Mientras esperaba pacientemente a que Alejandro regresara, Ximena se sumergió en sus propios pensamientos.Recordaba vívidamente cada uno de los momentos compartidos con él, desde el emocionante encuentro en aquella discoteca hasta el presente, inmersos en este viaje lleno de altibajos emocionales. Habían atravesado situaciones complicadas que habían lastimado sus corazones en más de una ocasión, pero también habían experimentado momentos de felicidad y complicidad que Ximena no quería dejar atrás.Mientras reflexionaba, una brisa suave acariciaba su rostro y el sonido lejano de las olas rompiendo contra la costa llegaban a sus oídos, envolviéndola en una atmósfera serena.Desde la ventanilla del automóvil, Ximena contemplaba la belleza del paisaje urbano, mientras su mente se llenaba de preguntas sobre lo que estaba sucediendo con Alejandro en ese momento.Finalmente, Alejandro regresó al auto con una expresión preocupada en su rostro. Ximena notó su nerviosismo y elevó una ceja, esp
El momento de intimidad entre Ximena y Alejandro se extendió en el tiempo, cada caricia, cada beso, llevándolos a nuevas alturas de placer y conexión. Sus cuerpos se movían en perfecta armonía, como si estuvieran destinados a encontrarse de esa manera.El calor del deseo los envolvía, y cada gemido se mezclaba con el sonido de la respiración agitada y el suave crujir de las sábanas bajo sus cuerpos entrelazados. En ese momento, no había lugar para dudas ni preocupaciones, solo existía el aquí y ahora, el éxtasis compartido de dos almas que se encontraban en el apogeo de su pasión.La libertad llegó como una ola poderosa, inundando sus sentidos y llevándolos a un lugar de placer absoluto. Juntos, alcanzaron el punto más alto, dejándose llevar por la intensidad del momento hasta que finalmente, exhaustos pero completamente satisfechos, se fundieron en un abrazo íntimo y reconfortante.En el silencio que siguió, Ximena y Alejandro se miraron el uno al otro con una mezcla de asombro y gra
El viaje llegaba a su fin; era hora de volver a la dura realidad.Ximena estaba de pie en el acantilado, el viento acariciaba su rostro mientras observaba las olas romper con fuerza contra las rocas. El aroma salado del mar impregnaba el aire, mezclándose con el sonido atronador de las olas. Una mezcla de melancolía y nerviosismo invadía su pecho, como si estuviera en la cima del mundo y al borde de un abismo al mismo tiempo.Alejandro se acercó lentamente por detrás y la abrazó reconfortantemente. El calor de su cuerpo y el aroma de su colonia envolvieron a Ximena, ofreciéndole un refugio contra la brisa marina.—¿Estás bien? —preguntó, su voz llena de preocupación.Ximena suspiró y se volvió hacia él, sus ojos brillaban con tristeza y amor. Las lágrimas que amenazaban con emerger resplandecían como pequeñas perlas en sus pestañas.—Es difícil dejar este lugar tan especial—, admitió. —Aunque es hermoso, me asusta regresar a la rutina de siempre.—Alejandro acarició su mejilla con ter
Alejandro colgó la llamada con un semblante serio y se acercó a Ximena con determinación.—Ximena, creo que deberías regresar sola a casa esta vez. Tengo algunas cosas que atender —le dijo, mirándola con una mezcla de preocupación y determinación en sus ojos.Ximena, desconcertada por el repentino cambio de actitud de Alejandro, asintió con resignación. Aunque no comprendía del todo las razones detrás de su decisión, sabía que algo importante había ocurrido durante esa llamada.Abandonó la estación de tren con pasos pesados, sumida en sus propios pensamientos. Al llegar a casa, se sorprendió al no encontrar a Camila, pero decidió no darle mucha importancia.Se dirigió directamente a su habitación, sintiendo la necesidad de relajarse después de la tensión del día. Un baño caliente parecía ser la solución perfecta.Mientras tanto, Alejandro se encaminaba hacia el hospital para visitar a su hermana, Paulina, quien se encontraba hospitalizada.Al llegar, encontró a Paulina sentada en su c
