidos, vendieron mi apartamento en Atlanta, ese sector era muy cotizado, y ya tenía el dinero en la cuenta.Quería comprar una casa o apartamento en Montería, con el dinero que tengo ahorrado podría comprar varias viviendas, arrendarlas y generar un buen ingreso de manera rentable y continúo.
Pasamos el resto de la tarde en la casa de la señora Samanta, cargue a la bebé un rato, José Luis y Cadie son inseparables, así peleen todo el tiempo. Betty bajó con un morral, la ropa de la niña y la de ella para pasar el fin de semana en la finca de Catalina. Nos despedimos de la familia, cuando salíamos en busca de Cecilia llegó Rafael, nos saludó. —Llegaste tarde. —Le dijo Betty. —Hay mucho trabajo, llegó un accidente en último minuto y… —miró a Betty, le puso la mano en su barriga—. Por nada del mundo me vas a subir en un carro en ese estado. La paciente que perdió a su hijo fue porque el bebé le dio una patada muy fuerte y ella mientras se sobaba perdió el control y se estrelló contra otro carro. El bebé murió y ella está en cuidados intensivos. ¡Prohibido, Betty! Es más, esconderé las llaves de tu carro al igual que las de Catalina, con lo que se mueve Arturo no quiero ni pensarlo. —Si señor. —Le dio un beso en la frente, le dio dos a Cadie y me saludó de manos. —Ahora voy a
Después de bañarnos, Dylan se fue a los establos, yo bajé a la cocina a ver que iba a hacer Zule de comida, al entrar la vi machacando plátano para hacer cabeza e‘gato.—¡Qué delicia!, ¿con suero y queso?—Si niña Cata, quería preguntarle, ¿qué quiere de almuerzo?—Tienes rato de no hacer mote de queso, sabes que ese es el plato favorito de Dylan. Mañana hacemos viuda de pescao al desayuno y al mediodía comeremos ese arroz delicioso que te enseñó la señora María, no puedo dejar de hacer comida mexicana, a mi marido le encanta.—Perfecto.—Buenos días, hija. —La señora María ingresó a la cocina, me dio un beso—. ¿En qué te ayudo, Zule?—Uste’ es igual de terca que la niña Cata, con todo el respeto. —La señora María sonrió.—Si quieren verme morir rápido no me pongan a hacer nada.—¡Qué ni Dios lo permita! —exclamé.Tomé un pedazo de papaya, la piqué y fui al kiosco a esperar que se levantaran todos. Al llegar vi que la hamaca estaba ocupada y… ¡Oh sorpresa! Betty abrazaba a Ricky cuál
Salí turuleta de la clínica, Dylan se veía feliz sin razón alguna, por más que se controló, no dejó de pelar el diente y fue contagiosa su felicidad.—¿Se puede saber cuál es el chiste?—No es chiste, soy un hombre feliz, tengo a mi lado a la mujer que amo, la carrera deseada, una gran familia, unos excelentes amigos. Tú pregonas lo de hacer una balanza y se me dio por hacerla, el resultado es lo que ha hecho que me sienta muy feliz.Lo abracé, al hacerlo me dio un mareo, alcanzó a tomarme en brazos.» ¡Catalina! Bodoque…—Estoy bien, Rafael dijo que era normal los mareos, por la anestesia. —tomó su celular y le marcó.—Rafael, ¿es normal lo de los mareos de Catalina? —silencio, me tenía abrazada, apoyé mi cabeza en su pecho, estaban al lado de su carro—. Entendido, lo haré.—¿Qué te dijo?—Algo que te va a gustar mucho, vamos a comer helado. —pelé mis dientes.—Voy a marearme más seguido. —Me besó con esa sonrisa socarrona.Me comí cuatro bolas de helado en el centro comercial. Varia
