CAPÍTULO DOS
A la mañana siguiente, Aiden llegó a la empresa con un humor de perros, resulta que la mujer que hace una semana había conocido en el hall de su empresa, había sido una torpe, pero una torpe preciosa. Le derramó el café en su camisa favorita y luego ella misma lo había invitado a salir en modo de disculpa.
Fue inevitable no prenderse de ella por lo dulce y amable que era, que el mal humor empeoró cuando recordó que ayer cuando por fin la tenía bajo su cuerpo retorciéndose de placer, luego de tener sexo y él quedarse dormido, ella lo había dejado solo en la cama sin ninguna nota de despedida, saliendo como una vil ladrona.
Por lo general era él que siempre abandonaba la cama de sus conquistas, pero esta vez había sido la excepción dejándolo más intrigado aun por Emily.
El ascensor de su edificio se abrió y su secretaria se acercó a él, que la migraña amenazó con aparecer.
—Su hermano lo espera en el despacho —le avisó en tono solemne.
Aiden suspiró pesadamente y abrió las mamparas de vidrio de su oficina.
Ahí estaba Alex, su hermano menor perdiendo el tiempo como siempre, con veintidós años era aún un poco inmaduro para entender los negocios, nada comparado a él que tan solo tenía veinticinco años y ya era un As en las negociaciones, pero el Señor Adrián Preston, sin importar quien de sus hijos aportara más, quería que ambos dirigieran la compañía, por eso su hermano mayor tenía que tenerlo ahí, aunque sea para que llevara los documentos de un lugar a otro o sacara fotocopias a los distintos contratos.
—¿Qué quieres? —espetó Aiden furibundo, porque su hermano a veces solo servía para incordiar. Era un grano en el culo, que no se tomaba nada en serio, pero aun así era su único hermano y lo amaba, tanto que incluso estaba dispuesto a dar la vida por él.
—¿Que más quiero? —contesto Alex incrédulo—. Quiero lo obvio Kamikaze, quiero que me cuentes porque despareciste todo el día de ayer. Padre esta furioso por tu falta de irresponsabilidad —respondió el cotilla de su hermano.
En su defensa era la primera vez que faltaba a una reunión tan importante.
La compañía Preston S.A. estaba en período de expansión, por lo que sus nuevos socios debían el respeto necesario para poder llegar a buenas negociaciones, pero había estado con Emily y vaya que no se arrepentía de nada.
Perder un contrato millonario por esa mujer, valía totalmente la pena.
—Lo arreglaré —supuso Aiden y le dio una mirada asesina para que Alex se fuera, pero este no se dio por aludido, sino que seguía insistiendo en que le contara lo que había sucedió el día anterior, pero Aiden como un buen caballero sello sus labios y se dedicó a trabajar, hasta que su hermano se aburrió y se fue de su oficina.
Toda la mañana se le fue entre videoconferencias, reuniones con socios y firmando los contratos actuales, que para la hora de almuerzo se fue en busca del jefe de recursos humanos, su mejor amigo que trabajaba en el piso quinto de la compañía.
Dylan Reeves estaba coqueteando con una empleada con el fin de llevársela a la cama, pero cuando la chica vio al Ceo de la compañía Preston S.A, sus mejillas se sonrojaron por la vergüenza y arrancó por los pasillos como si hubiera visto un fantasma, mientras que Dylan bufaba por lo inoportuno de su mejor amigo.
—Que no puedas dejar el pito quieto —le espetó Aiden, ante lo que Dylan se carcajeó—. Concéntrate que no te pago por coquetear con las empleadas.
—¿No se te paro Kamikaze o la chica de ayer no te dejo satisfecho?
Abrió los ojos en un gesto totalmente sorprendido. ¿Cómo podía saber eso? Luego cayó en cuenta que más de alguien lo había visto pasear con Emily por la ciudad, por lo que no le sorprendió el nivel de cotilleo que tenía su empresa, por eso decidió ser directo.
