CAPÍTULO CIENTO NUEVE—Son mis hijos y los quiero criar también, por eso necesito que vuelvas a Sídney conmigo —sentenció Aiden tan seguro que a Emily le dieron ganas de vomitar.Ella se levantó de aquel banquillo de madera y le dio la espalda a Aiden. Jugó con uno de sus anillos y se mordió el labio inferior con mucha fuerza. Luego observó de reojos a sus pequeños que no dejaban de sonreír mirando un mundo que ellos no conocían… un mundo lejos de la maldad.«¿Y si Aiden peleaba su custodia?»«¿Si él se los llevaba lejos de ella?»«¿Si se los quitaba para siempre?»Los ojos de Emily se llenaron de lágrimas al darse cuenta de que; aunque los mellizos estaban bien cuidados, eran amados y hasta el momento no les faltaba nada, igualmente Aiden podía contratar un abogado y valérsela de la estabilidad económica que ella no tenía. Sin trabajo y sin casa, podían ser argumentos válidos ante un juez de familia.—Em —llamó Aiden un tanto preocupado y Emily se giró a darle cara. Su rostro amable,
CAPÍTULO CIENTO DIEZ—Ada no pasa nada —dijo Aiden y se acercó a ella. Elian la soltó de la manito y la pequeña niña comenzó hacer pucheros y a refregarse los ojos cuando las primeras lágrimas se deslizaron por sus mejillas gorditas.Aiden se agachó hasta su altura y la atrajo a su pecho. Luego le sobo su espaldita.—Es normal que con mamá a veces expresemos nuestras diferencias —intentó explicarle, pero Ada solo lloró con mayor fuerza. Él la cargo en sus brazos y besó su frente—. Ya mi pequeña —la consoló—. Con mamá no vamos a volver a pelear ni a gritarnos. ¿De acuerdo?Ella asintió y luego se abrazó al cuello de Aiden.Emily se tranquilizó como pudo, pensando que era justo el ejemplo que no quería darle a sus mellizos. Respiró profundo y cuando estuvo serena, se acercó al lado de Aiden y se puso detrás de su espalda ancha y musculosa. —No va a volver a ocurrir —prometió ella tomando la mano de Ada.—¿Lo plometes?—Lo prometo mi pequeña —Y Emily besó el dorso de su hija.En tanto
CAPÍTULO CIENTO ONCE—Sin trabajo, sin casa y con pocos ahorros… —cuestionó Aiden a su ex mujer—. ¿Qué harás Emily? ¿Qué le darás a los mellizos? ¿migajas y harapos? ¿Ese es el futuro que quieres para ellos?Emily apretó sus puños a cada costado de su cuerpo y se mordió el labio con mucha fuerza que pudo saborear en la punta de su lengua su propia sangre. Lo miró dolida y decepcionada, era como si su ex marido le pegara una patada en el centro de su estómago sin ningún tipo de remordimiento.Aiden notó cruzar aquel malestar, que se arrepintió de inmediato.—Em lo siento, es que yo… —dijo Aiden e intentó acercarse a ella, pero Emily no se pudo contener más, que levantó su palma y lo abofeteó en el rostro silenciándolo de inmediato.La mejilla del joven quedo roja y pulsátil, pero él solo pudo morderse la punta de su lengua.—Sigues igual que siempre —espetó Em con un nudo en la garganta y lo empujó del pecho, pero Aiden no se movió ni un centímetro—. Pensé que habías cambiado, pero nue
CAPÍTULO CIENTO DOCEEmily dudó, pero después de unos pares de minutos de pensarlo, tomó el documento para leerlo.Desdobló aquel papel y vio lo que era: un examen de ADN de paternidad en donde Aiden y Nate comparaban los patrones genéticos para determinar la relación filial legitima de si de verdad fue Aiden quien procreó, pero esta tan solo tenía un porcentaje muy bajo, lo que significaba que eran parientes, más no el padre biológico de Nate.—Contigo…—dijo Aiden y carraspeó. Emily alzó su rostro y lo contempló a los ojos verdes vidriosos—. Estuvimos intentándolo más de un año y medio. Nunca funcionó naturalmente y si no fuera por ti Emily, por todo lo que hiciste y por todo lo que luchaste por nosotros, yo nunca hubiera sido padre.La joven tragó saliva y se mordió el labio con fuerza. Volvió a bajar su vista hacia el documento y un sentimiento de angustia recorrió cada fibra de su ser. De nuevo estaba entre hacer lo que quería o optar por lo que debía.Sus sentimientos eran una lu