No era nada fácil, quien no tenía vocación por la medicina no lo soportaría. Hoy fue un día de los mil demonios. Trabajar en una choza con las uñas, gracias a Dios el parto salió bien. Me dijeron que estaríamos tres semanas más en dicho resguardo en la frontera de Argentina con Brasil, luego nos trasladaríamos unas horas en la civilización y después nos vamos a otro un resguardo indígena en Brasil.Mañana voy a desparasitar a veinte niños, debía ir poco a poco, si les daba una dosis completa podía matarlos. Me acosté en la hamaca, cuando llegué fui objeto de los sancudos y se ensañaron conmigo, por eso me entregaron un toldo y gracias a ello podía dormir un poco más tranquilo, encerré mi lugar de descanso.¿Cómo estarán todos? Si mis cálculos no fallan, Dylan ya debe de viajar mañana a las Islas esas. Saqué la foto de Cecilia que mantengo conmigo, con la linterna de mano iluminé su imagen. ¿Qué estarás haciendo amor? No tenía idea porque seguía aferrado a que me perdones.—Hola, Lucas
Por fin íbamos camino a la civilización y por fin la intensa de Liliana se iba a otro lugar, estaremos en dos campamentos cercanos, ella liderará la salud de uno y yo del otro. Nos internaremos en el territorio de los Yanomamis, estaré en el lugar donde la «salud» se encuentra mejor equipado. Haremos sondeo de los indígenas, se supone que varios compañeros prestarán servicio; unos de odontología, enfermería y medicina en el cual me encuentro como el líder de grupo. Esto parecería mentira, aun en estos tiempos existían poblaciones carentes de un sistema de aseo y salud básica. Liliana irá a unos resguardos cercanos. Era territorio en el norte de Brasil, veré más selva y más montañas, eso sí, los paisajes eran indescriptiblemente hermosos. Me dijeron que tendré una maloca comunal, era una especie de choza, pero sin serlo, me tocará esperar a ver como encuentro todo, lo cierto era que al médico le tienen una casa a la que le llamaban yanos, al menos tendré privacidad. La región indígen
Me desperecé, aquí habían sido increíbles, aunque siento algo raro en el pecho, los últimos cuatro días Dylan se ha portado extraño, tenía dos días de hacerme el amor pidiéndome perdón… No sé, algo no anda bien, y yo no me siento muy bien. Mi estómago crece.También estaban las pérdidas bastante frecuentes como ahora, ¡amanecí y él, ni el forro! Ya nos regresábamos hoy y mañana llegaremos a Montería. En semana conocimos muchos lugares, por momentos volvía a ser el mismo, pero… solo por momentos. ¿Se estará aburriendo de mí? —El corazón se me comprimió—. No, él me ama, debe ser que como ando tan metida en los preparativos de la boda de Paola. A cada rato nos conectamos y hablamos por horas, le he ayudado a escoger la cristalería, la decoración, la ropa de nosotras, las damas de honor, hasta el vestido, uno precioso, he estado en todo. Sonó mi celular y era ella.—Buenos días, ¡oye!, tú molestas más que una piña bajo el brazo.—Deja de ponerte pesada, mira que en treinta y un días me ca
En ese instante un torbellino de sentimientos me abordó, me ahogué sin poder hablar, lo intenté en varias ocasiones, pero no pude, solo era un torrente de lágrimas. Muy en el fondo quería hacerlo, pero por respeto o no sé por qué no lo hice.—Acá te espero, Cielo. Tomate el tiempo que necesites.Abracé a Rafael y lo llené de besos para finalmente besarlo con desespero sin importar mis lágrimas.» Te amo Sabanera. —Lo abracé más fuerte.—Eres perfecto. —sonrió.—Necesito que estés tranquila, amor. Mañana nos espera un día muy fuerte y tú debes ser un pilar fundamental para Catica.—¿Por qué me trajiste aquí?—Sentí que era el lugar en donde necesitabas estar. Solo quiero verte tranquila.Lo besé entregándole todo mi amor, porque lo amaba con locura, también amé mucho a Luis, era algo raro, pero a dichos hombres han sido demasiado importantes.—Te amo.—Lo sé.Besó mi frente, bajé del carro. Pasé la calle, llegué hasta la orilla, el planchón venía a mitad de camino. Al tocar el improvis