Capítulo Doscientos VeinticincoEmily y Aiden esperaron en la cafetería. Sentados uno frente al otro. Ya eran las una de la tarde y Emily estaba totalmente frustrada con la situación.—¿Cuánto tiempo más vamos a esperar?Aiden se encogió de hombros.—No lo sé pequeña rosa —dijo y siguió tecleando en su celular.Él tenía mucho trabajo pendiente, y también estaba coordinando un anillo de seguridad privada para Emily y para los niños. Se frotó el cuello tratando de aliviar los nudos que le comenzaban a doler, mientras Emily estaba de brazos cruzados y no dejaba de mover su pierna derecha.El fiscal Smith estaba recopilando en la cárcel información sobre Lucca Preston. Sin embargo, su trabajo se estaba dificultando, ya que aún no podían hacer un conteo formal de reos. Luego de hablar con el director general de la cárcel, había conseguido poder revisar la sala de archivos, en donde la policía de custodia guardaba los libros de visitas de cada reo.Smith buscó nuevamente en las grandes hile
Capítulo Doscientos VeintiséisEmily suspiró con pesadez y decidió llamar a los niños para saber si estaban bien. Marie le contestó de inmediato y le comentó que los niños seguían jugando en la sala de estar. También les preguntó si llegarían al almuerzo, pero Emily dijo que no, ya que el fiscal Cooper aun no llegaba a informarles eso tan importante que estaba averiguando.Luego ella se despidió y cortó la llamada. Volvió a observar a Aiden, que seguía con el rostro pegado en el celular. Tenia el ceño fruncido y estaba levemente cabreado.—Estas enojado —comentó Em.Aiden levantó su rostro y se reflejo en aquellos ojos negros de su esposa que brillaban con una luz especial.—¿Eh?—Algo te está molestando.Aiden torció los labios y dejó el celular sobre la mesa de la cafetería.—Si —contestó—. Es que estoy coordinando un anillo de seguridad, pero… —Aiden bufó—. Al parecer la seguridad privada esta saturada.—No creo que sea necesario contratar guardaespaldas —dijo Em con resignación.E
Capítulo Doscientos VeintisieteEl fiscal Cooper le escucho con mucha atención y Emily se compadeció de su marido, que en un impulso estiró su brazo y puso su palma sobre la mano de Aiden.Aiden levantó su cabeza y sonrió, pero esa sonrisa no llego a sus ojos. Él quedo un poco ausente después de pensar las cosas con mayor claridad, por eso ante el silencio y ante las preguntas tan personales del Fiscal, Emily decidió despejar todas sus dudas.—Pero —cuestionó Emily sin soltar la mano de Aiden y mirando al Fiscal—. ¿Por qué pregunta si Lucca tiene más hermanos? ¿han encontrado algo relevante, además de saber que Charles y Lucca podrían haber estado trabajando juntos en el plan de matar a mi hermana?El fiscal Cooper tocó la pantalla de su celular y buscó la galería de fotos. Luego le paso el celular a Em. Em soltó la mano de Aiden y tomó el celular, para ver las fotos sacadas a los libros de visitas.—¡No puedo ser! —exclamó Em tapándose la boca con la mano libre.—Si —confirmó el Fisc
Capítulo Doscientos VeintiochoLa playa y el faro siempre terminaban siendo el refugio de ambos jóvenes, después de hablar con el fiscal Cooper y armar el rompecabezas del caso, no les quedaba de otra que tratar de buscar consuelo en algo que era prácticamente inconsolable, ya que el tiempo no podía ser devuelto.Emily se acercó al barandal del malecón y cerró sus dedos en la baranda firme de fierro medio oxidado. La fría brisa del mar golpeó su rostro y los pulmones se le llenaron de sal. Algunas gaviotas graznaron y aunque intentó conformarse, esa paz jamás llegó a su corazón.Aiden seguía a su lado igual de desconcertado al saber que Charles y Lucca al parecer eran hermanos por lo que su mente no se dejaba de preguntar: ¿Qué otro secreto esconde la familia?Aunque estaba un poco más sereno que su esposa. Además, agradecía al cielo que ese tal Charles no tuviera ni la más mínima oportunidad de acercarse a Em. Ese doctorcito se había puesto en evidencia demasiado rápido, que ni tiemp
Capítulo Doscientos VeintinueveEmily y Aiden llegaron a la casa pasada las tres de la tarde.Emily se bajó del vehículo y luego se masajeo la parte de sus hombros y su nuca. El dolor del estrés se estaba extendiendo por cada fibra de su cuerpo. Por el rabillo del ojo captó algo que llamo su atención. Bajó su brazo y se giró hasta la entrada del garaje de la casa.Ella tragó saliva con fuerza.Aiden serio de lado casi satisfecho por la reacción de su esposa, y se acercó a ella tomándole de la cintura.—¿Te gusto mi regalo, pequeña rosa? —preguntó Aiden en el oído de Emily.Emily dio un pequeño salto al sentir ese escalofrió recorrer todo su cuerpo y frunció el ceño, aun perdida por las atenciones de su marido. No es que no le gustara la sorpresa, simplemente no le parecía el momento adecuado.—¿Por qué? —susurró Em.Aiden se encogió de hombros.—Recuerdo que amabas los autos y la velocidad —dijo él sin soltarle la cintura—. Solo lo cambie por un modelo actual. Algo nuevo, algo más tu.