—Necesito el curriculum de Emily Harper.
—¡¿Así se llama la afortunada?! —gritó su hermano metiéndose en la conversación, mientras aparecía por uno de los pasillos.
—Entonces sí es cierto lo que se anda diciendo en los rincones —acotó Dylan—. Que te fuiste con una diosa del olimpo hace unos días y que la sigues viendo.
Definitivamente Emily era una mujer sacada de sus propios sueños y fantasías eróticas. La quería conocer, tanto que estaba tentando su suerte, pero la chica seguía siendo un misterio, porque no conocía casi nada de ella, más que lo esencial de su edad, educación y algunos intereses que tenía, como el hecho de que amaba cocinar.
—¿Puedes o no darme su curriculum? —cuestionó Aiden con la vena hinchada de su cabeza, pero Alex volvió hablar.
—Puedes creer que ayer dejo vagando a los chinos en su reunión. ¡El gran Aiden fue un irresponsable!
—¡Que son taiwaneses, idiota! —exclamó Aiden a punto de estamparle un puñetazo en la boca, para que dejara de hablar. Su hermano parecía un loro de hablador.
Dylan estaba igual de sorprendido ya que nunca había visto que una mujer le afectara tanto a su amigo, por eso fue a los archivos impresos y buscó, cuando lo encontró, le tendió el curriculum.
La idea del joven empresario era conocer su dirección, ya que Emily siempre se negaba que la fuera a dejar a casa cuando salían a restaurantes, por eso necesitaba saber a donde vivía y así poder ir a verla con mayor libertad.
Cuando terminó la jornada laboral, cerró su oficina y bajó al subterráneo para tomar su bugatti negro de último modelo, pero no contaba con que su mejor amigo y hermano lo seguirían al igual que perritos falderos para ser testigos de su conquista.
—Una palabra y los echo de mi empresa sin ningún dólar —amenazó al par de chismosos, porque en el fondo Aiden sabía que iban con el único fin de poder molestarlo igual que cuando eran críos.
Y los tres se montaron para irse a casa de Emily.
Ella vivía en la periferia de Sídney, lejos de la lujosa y caótica ciudad. Lejos del mar. Era un barrio de clase media que su padre con esfuerzo y sacrificio había podido obtener una vivienda, pero ahora Emily estaba devastada con la noticia.
Iba a perder la casa y el restaurante. Aunque siendo sincera lo segundo no le importaba mucho, ya que ese lugar era su eterna condena.
Aiden después de cuarenta y cinco minutos, llegó por fin a la casa de Emily, una propiedad de un piso con un jardín sencillo, pero cuando se estacionó se encontró con una mujer rubia. Quiso averiguar quién era, por lo que se bajó del bugatti y se acercó a la bonita chica de vestido azul corto que mantenía un celular en la mano.
—Buenas tardes señorita —saludó tan diplomático como siempre era en la empresa—. ¿Esta es la casa de Emily Harper? —preguntó con la esperanza de que dijeran que sí.
Ella abrió los labios y luego se cruzó de brazos. Era delgada y de grandes ojos azules que te miraban con curiosidad.
—Si, esta es su casa, pero ¿quién eres tú y que es lo que quieres con mi amiga? —preguntó la mujer con un claro signo de escepticismos.
Ella era Adele Müller, la alemana que se había radicado en Australia y la mejor amiga de Emily desde que cursaron en la misma universidad, por lo que conocía a su amiga hace mucho tiempo para saber que no tenía grandes amigos, ya que no era una persona muy sociable, por toda la violencia intrafamiliar que vivía, ella había intentado un montón de veces que denunciara a su madre, pero Emily siempre alegaba de que era su familia y que no podía hacer algo como eso.
—Soy Aiden Preston —contestó el chico—. Un amigo de Emily ¿y tú eres?
Ella dio un pequeño gritito de emoción, porque justo hoy en la mañana la chica había llamado a su amiga para contarle de su aventura del día anterior. Lo bien que Aiden Preston la había hecho sentir.