CAPÍTULO CIENTO TRECE—Ten —ordenó Aiden y estiró su brazo sosteniendo el documento entre sus dedos—. Quiero que lo veas por ti misma.Aquel documento demostraba que en la sangre de Aiden había una gran cantidad de Ketamina, una droga de sumisión que tenía un efecto depresor y alucinógeno en sus acciones. Para Emily las fechas coincidían, pero aun así no sentía que era una justificación. Lo que ella había visto era más que suficiente.—Quizás si tuve sexo con ella, pero no fue por mi voluntad —se excusó Aiden realmente angustiado, ya que movía las manos y trataba de hacerle entender a su ex mujer que a pesar de ser un imbécil, él también había sido un peón en el juego de Lucca y Daphne —. Esa noche cuando vi las fotos tuyas con Lucca besándose y cuando mi madre y mi hermano confirmaron que eran verdaderas… enloquecí Em y me fui a mi departamento creyendo lo peor de ti… Y sé que ese fue mi error, porque debí buscarte y preguntarte a ti, pero no lo hice y luego todo empeoro.—Porque tuv
CAPÍTULO CIENTO CATORCEAiden se quedó en medio de la puerta cuando saco el teléfono y se lo puso en la oreja. Emily se cruzó de brazos, sin embargo, eso duro nada, porque la lluvia llegó más luego de lo que esperaban.Un aguacero cayó empapando a Em, que tuvo que empujar del pecho a Aiden para entrar a la casona. Ella cerró la puerta y se fue hasta la sala de estar, en donde la chimenea había sido prendida por Adele, que ya estaba en su habitación.El fuego destelló en los ojos negros de Emily, que por un segundo se perdió en el fulgor que también calentaba su piel. Luego observó a los mellizos que se habían quedado dormidos en la alfombra de color rojo junto a sus juguetes.Ada abrazaba un oso de peluche y Elian estaba de estómago sosteniendo sus legos. Ambos dormían plácidamente.—¿Que sucedió Alex? ¿Por qué me llamas a estas horas? —preguntó Aiden con voz ronca, cuando contestó la llamada de Alex, mientras seguía a Emily hasta la sala de estar.También su vista se perdió en los me
CAPÍTULO CIENTO QUINCEEmily sacó una maleta roja del armario y la puso en la cama. No dejaba de morderse el labio con fuerza, ya que ella no quería llorar, pero la impotencia y rabia que sentía, la superaba en todos los sentidos.—No quería escuchar, pero estuve cuidando a los niños hasta que se durmieron y… —Adele se excusó sin saber cómo continuar. Entró por la puerta y luego la cerró a sus espaldas. Vio a su amiga como doblaba algunas prendas de ella y la guardaba en la maleta.—No pasa nada —Emily le resto la importancia que tenía para ella misma—. Iré por unos días y volveré.—¿Estás segura? —preguntó Adele y se sentó en la cama de Emily apoyando sus palmas en sus rodillas desnudas, ya que solo llevaba un short y una playera ancha—. Es tu hermana, pero también ha sido la peor enemiga que has podido tener.—No lo hago por ella —contestó Em—. Lo hago por su hijo.—¿Y sabes de quien es ese crio?Emily sacudió la cabeza y se sentó al lado de su amiga. Un débil suspiro salió de sus l
CAPÍTULO CIENTO DIECISÉISAdele caminó por los pasillos de la casona hasta la sala de estar, buscando a Aiden, pero no lo encontró por ningún lugar. Arrugó sus cejas y vio que los mellizos ya no estaban sobre la alfombra, por lo que se dirigió a la habitación de los mellizos.La alemana detuvo sus pasos cuando llegó al umbral de la puerta y vio que Ada ya estaba con su pijama y acomodada en su cama durmiendo con su oso de peluche y Elián también estaba en su cama durmiendo con la boca abierta, en tanto Aiden estaba sentado en la cama de este último, a quien miraba con adoración.Una vez que Emily se fue a su habitación a empacar su ropa, supo que Adele iría hablar con ella, por lo que Aiden no desaprovecho el tiempo de ser papá y había decidido llevar a los mellizos a la habitación.Los cargo uno a uno, les cambio de ropa poniéndole sus pijamas y los dejó en sus camas con sumo cuidado tratando de que no se despertaran, si no armarían un escándalo. Luego se sentó en la cama de Elian y