CAPÍTULO VEINTISÉISLlegada la hora de almuerzo, una llamada de la línea del trabajo sobresalto a Emily, miró el visor y puso en altavoz el teléfono de la oficina, ya que sabía de quien se trataba.—¡Te he llamado mil veces y no me contestas el puto teléfono! —gruñó Aiden realmente molesto, quien tomaba su vehículo para dirigirse a una reunión en uno de los hoteles con los socios de Tailandia.Emily respiró profundo tratando de alejar aquella herida que comenzaba abrirse en medio de su pecho.—Sabes que siempre apagó mi teléfono personal en el horario de trabajo. ¿Qué quieres Aiden? ¿Por qué me llamas a estas horas?—¡¿Qué más voy a querer?! —refunfuñó el joven alzando su voz y apretando el aparato de su teléfono—. ¡Quiero hablar con mi esposa y tú tienes que correr atenderme, que para eso te casaste conmigo! ¡¿O acaso ahora no te puedo llamar?! ¡¿Debería pedir una reunión con tu secretaria como uno más de los imbéciles que te adoran los pies?! ¡¿O estas ocupada con algún gilipollas,
CAPÍTULO VEINTISIETEAiden apretó el pomo de la puerta al mismo tiempo que contempló con decepción e ira a su esposa y a Vicent.Una furia ciega recorrió las venas de su cuerpo al verlos tan cerca el uno del otro, ya que ante su vista parecía como si se estuvieran acariciándose y coqueteando como dos amantes que comienzan una relación, dejando la impresión de que cualquiera que los viera, intuiría que Vicent Cameron era algo más que un simple cliente.Cosa que no era así, ya que a Emily se le había caído el pendiente de rubí que en su primer aniversario Aiden se los había obsequiado. En tanto Vicent estaba de pie a su lado ayudándola a ponérselo. El cabrón de Vicent tenía sus dedos en la oreja de su esposa, que en un arrebato dio varias zancadas y lo tomó del brazo para moverlo lejos de su mujer.—¡¿Que mierda significa esto?! —rugió con las venas marcándosele en el cuello.Vicent se alejó un poco y se arregló la chaqueta negra costosa de su traje diseñado por Dolce & Gabbana. Luego l
CAPÍTULO VEINTIOCHOEstaban cenando más silenciosos que nunca.La cena para dos en un lujoso restaurante se había arruinado, y ahora estaban en el comedor principal del departamento.Ambos con un plato al frente que contenía lasaña envasada y que había sido pedido, mientras se dirigían al departamento.Aiden apenas llegó se había tomado una ducha, en tanto Emily solo se había colocado su camisón de dormir, para luego sentarse juntos, pero a la vez con una distancia abismante.El joven tenía claro que se había equivocado, pero le costaba reconocer sus errores, por eso una tensión se sentía en el ambiente, que el aire se podía cortar hasta con un cuchillo.Y, por otro lado, Emily no se atrevía a decirle que ya había agendado una cita en la clínica. Se sentía insegura y no quería volver a pelear, ya que gracias al arrebato de Aiden, ahora él tenía toda la cara con manchas violáceas, pero al joven empresario no le importaba en absoluto la impresión que daba, solo quería sacar a relucir lo
CAPÍTULO VEINTINUEVESIETE HORAS ANTES DE LA LLAMADA DEL HOSPITAL A EMILYEran alrededor de las doce y cuarto de la noche cuando Aiden se sentó en el taburete del salón Vip de la disco, que estaba en el subterráneo de uno de los Hoteles Preston, y pidió un whisky en las rocas.Las luces parpadeantes y fluorescentes junto al humo de las maquinas, lo mareaban. Además, la pista estaba llena de cuerpos sudados bailando demasiado pegados, que un recuerdo fugaz lo invadió.El barman le tendió el vaso y él de inmediato incrustó sus dedos en el vidrio. Comenzó a beber que el primer trago le quemó la garganta, pero eso no impidió que siguiera tomando, manteniendo su espalda encorvada.Todavía tenía latente la noche loca que tuvieron él y Emily.Hace dos meses que habían ido a EE. UU a celebrar su segundo aniversario, en el cual fueron a un casino en la ciudad de Las Vegas, después se casaron por segunda vez en una pintoresca iglesia de color rosado ante Elvis Presley y luego se fueron a una di