—¡Tú eres su locura más grande! —exclamó emocionada Adele y Aiden parpadeó varias veces, no entendiendo nada de lo que la atolondrada chica quería decirle.
—¿Qué?
—Nada, nada. Yo soy Adele, amiga de Emily. Un gusto conocerte. —Adele se rio entre dientes y guardó el celular que tenía en la mano en su morral de cuero y añadió—. Mira… Emily no está ahora en su casa, ya que hoy está trabajando en el restaurante de la familia Harper, si quieres te puedo llevar aquel lugar, pero te advierto que no es muy decente.
Aiden sintió una punzada en las costillas, pero lo que más quería era encontrar a Em, por lo que accedió fácilmente al ofrecimiento de la alemana, pidiéndole amablemente que se subiera a su auto y le guiara hasta la dirección que necesitaba.
Mientras tanto a Emily le dolía todo el cuerpo, esta mañana apenas pudo abrir sus ojos. La mandíbula la tenía morada, y las piernas y brazos los tenían con grandes parches que a cada nada se le manchaban de carmín, ya que la paliza que le había dado su madre, le había roto la piel, dejando más y más cicatrices que comenzaba a odiar con toda su alma.
Odiaba su existencia.
Odiaba su cuerpo.
Odiaba su vida.
—¿Puedes sonreír? —le dijo su madre cuando la vio detrás de la barra del bar con ese diminuto top y minifalda, que la obligaba a usar para atraer más clientes—. ¡Que con ese rostro puedes espantar hasta el ser más feo de la tierra! ¡Y necesitamos el dinero!
Emily solo hizo una mueca, y se dedicó a hacer su trabajo en completo silencio. Se sentía impotente de no poder rebelarse, después de todo siempre fue una niña débil, tal como se lo recordaba su hermana Daphne.
Limpió los vasos de cerveza y se sobresaltó cuando un hombre que se sentó en uno de los taburetes que daban a la barra le dio un agarrón en uno de sus pechos. Las ganas de escupirlo fueron grandes, pero se retuvo ya que su madre y su hermana estaban mirando todo desde la pequeña oficina que tenía el bar.
—Dulzura —la llamo luciendo aquella sonrisa de dientes amarillos y mal aliento—. Póngame a mi cuenta dos cervezas bien heladas.
Emily le hizo caso, pero cuando se giró hacia las botellas de alcohol y el hombre la volvió a tocar, pero esta vez le dio un agarrón en el trasero, las alarmas de querer huir se intensificaron, que en un acto reflejo se dio vuelta y le rompió el vaso de cerveza en la cabeza a aquel acosador que le repugnaba.
—¡No me vuelvas a tocar, m*****a escoria! —gritó llena de pánico, pero entonces su madre corrió a pasos apresurados, pero en vez de abrazarla o defenderle, le volteó el rostro de una bofetada que el labio le volvió a sangrar.
—Pídele perdón a nuestro cliente mas confiable —Livia la obligó agarrándola del cabello largo azabache y tirándoselo casi con ganas de arrancárselo, en tanto Emily negó con los ojos oscuros abnegados de agua.
—Mamá, este tipo me tocó sin mi consentimiento, me vulneró —sollozó con una opresión en su pecho—. ¿Cómo no te das cuenta de mi sufrimiento? ¡Por favor, ten piedad de mí, que ya no puedo más!
