¡Linda tu abuela! Puse mi expresión, dé una palabra más, y te romperé la cara. El tipo se alejó, ella soltó la mano. Cerré mis ojos, con lo bella que estaba, me gustó mucho el no verla flaca. Me gustan rellenita con carnes donde debe tenerlas para tocarlas y ella estaba más que perfecta… deja de pensar o se te va a parar de nuevo. No me dirigió la palabra en el resto de la cena, íbamos de regreso a la casa y Bodoque no dijo ni púdrete. Mientras en el trayecto me deleité mirándola, cada parte de mi cuerpo vibraba al verla, la necesita, la reclama, he guardado celibato y al no verla era más fácil. No obstante, ahora, cuando la tenía cerca, la veía más bella que nunca, su aroma era una droga, una vez más volvía a hacer mi afrodisiaco. ¡Me va a quedar muy difícil! Necesito besarla, acariciarla, y romper la abstinencia, estaba sediento por fundirme en ella. Me acomodé el pantalón, la tenía al lado, Ricky iba conduciendo el auto de Betty, Catalina miraba por la ventana, Cadie en la mitad
Me levanté temprano, no sé a qué horas nos íbamos para la finca, ojalá Cata se anime a ir con nosotros, si me quedo sería muy evidente y no quiero perder, vamos empatados. Saqué mis abarcas, jean, camiseta, desodorante, perfume y listo. Bajé las escaleras, los abuelos desayunaban plátano maduro con huevo cocido, queso y suero. Mi abuela ya compartía con ellos. José Luis extendió los brazos y lo cargué mientras Mayo servía mi desayuno, estábamos en el quiosco. —¿Cómo estás cuñadito? —Ahora si amarraste el burro en mala parte, sigue soñando. —respondió Catalina, quien llegaba de hacer ejercicios. —Te acaban de operar, ¿y ya estás corriendo? —No te preocupes tanto, te tenían muy informado, solo hice tonificación de piernas, no abdomen. En ese momento la reparé, tenía un short, el color de sus piernas era lindo, un bronceado precioso. Rafael me quitó al niño para sentarme, lo hice a su lado. La mano me picaba para tocarle la piel. —Nunca habías mostrado las piernas. —Le dije cerca a
Estaba que me llevaba el diablo, Ricky y Betty no habían querido hablar conmigo, ¿me terminó? «Ella no sabe nada recuérdalo».—Dylan…—Ahora no, Ricky.—Viejo, si no te desahogas se te reventará la úlcera.—Dylan, perdona por lo que te diré, pero eres muy descarado en llegar ayer y ya querer que Catalina te perdone porque ahora eres Dylan Miller. —Se me saltó el genio.—¡Detén el auto Ricky! —menos mal la niña se quiso ir con los bisabuelos.—Dylan…—¡Detén el carro! —Se hizo a un lado de la carretera, bajé y tiré la puerta. —¡Grosero! —Betty se bajó y vi cómo los abuelos también se detenían.—¿Eso es lo que crees? —La encaré—. Crees que para mí fue fácil insultar y tratar a Catalina de esa manera cuando ella, ¡es mi vida! —Betty se quedó mirándome—. ¡Necesitábamos hacerla vomitar para darle más años de vida! ¡Y ESO FUE LO QUE HICE! ¡Darle años de vida! —Se tapó la boca.—Lo sabes…—Desde la muerte del señor Luis, el evento de la moto fue con la intensión para eso, pero no lo conseg
Pasé un rato a la academia, para ver cómo iban las cosas, la llamada de Betty contándome lo que había escuchado me dejó peor. Dylan se equivocó, pero ahora todos dicen que él… Dios independiente a lo ocurrido, ya no voy a pelear con el amor que tengo en mi alma.Pa’ masoquista… depende, en este caso no lo seré, vuelvo a tener la certeza de tener días de vida contados, para que amargarme, cuando deseo estar tranquila. Dos de mis compañeras bailaban con los niños. José Luis comenzó a correr por todo el salón.Los niños apenas me vieron, y corrieron a abrazarme, felices me mostraron sus avances, no paré de felicitarlos y llenarlos de besos. Pasada las dos horas vi a mi hermanito haciendo movimientos raros, se estaba aguantando las ganas de hacer pipí.Lo llevé corriendo al baño, pero, ¡qué va!, hoy andaba mirando si había pájaros preñados. M pobre pelaíto se orinó en los pantaloncillos y el jean puesto, le cambié de ropa.—Ya estás muy grande, debes decir, ¡Cata tengo ganas de hacer pipí