CAPÍTULO TREINTA—¿Ya conociste a mi chica? —preguntó esa tercera voz varonil que lo irritaba. Lucca Preston Rossi, su primo, su competencia directa y su enemigo, le rodeó los hombros a Daphne Harper y la besó en la sien y luego en la boca, dándole un beso apasionado.Aiden hizo una mueca y después bufó al darse cuenta que dos dementes se habían juntado, por lo que nada bueno podía salir de ahí.—Dirás tu puta de turno —dijo Aiden y bebió su octavo whisky.Daphne batió las pestañas simulando que estaba ofendida, pero en realidad le daba lo mismo. Ella había vuelto a Australia por una sola razón.—¡Hey cuidado como le hablas a mi novia! Que soy el único que puedo tratarla como quiero —amenazó Lucca.Aiden sonrió y pidió un noveno trago.—¿Qué hacen juntos? ¿Y cómo se conocieron? —cuestionó el joven empresario intrigado por la inusual alianza—. ¿Me van a contar o también eso es un misterio?Daphne se miró con Lucca, y luego Lucca asintió con su cabeza.—Luego de que Emily enviara a ma
CAPÍTULO TREINTA Y UNODaphne colocó a Aiden de lado para que no se siguiera ahogando, dejando un charco de vomito y sangre a su alrededor. El hedor le daba arcadas, pero no podía dejar que él se muriera.—¡Llama una ambulancia! ¡Ahora!Lucca no reaccionaba ya que se había quedado congelado al ver el estado tan deplorable de su primo. Era ver a un pobre miserable, que iba a morir con su propio vomito. Después de todo, su lengua iba a ser su propia muerte.—¡JODER LUCCA! —volvió a gritar Daphne tensa a través de la música—. Si se muere, no nos podremos vengar. ¡Haz algo ya y llama una ambulancia!Lucca despabiló, marcó el número de la ambulancia y dio la dirección del hotel. Luego tomó a su primo de un brazo, para luego colgárselo en su espalda. Las personas comenzaron hacer espacio y Daphne se apresuró a buscar a los paramédicos del hotel, que fueron quienes le dieron los primeros auxilios, mientras la ambulancia llegaba.Estos lo llevaron al hall del hotel, pusieron a Aiden sobre una
CAPÍTULO TREINTA Y DOSEl taxi se dirigía a las empresas APE Global Group S.A, cuando una llamada sobresaltó a Emily.Ella buscó en su cartera el celular, que sonaba con insistencia una y otra vez. No lo encontraba que, en su desesperación, prácticamente dio vuelta la cartera en el asiento trasero dejando todas sus cosas esparcidas a su lado, hasta que encontró su celular.era el número de Aiden, que entre el enojo y el alivio contestó de inmediato para saber cómo estaba.—¡Santo cielo Aiden! ¡Me tenías con el alma en vilo! ¿Dónde estás, cariño? ¿Estas bien? —preguntó Emily de forma acelerada y atolondrada. —¿Señora Preston?La voz femenina y diplomática de una mujer desconocida la hizo tragar con fuerza—Si. Habla con ella… ¿Con quién estoy hablando yo?—Soy la enfermera Hilary —se presentó aquella mujer y a Emily el corazón se le volvió un puño de acongojado—. Lamento llamarla en estas circunstancias tan deplorables, pero el Señor Preston…—¿Aiden está bien? ¡Por favor dígame que
CAPÍTULO TREINTA Y TRESEmily pagó su taxi y se apresuró a entrar al hospital. Subió en el ascensor hasta el quinto piso y cuando las puertas de abrieron casi corrió por los pasillos para preguntar por su marido.Estaba tan preocupada, que lo único que quería era verlo y abrazarlo, pero antes que pudiera llegar al mesón sus ánimos y su entusiasmo se esfumaron al igual que un globo que es pinchado.Sus ojos se fijaron en aquellas dos personas que estaban en la sala de espera. A la mujer la conocía bastante bien, pero al hombre solo lo conocía de vista.Ralentizó sus pasos y enterró sus uñas en sus palmas.«Esto no pinta nada bien» pensó con un nudo en su garganta.Daphne se levantó del asiento cuando vio a su hermana pequeña. Su mirada miel se cruzó con los ojos oscuros y llorosos de Emily, que inevitablemente caminó a su encuentro, mientras Lucca le seguía el paso detrás.Emily tuvo la oportunidad de escanear a su hermana de pies a cabeza, que seguía tan vulgar como siempre, mientras