CAPÍTULO TRESEmily solo rogaba por una luz que brillará en medio de la oscuridad, pero Livia detestaba a su hija menor, que en vez de ayudarla la lanzó a los brazos de ese ser detestable. El tipo asqueroso atrapó a Emily en sus robustos brazos y ella tragó saliva con dificultad.—Puedes usarla —Le dio permiso Livia poniendo sus manos en la cintura—. Tómalo como compensación por el agravio que te causo mi hija.El tipo que se creía macho, sonrío con descaro y la comenzó a tocar delante de todos los borrachos que veían esto como un espectáculo del peor de los burdeles.—¡Suéltame! —gritó Emily con todas sus fuerzas, mientras se removía en los brazos de aquel animal. Ella lo escupió cuando el tipo repugnante le rasgó el top dejándola tan solo con el sostén de encaje, el tipo se limpió con el antebrazo la cara, y luego levanto la mano para pegarle.Emily cerro los ojos con fuerza y espero, pero el golpe nunca llegó.Abrió los ojos y una sensación de alivio le recorrió el cuerpo cuando
CAPÍTULO CUATROAiden se acomodó en la silla frente del escritorio de color marrón, mientras Livia tomaba asiento en el sillón de cuero negro. Tan solo la mesa llena de polvo sucio los separaba. No eran las únicos que estaban en aquella habitación, ya que la hermana mayor de Emily, Daphne Harper también estaba con ellos.—¿Quieres algo de tomar? —le preguntó Livia utilizando aquel tono seductor que empleaba en el club de golf—. Tengo whisky, vino tinto o quizás quieres algo más fuerte como tequila. También puedo ofrecerte otros servicios más íntimos.Livia se miró con su hija mayor dándose una mirada de complicidad, pero Aiden ni las reparó. Sin conocerlas, ya le desagradaba la actitud de arrimadas que ellas mostraban con tanto descaro.—No —respondió tajante, mientras se arreglaba el reloj—. Vamos directo al grano que odio perder tiempo con gente que me importa menos que las sanguijuelas.Livia se sintió ofendida, que se levantó del escritorio y golpeó la mesa botando algunos papeles
CAPÍTULO CINCO—Buenas tardes a todos —saludó el policía que tenía un traje azul y una placa plateada en el lado izquierdo de su pecho—. Hay una denuncia que debe ser investigada.Emily tragó saliva cuando el segundo policía la observaba de pies a cabeza, detallando las heridas que eran imposibles de ocultar.—¿Es usted Emily Harper? —siguió hablando.La joven asintió y entonces el policía suspiró al ver el mutismo de la chica.Había tenido casos parecidos, y denunciar la violencia intrafamiliar era lo más difícil del mundo, porque jugaban en contra un montón de factores, el cariño, la conciencia, la culpa. Las víctimas tendían a justificar a sus victimarios, por eso decidió pedirle a la joven que hablaran a solas, para que ella se sintiera más cómoda.Emily contempló a Aiden, y Aiden le tomo la mano dándole un leve apretón para mostrarle ese apoyo que tanto necesitaba.—¿Puede estar él, mientras hago la denuncia? —preguntó Emily con el fin de que el policía accediera, ya que no sabía
CAPÍTULO SEISDaphne, la hermana mayor de Emily, no podía creer lo que realmente estaba ocurriendo a su alrededor, ni como su vida planeada minuciosamente se estaba desmoronando después de trabajar tan duro en sus propósitos.La mayor de las Harper se agarraba la cabeza, mientras seguía sentada en la arruinada casa que su padre le había dejado. Se sentía con ganas de destruir el mundo y a su estúpida y llorona hermana menor que había abierto la bocotá para salvarse de la miseria de vida que llevaba.Ella reconocía que en ocasiones su madre era dura con Emily, pero eso no le daba el derecho de enviarla a la cárcel.Daphne estaba confiada que Emily le estaba arrebatando los planes que siempre tuvo de pequeña, ya que su madre Livia siempre había sido la aliada de todos sus caprichos. La había criado con amor y sobre todo con la ambición de ser la mejor. El dinero era su prioridad.Pero ahora con veinticinco años estaba de brazos cruzados sin nadie a quien recurrir, tampoco podría ir al
