Capítulo 6

Maxin

Se hacen las seis de la mañana y todavía sigo esperando a Tanger «maldito bastardo» sabe que lo necesito urgente y no llega.

Me tomo el siguiente trago que rasga un poco mi garganta e igualmente la refresca a su paso. Visualizo al miserable de mi hermano y retorna hacia a mi.

—Sientate no me voy a levantar.— hablo seriamente golpeteando la mesa con los dedos.

Hace lo que le digo, excelente que no me contradiga.

—Primero es un: "Hola hermanito."—ironiza— ¿Cómo te va con Rebecca?— se ríe al mencionarla.

Revuelvo el trago con el dedo y hago el ademán de girarme para verlo.

—No te interesa, vengo aquí porque necesito tu ayuda.—lo miro paciente a la espera de que diga algo.

Su mirada se vuelve inesperada ante mi petición. Prácticamente no le pido nada.

—Así cómo lo oyes Tanger,—comienzo— necesito votos para las distribuciones de la empresa, no están reproduciendo y necesito a alguien que tenga asociaciones para que nos apoyen.—lo piensa y habla.

—¿Cómo cuáles?— alza la entre ceja esperando.

—La turca.

Sin haber completado ya estaba negando.

—Ellos no.—se pasa las manos detrás del cuello—Sabes que hay que pagar una gran cantidad de dinero y yo no lo tomare de aquí, recuerda que también son un peligro y no podemos jugar con ellos.—me advierte de lo que ya se.

— Y se pagará por ello cuando nos ayuden con lo suficiente de votos.—concluyo—Lo menos que tengo es miedo ya a estas alturas debes saber mi soy. No hemos tenido problemas ni lo habrá, solo necesito que te comuniques y los envíes a la empresa para llegar a un acuerdo limpio.—expreso en calma.

—Lo haré no tengo más opción, pero te haces responsable Maxin no quiero líos.— asiento chasqueando la lengua.

—No vayas a llorar si me muero, pendejo. Ya me voy, hoy viajaré con Elizabeth al Parlamento de Presupuestos haber si resolvemos todo esto.—paso el último trago de vodka y me levanto.

—¿Elizabeth? mmm,—me mira con picardía—¿así que ya llegó? ¿Es realmente bonita?

Soy mucho más alto que ella, para decir verdad, nuestra genética es un poquito fuerte. Tenemos nuestros encantos, pero ella también.

—Cuidado Tanger, no es una de tus prostitutas y es mucho más positiva que tú a la hora de comentar algo.—le advierto.

Ríe.

—Ya después me contarás de ella.

Hace el movimiento de abrazarme, pero me alejo antes de que lo haga, muy romántico hoy.

Voy a la salida y obviamente no hay sol, nunca lo hay, solo un terrible frío que cala mis huesos. Al paso que voy amanecere muerto.

Una hora pasa al llegar a mi casa, con cuidado de no levantar a Rebecca quien se mueve poco y logro escabullirme al baño y darme una ducha rápida.

Me visto con rapidez y bajo encontrándome a mi madre quien está tomando su café y luego lo deja en la mesa al verme.

—Hijo buenos días, creí que ya estabas en la oficina.— le doy un beso en la frente.

—Fui a ver a Tanger.—examina todo lo que digo. Así como es de hermosa no se le escapa ninguna—Hoy viajaré para solucionar lo de los impuestos, mañana regreso.—me da un abrazo y termino por irme.

—¡Avísame cuando llegues!—me grita y sonrio.

Madre no supo comprenderme tanto como lo hizo Tanger, es la única persona que ha sabido lo que siento en realidad y la que siempre ha estado en todo momento, mi padre es todo lo contrario, solo se importa él.

Abordo el auto y dejo de pensar en estupideces.

No tardó nada en llegar a la empresa y al bajar ya está Elizabeth en la entrada con Rafael.

—Buenos días.— cierro la puerta del Bugatti y arreglo el reloj en mi muñeca.

—Quizás tarde.— expresa volteando los ojos.

—Ya nos podemos ir, señorita.— habla su chófer y ella le afirma.

«No, reina. Te vienes conmigo.»

Dejo de pensar e intervengo cuando veo que abre la puerta del copiloto.

—No vamos a ir ahí, vendremos en mi auto.— al oírme voltea seria.

—La que decido soy yo— alza una ceja ladeando una sonrisa—y da la casualidad que hoy no quiero tomarte la contraria, iremos en tu carro.—dice con simpleza bajandose para empezar a caminar.

—Gracias Rafael, revisa de vez en cuando el localizador de mi celular por si el señor le da por secuestrarme.—sube y cierro suspirando asintiendo a Rafael.

Desde que he tenido el carro nadie se ha sentado en el puesto de copiloto, pero a ella no podría moverla, no sé, ni tengo la menor idea. Necesidad de tenerla allí y de montarla así como lo hace en el auto.

Puede que sea por caprichosa.

Me coloco en mi lugar y empieza la trayectoria que de por sí con la persona que tengo a mi lado va ser mucho más tediosa, tentadora, aún así soy muy sádico y... ¿Quién dice que no puedo mejorar el camino hasta llegar?

Se dice que cuando es más lento es mucho mejor, en ocasiones... rápido en otras cosas que tendre que conseguir por mi propio mérito.

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