—Si quedas embarazada, yo debo ser la madrina —acotó Emely.
Diana soltó una pequeña carcajada y de un sacudón de cabeza aceptó la demanda.
Aunque se habían dicho hace mucho tiempo que no se ilusionarían con la idea de que Diana quedara embarazada, esa tarde, entre panes rellenos de caramelo y refrescos, pensaron en nombres de niños y en cómo se debería decorar el cuarto del bebé. También se imaginaron al niño (o niña) correr y jugar.
Se preguntaron si el bebé debía llamar a Emely tía.
—Estoy segura que lo haría —comentó Diana—. Los niños siempre llaman a las mejores amigas de sus madres, tía. Aparte de ser su madrina, serás su tía. —Diana sonrió con toda su cara, colmada de felicidad.
Y así, terminaron en la conversación de si
Iván se acercó a la mesa donde las chicas compartían. A Emely le sorprendió que entre más pasaba el tiempo, se le hacía más grande su prominente barriga cervecera.—Entonces, chicas —saludó con una amplia sonrisa y se sentó en una silla, quedando las chicas a cada lado de él.—¿Cómo estás? —preguntó Emely, un tanto aburrida porque, con él presente, el tema de Ian debía acabar.—Pues aquí, llevando el burro por el rabo —expresó algo sombrío—. Lleno de deudas y esas dos brujas que no me dejan quieto.El cabello de Iván comenzaba a caerse un poco, mostrando parte de su cuero cabelludo. Quien lo viera, creería que tenía unos cuarenta años, como mínimo.Se notaba desde lejos que la vida no lo trataba bien, además, él no hacía
Ese sábado en la tarde, cuando Emely estaba en su casa, arrunchada en la cama, teniendo como única compañía la de Niango, escuchó que su celular comenzó a timbrar.Se sorprendió al ver que era un número no registrado. Por lo general, no solía contestar esas llamadas, pero, recordó que no tenía el número de Ian y se preguntó si podría ser él.—¿Hola? —contestó.Se escuchó un suspiro por medio de la línea y en el rostro de Emely se dibujó una sonrisa: era Ian.—Hola, Emely —dijo el hombre.Ah… cómo le fascinaba su voz. Era como si le inyectaran el mejor de los calmantes.—Hola Ian, ¿cómo estás?—No muy bien, la verdad —su voz sonaba algo apagada.—¿Y eso? —Emely se sentó en la cama algo preo
Los brazos de Emely rodeaban el cuello de Ian. Este tenía su rostro hundido en el vientre de la chica, enrollándola desde la cintura, acurrucándose como un niño pequeño. Los dedos de Emely podían sentir el cabello corto cerca de la nuca de Ian.Hace mucho que no estaban así: Ian subido encima de ella, abrazados. Estaban acostados en la cama, en silencio, escuchando la respiración tranquila del otro.Ian se pasaría la noche con ella, porque si estuviera solo, prácticamente no podría dormir, tendría pesadillas y terminaría pasando la noche en vela.En cambio, con Emely presente, se sentía tranquilo, relajado. De hecho, ya había comenzado a dormitar y por eso la joven no volvió a hacerle preguntas y lo dejó descansar.Fue increíble para los dos el despertarse y darse cuenta que estaban nuevamente con la persona que tanto amaban. Ian s
—Te digo que tiene novia, Emely —insistió Carla.—Que no es así, no sé de dónde sacas esas cosas —bramó Emely, intentando no verse tan molesta.—Que sí, que la chica del restaurante era su novia, lo tomaba del brazo —arguyó—. Es que, para la próxima que lo vea, voy a tomarle una foto y te la mostraré. —Dejó salir un suspiro—. Es que es demasiado bueno para ser verdad. En serio, no quiero que te vuelva a pasar lo mismo, debes darte cuenta.Emely estaba seria, sentada frente a su escritorio, girando pocos centímetros de un lado a otro en la silla de escritorio, pensando en qué tanto debía creerle a Carla y el por qué una noticia como esa le llegaba justo en el momento donde más se sentía contenta con Ian: justo cuando se volvieron pareja nuevamente.Había transcurrido una semana desde qu
Era la letra de Ian, sin duda alguna. Comenzó a leer, muerta de la curiosidad.“Querida, Emy. Acepto que me gusta escribirte cartas, es totalmente diferente a escribir una carta para mí o para otra persona. Siento que tengo confianza a esa persona a la que remito esta carta. Es como hablar con una persona que conoce todo de mí. Sé que la verdadera Emely, la que no sabe que le escribo esta carta, es totalmente diferente y me apenaría que leyera esta carta. ¿Sabes? La razón de esta carta es la misma que me llevó a eliminar toda la colección que tenía de ellas. Y es que he estado todos estos años huyéndole a lo que siento por ti. Siempre me quise alejar, siempre fui inestable y estoy cansado de eso. No quiero estar culpándote por todo lo que hiciste, tampoco estar yéndome y diciendo “ahora sí se acabó mis sentimientos p
Ian escribía lindas cartas, le encantaba la idea de poder leer lo que llegó a escribir.Comenzó a buscar por todo el cuarto de estudio más de esas cartas, mientras, iba limpiando, para tener una excusa si Ian llegaba a entrar.Entonces, cuando creía que solo había una, encontró en un cajón una pequeña caja marrón de regalo con un pequeño paquete de cartas.Se sentó en el piso, con la caja sobre las piernas cruzadas y comenzó a leer, aún teniendo la frente perlada de sudor.“Querida, Emy. Anoche me he desahogado escribiéndote palabras en mi celular, palabras que tú nunca leerás, claro está. Acabo de ver un video donde se habla del contacto cero y me hizo recordar que antes de conocerte, cuando yo quería superar lo que sentía por alguien, me retaba a pasar cierto tipo de tiemp
Se dio cuenta que la carta que leyó por primera vez, era una de las últimas y después, la última que había, fue escrita un mes después de la penúltima:“Amada, Emely.Ha pasado tantas cosas, hay tanta distancia entre tú y yo. En este momento estoy pasando el sinsabor de dejarte en mi pasado y que ya mi presente no tenga nada que ver contigo. Cumpliste años y por fin he dejado de llorar cuando llegan esas fechas. De hecho, he visitado la cabaña donde diste por terminada nuestra relación y la he recorrido toda, encontrando algunas cosas que son tuyas. Las he recogido y guardado, pensando en si debo donarlas o entregártelas. Al final, he decidido guardarlas en la casa grande de la ciudad, donde ahora guardo todo lo que me recuerda a ti. Estoy seguro que terminaré donándolas como caridad. Se notó demasiado que ya me h
Alexa terminó siendo la mejor amiga de Ian y había comprado un restaurante en el muelle de la bahía desde hacía un año. Ian tenía la costumbre de ir a almorzar allí y pasar tardes enteras observando la vista del mar.Afortunadamente, Emely no le había creado ningún pleito por haberse enterado anteriormente que Ian se veía mucho con una mujer en dicho lugar, porque Alexa terminó siendo una mujer dos años mayor que Ian, con un hijo de tres años y con un novio de cinco años de relación, con el cual había comprado el restaurante y lo administraban juntos.El trato que aquellos amigos se tenían era uno muy alejado del amor, de hecho, Alexa trataba a Ian como un hermano menor.Cuando se conoció con Alexa, sintió una gran vibra positiva y se llevaron muy bien. Ian ya le había hablado mucho a su amiga sobre Emely y la joven se sinti