CAPÍTULO SIETEEl atardecer se reflejó en el ventanal que se mantenía abierta para hacer circular el aire de la habitación. Aiden se sentó a los pies de la cama de invitados y Emily seguía apoyada en el respaldo de la misma con las rodillas encogidas hacia su pecho, protegiéndose de si misma.Ambos escucharon como Adele cerraba la puerta con un golpe sordo, por lo que ahora estaban solos, y eso los ponía un poco nerviosos, ya que el ambiente seguía tenso.—¿Cómo lo llevas? —preguntó cauteloso Aiden, midiendo las reacciones de Em.Ella sabía que se refería al desastre que era su familia. Estaba avergonzada de que Aiden pagara su libertad.—Dentro de lo que se puede, estoy bien, gracias cariño —contestó la joven suavizando su voz y le dio una sonrisa que no llegó a sus ojos oscuros.Aiden la contempló con los ojos entrecerrados y le movió un mechón de su cabello azabache que le caía por la frente, para despejar su bello rostro. Ella cerró los ojos con fuerza ante el sutil toque que la p
CAPÍTULO OCHOLuego de cenar en la terraza, Emily fue a tomar una ducha que estaba en la habitación de invitados, se lavó los dientes y se echó la crema de jazmín en todo el cuerpo que Aiden le había regalado, pero olvidó que no tenía ropa limpia, ya que luego de salir del restaurante nunca más volvió a su casa.Sin embargo, al día siguiente de la denuncia, Adele se ofreció para ir a buscar algunas de sus pertenencias a la casa de Livia, solo lo necesario para poder subsistir algunas semanas.Pero cuando Adele llegó a la vivienda de la familia Harper, fue echada entre gritos y palabras groseras a la calle por Daphne, quien además en un intento de hacerle daño a su hermana, había quemado todas sus pertenencias dejándola sin nada más que lo puesto, que era el top y falda de mal gusto que la obligaba su madre a usar para atender a los borrachos del bar.Para Emily era otro golpe que tenía que soportar aun cuando le destrozara la indiferencia de su propia sangre, pero se resignó a no cont
CAPÍTULO NUEVEAlex abrió la puerta de la oficina de Aiden y asomó la cabeza fijándose en su hermano mayor, que seguía trabajando detrás de su escritorio. En la laptop tecleaba sumamente concentrado y con el ceño fruncido ansioso de terminar rápido.Esta mañana había dejado a Emily desnuda durmiendo plácidamente en su cama, que por un breve instante dudo en si venir o no trabajar. Al final, con toda la pereza que su cuerpo tenía, había ganado el deber por sobre el placer, ya que tenía que solucionar otro problema que lo aquejaba.—¡Hey Kamikaze! —Lo interrumpió Alex pegando un gritito agudo.Aiden levantó su cabeza y gruñó por lo entrometido de su hermano menor. Solo quería terminar el maldito proyecto para largarse a pagar la deuda que había prometido por la libertad de Emily.—Recuerda la comida familiar que tenemos el sábado —anunció su hermano—. Mamá está ansiosa por tenerla, porque quiere presentarte la hija de una amiga de ella, ya sabes lo obsesionada que esta con que tu tengas
CAPÍTULO DIEZAiden salía de la oficina con el tiempo justo para juntarse con Daphne.Estaba decidido a deshacerse de la familia Harper como sea, por eso llevaba el maletín lleno de dólares y el acuerdo contractual que había redactado su abogado con el fin de que los Harper desaparecieran de la vida de Em.El abogado a cargo era el mismo que representaría a Emily en el juicio contra Livia.El ascensor se abrió y Aiden caminó por el estacionamiento subterráneo hasta su vehículo. Dejó todo en el asiento del copiloto y manejó en su bugatti hasta el barrio antiguo en donde vivía Em.La hermana mayor de los Haper, también se estaba preparando. En su mente solo evocaba las formas que tendría que usar para seducirlo.Al final, era hombre, y los hombres siempre se guiaban por el instinto básico de macho dominante. Ella solo tenía que ser coqueta y juraba que Aiden caería a sus pies.Daphne haría hasta lo imposible para que el joven dejará a la tonta de Emily y se fijara en ella.Por eso Daphn