CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y TRESAiden llegó a la recepción y la mujer rubia alzó su rostro para atenderlo.Él volvió a saludar presentándose; dio su nombre y su apellido y procedió a explicarle el motivo de su visita. La mujer rubia tecleó en su computador, que mientras la recepcionista buscaba la información solicitada, Aiden se dio vuelta para mirar hacia el lugar en donde había dejado a Emily.Él tragó saliva con fuerza al ver a su esposa ser abrazada por su hermano, ya que Alex le acariciaba la espalda con tanta ternura y besaba su frente, mientras Emily estaba aferrada y escondida en el pecho de él.Aiden no sabía bien porque, pero los celos le hicieron hervir la sangre. Se sintió patético dudar de las dos personas más importante de su vida, pero era algo que no podía erradicar, ya que Alex siempre había sido un pilar fundamental en la vida de su esposa. Él tenía conocimiento de la estrecha relación que habían creado entre ellos.—Señor Preston —habló la mujer para llamar la aten
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y CUATROEl hospital no estaba tan concurrido. En la sala de espera había una que otra persona esperando a algún doctor para que le dieran información sobre el familiar que estaba enfermo, que el grupo de jóvenes estaban en la misma situación.Alex se sentó primero en las sillas acolchadas que estaban en hileras, Emily lo siguió sentándose a su lado y en el asiento contiguo a Emily se sentó Aiden con las piernas abiertas y los brazos cruzados. Las rodillas de Emily y Aiden se rozaron, pero la joven no dijo nada, ya que nuevamente su marido estaba haciendo un berrinche de niño pequeño. Al principio todo fue tenso, que Emily aprovecho de hacer una llamada a Marie para saber de sus hijos; ella le contesto que ambos dormían plácidamente y cuando cortó se dirigió a Alex, ya que este le había hecho algunas preguntas sobre sus sobrinos, ya que deseaba de todo corazón conocerlos lo más pronto posible, que se prometió a sí mismo, que cuando amaneciera y saliera del
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y CINCOLa siguiente hora se hizo eterna que tan solo Alex hablaba y Em escuchaba y le contestaba de vez en cuando, hasta que, por las puertas de vidrio templado de la sala de tratamientos de cuidados intensivos, salió un hombre mayor y canoso de ojos azules. Era el Dr. Bulley, que usaba una bata blanca con un estetoscopio en el cuello. El miro para todos lados hasta que se enfocó en el grupo de tres.—¡Familiar de Daphne Harper! —vociferó el Dr. Bulley.Emily tan solo escuchar el nombre de su hermana, algo le subió por la tráquea poniéndose tensa a más no poder. Una nueva punzada se irradio por su vientre, pero con toda la valentía que le faltaba se puso de pie, seguida por Aiden y después por Alex. Los tres caminaron hacia donde estaba el Dr. Bulley—Buenas noches Doctor —Emily saludó con la voz trémula por los nervios cuando llegó al lado del médico—. Nosotros somos la familia de Daphne.El médico cirujano movió su cabeza con un leve asentamiento. Les dio
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y SEISEscuchar el verdadero estado crítico que tenía su hermana por la boca del doctor, para Emily fue devastador que por un segundo sintió que sus piernas no soportarían su peso. Su cerebro iba a mil, pero nada le hacía tranquilizarse, a pesar de que por fuera ella aparentaba estar serena.Aiden por otro lado afianzo sus brazos alrededor de Emily sosteniéndola, y se lamentó internamente por ser tan indolente e indiferente con la situación que Em estaba viviendo, pero él en definitiva no quería tener cerca a Daphne, por lo que rogaba que se mejorara pronto y luego se largara muy lejos con su hijo, para no verla más.El Dr. Bulley les seguía mirando, esperando alguna respuesta de los jóvenes, pero todos habían quedado en un mutismo de lo peor.Alex, Aiden y Emily, cada uno pensaba en mil cosas distintas, pero todo coincidían en una sola tragedia: Si Daphne moría, ¿quién se haría cargo de Nate? ¿Qué pasaría con él?Emily tragó saliva para refrescar su garanta s