Paulina se encontraba sumida en un profundo dolor, su rostro reflejaba la tormenta emocional que la invadía. Sin embargo, decidía guardar silencio frente a su hermano, sus labios apretados mostraban la lucha interna que libraba.Sabía que Alejandro ya había tomado una decisión que resonaba en su mente como un eco persistente. No importaba cuánto deseara cambiarlo, él se había enamorado de Ximena y estaba dispuesto a sacrificarlo todo por ella.Los años de sufrimiento y resentimiento se manifestaban en cada línea de su rostro, marcando el peso de una carga emocional que parecía insuperable. Había estado inmersa en un plan de venganza junto a su hermano, una trama que los consumía como una sombra oscura que los seguía a donde fueran.La figura de Alejandro permanecía en la habitación del hospital, su presencia era serena y reconfortante a pesar del cansancio que lo embargaba. Decidió quedarse para hacerle compañía a Paulina, ofreciendo un apoyo silencioso pero reconfortante en medio de
—Si eso es lo que has decidido, está bien. No te molestaré más con eso —dijo finalmente Alejandro, tratando de sonar calmado, aunque su mente estaba llena de dudas y preocupaciones.Paulina esbozó una leve sonrisa y continuó comiendo su almuerzo, pero Alejandro notó la tensión en sus hombros y la manera en que sus ojos se desviaban hacia la ventana, como si estuviera perdida en sus pensamientos.Después de unas horas, Paulina y Alejandro abandonaron el hospital.El sol estaba comenzando a ponerse, y el aire fresco de la tarde les golpeó el rostro mientras salían por la puerta principal.El trayecto de regreso a casa de sus padres transcurrió en completo silencio para Alejandro, quien conducía con la mirada perdida en la carretera.Por otro lado, Paulina miraba por la ventana, perdida en sus propios pensamientos.Recordaba el día en que conoció a Xiomara, la forma en que su hermano había cambiado desde entonces, y cómo su relación había afectado a toda la familia.Se preguntaba si algu
Ximena salió de su cama con pasos apresurados, deslizándose por el suelo de madera pulida de su habitación.Se dirigió hacia las escaleras, cuyos pasamanos de madera rugosa guiaban su camino hacia abajo.—Camila —pronunció con urgencia, resonando en el silencio de la casa, pero no obtuvo respuesta. —¿Alejandro? —preguntó, esperando escuchar el familiar murmullo de Alejandro, pero el vacío le devolvió su eco.Decidida, continuó descendiendo las escaleras, cada paso resonaba en el aire tranquilo de la casa.Finalmente, al llegar a la planta baja, se encontró con la sala de estar.El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas semi abiertas.El sonido que la había despertado parecía emanar de este espacio, instándola a investigar aún más.—¿Luca? —preguntó Ximema al ver a Lucas, quien parecía distante desde hacía algún tiempo. Su mirada perdida reflejaba un peso que no reconocía en él.Lo último que Lucas quería era encontrarse con Ximena, pues a pesar de que su traición ya había
—Qué hijo tan estúpido tengo —murmuró el padre de Paulina y Alejandro con frustración, apretando los puños con impotencia—. Se casó con esa mujer e hizo que ese maldito te hiciera daño, y ahora no es capaz de hacerle daño a ella. ¡Ella debe pagar lo que te hicieron, ojo por ojo! Mi querida Paulina.—Así es —respondió la madre de Paulina con voz firme—. Ella debe pagar por lo que su padre te hizo, mi niña.Paulina sintió un nudo en la garganta mientras sus padres discutían, pero al escuchar las palabras de su madre, sintió una oleada de gratitud y valoración que la reconfortó en medio de su dolor.—Ya tengo algo pensado, papá —dijo Paulina, con la mandíbula tensa y los ojos brillando con anhele. Las cosas no se iban a quedar así. Si Alejandro había renunciado a su venganza, ella no lo haría. —Mañana mismo me encargare de destruir la vida de Ximena y de la estúpida de Camila. El padre de Ximena está vivo y sé dónde está —pronunció con fri