A las cinco salimos a la finca, me encontraba con los nervios a mil, imaginándome las diferentes maneras de abordar a Dylan. Si corro y le zampo un beso era una posibilidad, anda y si se encuentra muy enojado y mi me mira… ¡Anda me muero!Por favor Rafael métele la chancleta a ese pedal, quiero llegar rápido. Llegamos a las seis pasadas, por el raspao que le di a mi pingüino, ahora mi pelaíto tenía daño de estómago, cada que deteníamos el carro para cambiarle el pañal mamá me miraba con los ojitos chiquitos.Rafael solo se reía, ya le habían dado el medicamento para aliviarlo, me sentía arrepentida. Sin embargo, mi pelaíto apenas lo cambiaba, se venía a mis brazos. Lo llenaba de besos, él solo reía.Mis abuelos y la señora María se encontraban en el quiosco cuando llegamos, esperaban la cena. Cadie jugaba con sus juguetes, José Luis corrió a jugar o más bien a patear los chocoritos, y fue en busca de su baúl de juegos colocado en una esquina del lugar, de dónde sacó sus carros.Pero C
No era la primera vez que hagamos el amor, pero estaba asustada. Apenas ingresamos a la habitación, él se fue al baño, luego salió bañado y en bóxer e ingresé yo. Y aquí estaba, mirándome en el espejo con la salida de baño del hotel, la cual cubría mi desnudez. La última vez que estuvimos fue aquella vez cuando le hice creer que habíamos vuelto, pero a la semana en una fiesta, bajo la mirada de Vicky y las chicas, lo hice llamar para que me viera haciéndole la paja a otro. Nadie entienda su miedo más que yo, Ahora tenía una nueva oportunidad y no la desperdiciaré por nada del mundo. Respiré profundo, salí del baño. Había realizado una reservación en un hotel elegante y la habitación era de lujo, el aire acondicionado estaba encendido, era pasada las dos de la mañana. Y ahí, de pie en la ventana, dando la espalda, se encontraba el amor de mi vida. Lo abracé y le besé por la espalda, ya no era tan flaco, tomó mis manos y se abrazó pegándome más a su espalda. —Betty, hace un par de dí
Seguíamos besándonos fueron tres años y amaba a este hombre con mi alma.—Y nosotros pensando que estabas convaleciente.La voz de Betty nos separó, nuestras respiraciones eran evidentes, si no nos hubieran interrumpido, nos habríamos manoseado en la clínica, ¡qué pena! Con disimulo Dylan limpió mis lágrimas.—El hotel a donde fuimos se lo recomendamos.Comentó Ricky. Dylan se sentó en la cama y luego me besó en la frente, mi desayuno llegó con Rafael. Menos mal el beso fue interrumpido.—Hola, chicos. —recibí un beso en la frente.—¿Mi mamá?—En un rato viene, con la impresión quiero cerciorarme de que todo se encuentre con el bebé, le están haciendo una ecografía.—Lo siento.—No Catica, tus resultados salieron muy bien.Esa mirada me dio a entender que hablaríamos después, arrastró la mesa para poner mi desayuno y arrugué mi frente.—¡Iraaa! ¿Esto es todo lo que voy a desayunar?¡Uso!, ni un huevo cocido por lo menos, me dieron gelatina y un puré. —crucé mis brazos, todos sonrieron
Yo si era pendeja la verdad! No he salido con mis compañeros, porque en las noches estaba recibiendo las llamadas de Lucas y debería de valerme tres tiras de butifarra, pero ¡qué va! Aquí me encontraba como idiota mirando las fotos de nuestra vida juntos, esperando una llamada, la cual no llegó, ¡ya era la una! Cerré el álbum, apagué la lámpara y con una tristeza en mi pecho me metí debajo de las cobijas. Cuando ya estaba cayendo en los brazos de Morfeo entró un mensaje y como una idiota, tonta, estúpida, boberta y todas esas denominaciones de pendeja me vi encendiendo la luz de la mesa de noche, tomar el celular, para mirar quien había enviado mensaje, ingresaron varios pitos. —Eran de él. «Estoy saliendo de la clínica, me imagino que debes de estar dormida. No pude llamarte.» «Lo siento, por ahora debo conformarme con esto.» Envió cinco fotos mías sacadas de mis redes sociales, tenía muchas, pero en muy pocas salía. El corazón me latía a mil. «¿Lo llamo?», él que se haya puesto a