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y SIETE Emily junto con el médico caminaron por los largos y angostos pasillos blancos hasta llegar a la estación de enfermería. El Dr. Bulley le pidió a una de las enfermeras, que estaba de turno, que le entregara los insumos correspondientes para poder ingresar a la sala en donde estaba su hermana. —Ella es la enfermera Rinaldi y será quien le guiará hasta la sala en donde tenemos a la paciente. Recuerde que solo puede estar máximo diez minutos —avisó el Dr. Bulley—. Luego diríjase a mi consulta para firmar la autorización. Emily afirmó con un leve movimiento de cabeza. —Gracias Doctor —dijo la joven tratando de no entrar en pánico. —Por favor sígame Sra. Harper —anunció la enfermera. A Emily la situación la abrumaba, el silencio la ponía aún más nerviosa y el olor a anestesia que se filtraba por su nariz la mareaba. Sentía un nudo en el estómago al pensar que todo estaba en contra. La enfermera Rinaldi la volvió a guiar a otra sala en donde tenía los i
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y OCHO —Hemos llegado —avisó la enfermera deslizando la puerta—. Estaré aquí esperándote. Para lo que necesites, estoy aquí. —Muchas gracias enfermera Rinaldi —susurró la joven que no dejaba de tener un nudo en el estómago, ya que enfrentarse a Daphne nunca había sido fácil, ni mucho menos ahora cuando vería a una Daphne completamente distinta, ya no estaría aquella mujer altiva y soberbia que alguna vez fue, si no que estaba segura que vería la parte más vulnerable de su hermana. Además, recordar la forma tan mala en que la humillaba, le dolía, pero sentía que tenía que soltar aquel rencor que estaba alojado en el fondo de su corazón. Por eso, Emily dio un paso firme dentro de la sala en la cual estaba su hermana, pero se sobresaltó cuando escuchó la puerta ser cerrada, miró sobre su hombro hacia atrás y le faltó un poco el aire al sentirse acorralada entre sus pensamientos y el silencio, ya que la enfermera Rinaldi la había dejado encerrada. Sabía que el
CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y NUEVE La enfermera Rinaldi le comentó los nuevos signos que había presentado la paciente Daphne Harper, pero el Dr. Bulley insistió en que solo era producto de la inflamación que tenía en su cerebro. Él le explicó a Emily científicamente lo que sucedió en sus conexiones nerviosas y como actuó el cuerpo de su hermana frente a esos estímulos. Emily estuvo de acuerdo con la explicación, ya que a sus oídos todo coincidía, pero dentro de sí, muy en lo profundo de su alma, también creía que Daphne le había escuchado, por eso su cuerpo reaccionó de esa forma. Aunque ella no sabía si era bueno o malo. Pensó que quizás Daphne la seguía odiando y lo único que quería era que Emily se fuera de ahí, saliera de esa sala y la dejara morir en su soledad, sin su presencia, sin escuchar su horrible voz, sin sentirla, por eso pensó que la mayor de las Harper reaccionó así, como si fuera una especie de alerta o quizás de verdad Daphne se arrepentía de todo lo que le había hec
CAPÍTULO CIENTO CINCUENTA Cuando Emily llegó al lado del vehículo de último modelo de Aiden, ella se apoyó en la elegante carrocería gris y marcó el número de su amiga con dedos temblorosos. Adele que estaba trabajando en la isla, porque allá era de día, deslizó su celular de la chaqueta de seguridad y contestó de inmediato al leer en la pantalla de su celular, el nombre de su mejor amiga. —¡Muchachos sigan así! ¡Vuelvo en un par de minutos! —Ella gritó hacia los trabajadores que tenía a cargo y luego puso su teléfono en la oreja—. ¿Amiga? —preguntó mientras se alejaba del ruido que hacían las maquinarias que trasladaban la mercancía—. ¿Está todo bien? Adele entró al baño de damas, esperando que Emily hablara, pero supo de inmediato que el largo silencio que hizo su amiga, era signo de que nada estaba bien. —Adele —dijo Emily y se tapó la boca para tratar de aguatar aquel sollozo que le ardía en lo más profundo de su garganta. Adele escuchó su llanto y maldijo en voz alta. —¡Jod