Capítulo Doscientos Treinta—¿Y? —cuestionó Alex cuando abrazó a su cuñada—. ¿Te gusto tu nueva joyita?Alex había sido el responsable de buscar el auto a la automotora y de traerlo a la casa de Emily.—¡Es un verdadero encanto! —exclamó Adele con emoción—. Alex me fue a buscar al aeropuerto en ella. No sabes cuantas personas se dieron vuelta a mirar. Creo que no muchos se pueden dar el lujo de tener un auto como ese. Serás la envidia de todo el mundo.Emily hizo una mueca nada disimulada, ya que odiaba que la envidia fuera parte de su vida y Aiden la tomó de la cintura y la atrajo a su pecho para darle un beso en la sien.—Te lo digo de forma sana —rectificó Adele cuando vio la triste mirada de Em.Emily tan solo esbozó una sonrisa de boca cerrada, una sonrisa que no llegó a sus ojos.Elian dejo el auto en la pista de carrera de juguetes y puso sus manos en el suelo para impulsarse hacia arriba. Luego de pie corrió a las piernas de Emily. —¿Qué auto mami? —preguntó Elian con el ceñ
Capítulo Doscientos Treinta y UnoEmily, Alex, Adele y los niños Elian, Nate y Ada se subieron al nuevo auto rojo que Aiden había mandado a traer desde la automotora.Emily se puso el cinturón de seguridad haciendo un click y acarició con la punta de sus dedos el manubrio completamente nuevo y engomado. Una tonta sonrisa se extendió por sus labios, al darse cuenta que extrañaba esto. Ella extrañaba las sorpresas y los detalles de su marido. Extrañaba sentirse bien, a pesar de que estaba rodeada de una tormenta difícil de erradicar.—Mami arranca —le pidió Elian que estaba sentado a su lado, junto a su cinturón de seguridad. Su hijo le miraba con adoración.Ella estiro su brazo y acaricio la barbilla de Elian. Sentía que era una irresponsabilidad que el pequeño de tres años estuviera sentado a su lado sin su silla de seguridad, pero ella manejaría solo hasta el final del camino, en donde la plaza de juegos estaba y daba el inicio de la playa privada. No saldría del condominio, y a esas
Capítulo Doscientos Treinta y DosAiden se pasó los dedos por el cabello, mientras sus ojos no se apartaban de sus padres, que estaban sentados en el sillón largo y grande de la sala de estar. Él seguía de pie, ya que estar erguido le daba una sensación de tener el control de todo, aunque por dentro temiera preguntar.—¿Dirás que fue lo que sucedió en la investigación? —cuestionó Marie con una ceja alzada—. ¿O seguirás en silencio meditando?Marie se inclinó hacia delante y tomó la taza de porcelana, que estaba sobre la mesa baja de centro. Bebió su café negro de grano.Adrián seguía sentado e inexpresivo mirando a su hijo mayor.Había pasado casi diez minutos en donde Aiden no decía ninguna palabra, parecía que sus cuerdas vocales estaban atadas en un doloroso nudo.—Los niños llegaran pronto —aviso Marie tratando de presionar a su hijo mayor—. Es ahora donde debes hablar —insistió.Aiden suspiró con pesadez y torció los labios. derrotado se sentó en uno de los sillones individuales.